El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)

Su nombramiento fue una maniobra para evitar la proclamación de la República. Durante su reinado, Amadeo I carecerá del apoyo suficiente para estabilizar el país.

Su papel era ejercer como monarca constitucional y su etapa de reinado se caracteriza por los numerosos problemas políticos y una permanente inestabilidad:

  • El primer problema partía del partido progresista, el único que apoyaba al rey, que se encontraba dividido entre:
    • Los constitucionalistas, dirigidos por Sagasta; contaban con el apoyo de la Unión Liberal de Serrano.
    • Los radicales, dirigidos por Zorrilla y con el apoyo de los demócratas.

Esta división debilitaba la posición del rey. Las fuerzas sociales y económicas se suman a la oposición política, ya que la crisis económica y la situación de las clases populares no mejoraban. Los más radicales tampoco ven satisfechas sus peticiones. Anarquistas y republicanos pretendían la constitución de un estado mucho más descentralizado. Durante los dos años de reinado, la inestabilidad política y la incapacidad de poner orden en el país se pusieron de manifiesto con la rapidez con la que se sucedían los gobiernos, lo que hacía imposible la gobernabilidad del país. Amadeo I encargará la formación de gobierno a Serrano, pero el enfrentamiento entre las dos facciones debilita la acción de gobierno hasta hacerla imposible. Esto conduce a la crisis política de 1871 y se le encargará formar gobierno a Zorrilla. La agitación sociopolítica irá en aumento hasta el punto que se temerá el estallido de una revolución proletaria, se adoptarán medidas represivas y se sucederán los cambios de gobierno. Además, a esta falta de apoyos políticos, hubo que sumar la convergencia de dos conflictos bélicos:

  • La rebelión en Cuba.
  • Una nueva guerra carlista estallaría en 1872 y no terminaría hasta 1876. Tres son las razones que explican la persistencia del conflicto carlista: la resistencia del mundo rural, del campesinado, a la modernización de la producción; la resistencia de los territorios forales a la pérdida de los privilegios y la resistencia de algunos sectores católicos al proceso de secularización.

En tales circunstancias, el 10 de febrero de 1873, Amadeo I presenta su renuncia al trono y abandona España. Las Cortes someten a votación la proclamación de la República, que es apoyada el 11 de febrero de 1873 por una amplia mayoría.

La Primera República (1873-1874)

Se extendió tan solo a lo largo de 11 meses y, en tan corto periodo de tiempo, se acentuarán los problemas que aquejaban a la España del momento, como la brevedad de los gobiernos. La presidencia será ocupada por cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. El desorden público heredado del reinado de Amadeo I se acentuará, y la solución de optar por esta nueva forma de Estado polarizó aún más la sociedad: los sectores conservadores temían que estallase una revolución social y los republicanos más radicales y los anarquistas veían la oportunidad de llevar las reformas mucho más lejos. Reflejo de esto será el movimiento cantonal, auténtica pesadilla para los gobiernos republicanos. Durante su existencia, se ensayaron varias fórmulas de gobierno, destacando, sobre todo, dos de ellas: la República federal y la República presidencial.

La República federal

La Asamblea nombró a Figueras como presidente, mantuvo la Constitución de 1869 eliminando algunos artículos, pero inmediatamente chocó con los republicanos federales. Se convocan elecciones generales, que ganaron los republicanos por abrumadora mayoría (pero con el 60% de abstención de votantes). El nuevo presidente, Pi y Margall, era partidario de un estado federal constituido por una nación, España, compuesta por 17 Estados federales. Se pretendía alcanzar un alto grado de descentralización, repartiendo el poder político entre la nación, regiones y municipios, contando estas dos últimas entidades con una amplia autonomía de gobierno. (Constitución non nata de 1873).

Pero desde el principio, surgieron múltiples problemas:

  • Se multiplican las revueltas populares en el mundo rural, los campesinos piden el reparto de tierras y, en las ciudades, las masas reclaman la abolición de los consumos, los reclutamientos de las quintas y el sistema de redención.
  • Los políticos conservadores y la jerarquía eclesiástica rechazaban el nuevo Estado “neutro” frente al anterior “confesional”.
  • El recrudecimiento de las Guerras Carlistas.
  • La incapacidad de acabar con el conflicto de Cuba.
  • El nacimiento del cantonalismo, que surge entre los republicanos más exaltados y decepcionados con la nueva República.

El movimiento cantonalista evidenció la debilidad del gobierno republicano: Pi y Margall dimite por negarse a reprimir por las armas la revuelta cantonal. Fue sustituido por Salmerón, quien actuó con dureza contra los cantonalistas. Al dimitir, por no firmar las penas de muerte a dirigentes cantonales, le sucede Castelar, representante de la línea conservadora del republicanismo.

La República presidencial

Emilio Castelar representa un giro conservador, actuando con autoridad para reprimir y conseguir el orden público. Suprimió el principio de Estado federal, reforzando el poder del Estado.

Se produce un golpe de Estado, por el general Pavía, que invade el hemiciclo con fuerzas de la Guardia Civil y disuelve por la fuerza la Asamblea. Se acaba por la fuerza con la presidencia de Castelar.

El poder pasó a manos de una coalición de unionistas y progresistas, que proclamaron al general Serrano presidente de la República (enero-diciembre del 74).

Serrano, con una actuación altamente dictatorial, se empeñó en recuperar el orden social. Así, puso fin a la guerra carlista, disolvió la AIT, acabó con los restos del movimiento cantonal y reforzó el ejército.

Se produjo un movimiento de restauración monárquica, ya que confiaban en la monarquía como medio para alcanzar el orden social y la propiedad privada. El proyecto de restauración de la dinastía borbónica está encabezado por Cánovas del Castillo y triunfa definitivamente con el pronunciamiento militar de Martínez Campos, en Sagunto, proclamando a Alfonso XII, hijo de Isabel II, rey de España.

Como reflexión final, cabría decir que en esta turbulenta época, El Sexenio, España perdió su gran oportunidad democrática del siglo XIX, pues fueron los años más caóticos de la Historia de la España Contemporánea. Pero a pesar del fracaso, la construcción del Estado liberal y las libertades conseguidas estaban consolidadas e implantadas. Ni siquiera el paso atrás “censitario” de la Restauración va a impedir la progresiva democratización de la sociedad.