La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) representó la quiebra del Estado liberal y el último intento por excluir a las clases populares de la política. Para entender su nacimiento, debemos partir del análisis de la crisis final del sistema de la Restauración. Debido a la influencia de la I Guerra Mundial, la escasez y la subida de precios en España supusieron un descenso en el nivel de vida de las clases populares. Este factor actuó como catalizador de las tensiones internas del sistema, que terminaron por explotar durante la crisis de 1917 a nivel militar, político y social. A pesar de que el sistema sobrevivió a estos sucesos, quedó resquebrajado e intentó mantenerse durante los siguientes años con los gobiernos de concentración. La conflictividad social fue en aumento, con cada vez más huelgas, y la oposición republicana, obrerista y nacionalista se fortaleció. Esta fue contestada con el pistolerismo, que llevó al asesinato de varios líderes sindicales por parte de los patronos. A todo ello, debemos sumar el problema de Marruecos, con el Desastre de Annual de 1921, que había disparado las críticas hacia el ejército.

El Golpe de Estado y el Directorio Militar (1923-1925)

En este contexto, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, inicia un golpe de Estado en Barcelona en septiembre de 1923. Este no fue combatido por el gobierno y fue bien acogido por los militares y por una burguesía deseosa de reprimir al movimiento obrero. La confirmación de su éxito fue la aprobación de Alfonso XIII, quien unió su destino al de la dictadura. Respecto al propio Primo de Rivera, hemos de resaltar la autoconcepción que tenía de salvador de la patria, considerándose el “cirujano de hierro” del que hablaba Joaquín Costa.

Entre sus primeras medidas, la Constitución de 1876 queda suspendida y los ayuntamientos, las Cortes y los partidos políticos disueltos. Entre sus objetivos se encontraba la formación de un Estado fuerte, centralista, católico, antiliberal y garante del orden público, aunque no tenía un programa político definido.

La primera etapa de la dictadura es conocida como Directorio Militar (1923-1925), en la que Primo de Rivera era asesorado por un grupo de generales. Desde el inicio se inicia una intensa represión hacia el movimiento obrero, especialmente hacia la CNT y el PCE, llegando incluso a declarar el estado de guerra durante meses. La administración del Estado quedó en manos del ejército y se crea un partido único, la Unión Patriótica (1924), que recoge las bases ideológicas del régimen, aunque nunca tuvo unas bases sociales importantes. En esta línea, fue aplicado un fuerte nacionalismo de Estado, que reprimió al nacionalismo catalán, disolvió la Mancomunidad e incluso impidió el uso de su idioma. Por otro lado, se reformó la administración con el objetivo de acabar con el caciquismo, aprobándose el Estatuto Municipal (1924) pero, lejos de desaparecer, se perpetuó un caciquismo de nuevo signo. A nivel de política exterior, su mayor éxito llegó con el ataque hispano-francés a Marruecos, concretado con el desembarco de Alhucemas (1925) y la rendición de las tropas de Abd-el-Krim.

El Directorio Civil (1925-1930)

En 1925, se inició el Directorio Civil, compuesto por civiles y tecnócratas con el objetivo de institucionalizar el régimen. El buen contexto económico favoreció a la dictadura, que tomó a la Italia de Mussolini como ejemplo. Existió un importante nacionalismo económico e intervencionismo estatal, con el que se pretendió impulsar la producción industrial y modernizar las infraestructuras con la regulación del Consejo de Economía Nacional. Se construyeron un gran número de carreteras, ferrocarriles y obras hidráulicas, gestionadas por las confederaciones hidrográficas. Además, se crearon monopolios estatales como Telefónica, CAMPSA o Iberia. Estas medidas se basaron en el incremento del gasto público, aunque este no fue acompañado de una reforma fiscal, por lo que el Estado se endeudó excesivamente.

Por otro lado, a nivel político se convocó la Asamblea Nacional Consultiva (1927), con elección indirecta y sin función legislativa. Más profunda fue la política laboral desarrollada, caracterizada por el paternalismo y el corporativismo. Se rechaza la organización en sindicatos y se funda la Organización Corporativa Nacional del Trabajo, que a través de los comités paritarios pretendía mediar entre obreros y patronos. Esta contó con la colaboración de UGT y el PSOE.

La Oposición y la Caída de la Dictadura

A partir de 1926 comenzó a crecer la oposición a la dictadura. El primer intento serio de acabar con esta fue el pronunciamiento conocido como la Sanjuanada, protagonizado por algunos militares descontentos, pero sin éxito. Gran parte de estos retiraron su apoyo a Primo de Rivera como consecuencia de la supresión de los ascensos por estricta antigüedad. Desde 1928, el régimen se debilitó paulatinamente y perdió buena parte de sus apoyos. Los monárquicos y los viejos partidos trataron de influir en Alfonso XIII para que retirara su apoyo a la dictadura. Por otro lado, se funda Alianza Republicana, liderada por Azaña y con un protagonismo creciente. Respecto al nacionalismo catalán, colaborador en principio, se mostró crítico especialmente por medio de Estat Catalá. El movimiento obrero siguió con su oposición, e incluso UGT retiró su colaboración. Finalmente, los intelectuales y estudiantes rechazaron mayoritariamente la dictadura, fundando la Federación Universitaria Escolar (FUE), que contó con el apoyo de Unamuno, exiliado en Fuerteventura.

Este difícil contexto, sumado al impacto de la crisis de 1929, llevó finalmente a la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. Alfonso XIII encarga entonces formar gobierno al general Berenguer, en la conocida como “Dictablanda”. Su objetivo era volver al sistema constitucional como si nada hubiera pasado, algo ya inaceptable para la sociedad española. La figura de Alfonso XIII había quedado totalmente deslegitimada debido a su apoyo a la dictadura. En agosto de 1930, los republicanos se reunieron en el Pacto de San Sebastián para planificar la llegada de la República. Hubo un primer intento con la sublevación en Jaca de los capitanes Galán y García, pero esta fue desarticulada. Berenguer, incapaz de afrontar la situación, renunció y fue sustituido por el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas dieron una clara victoria a las candidaturas republicanas, por lo que Alfonso XIII asumió la voluntad nacional y abandonó España. Finalmente, el 14 de abril fue proclamada la II República Española.

Conclusión

A pesar de los esfuerzos de la dictadura de Primo de Rivera por perpetuarse, la pérdida de apoyos y el difícil contexto económico precipitaron su fin.