Las Fuerzas Políticas del Sistema

Durante la Restauración, republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas quedaron relegados a la oposición, sin lograr escaños suficientes para formar gobierno o una minoría parlamentaria influyente.

La Evolución del Republicanismo

Tras el fracaso del Sexenio Democrático, el republicanismo enfrentó el desencanto de sus seguidores y la represión de los gobiernos monárquicos. Además, los republicanos estaban divididos.

Emilio Castelar, considerando posible que la monarquía asumiera principios democráticos, creó el Partido Republicano Posibilista. En contraste, Ruiz Zorrilla, defensor de la acción violenta contra la monarquía, fundó el Partido Republicano Progresista. Su fallido alzamiento en 1883 provocó la ruptura de Salmerón y la creación del Partido Republicano Centralista (Unión Federal) en 1887. El Partido Republicano Federal de Pi y Margall representó el republicanismo más fiel a su ideario inicial.

En 1886, una importante minoría republicana surgió en las Cortes. El sufragio universal masculino revitalizó el republicanismo y estimuló alianzas electorales (Unión Republicana). Sin embargo, el republicanismo perdió parte de sus bases sociales, compitiendo por votos con el PSOE, fundado por Pablo Iglesias en 1879.

La Reconversión del Carlismo

Tras la derrota carlista en 1876, se prohibió la estancia en España de Don Carlos de Borbón, sumiendo al carlismo en una crisis. Algunos miembros reconocieron a Alfonso XII como rey, y la Constitución de 1876 descartó la sucesión borbónica.

Cándido Nocedal, encargado por Carlos VII, extendió los Círculos Carlistas. Juan Vázquez de Mella, en 1886, propuso un programa adaptado (Acta de Loredan), manteniendo principios como la unidad católica, el fuerismo, la autoridad de Don Carlos y la oposición a la democracia, pero aceptando el orden liberal capitalista.

Un sector, liderado por Ramón Nocedal, acusó a Carlos VII de no apoyar la política católica contra el liberalismo, fundando el Partido Católico Nacional. El partido carlista continuó con insurrecciones fracasadas y fundó el Requeté.

El Surgimiento de Nacionalismos y Regionalismos

En el último cuarto del siglo XIX, surgieron movimientos regionalistas y nacionalistas. Intelectuales y políticos propusieron alternativas al uniformismo y centralismo estatal del liberalismo español.

El Nacionalismo Catalán

La industrialización de Barcelona propició una burguesía industrial que, sintiéndose escasamente representada, abogó por el proteccionismo.

Coincidiendo con la Renaixança, movimiento cultural para recuperar la lengua e identidad catalanas, surgió el catalanismo político. Una corriente tradicionalista, representada por Torras y Bagés, y otra progresista, federalista y popular, impulsada por Valentín Almirall, fundador del Centre Català en 1882, defensor de la autonomía catalana.

Las Bases de Manresa (1892), documento de la Unió Catalanista, establecieron a Cataluña como entidad autónoma, transformando el regionalismo en nacionalismo. La crisis de la Restauración en 1898 impulsó la representación política catalana, creando la Lliga Regionalista en 1901, fundada por Prat de la Riba y Francesc Cambó, que se convertiría en el principal partido catalán.

El Nacionalismo Vasco

Surgido en la década de 1890, el nacionalismo vasco reaccionó a la pérdida de fueros tras la derrota carlista y al desarrollo de una corriente cultural defensora del euskera, impulsada por Sabino de Arana. Arana percibió la llegada de inmigrantes (maquetos) como una amenaza a la cultura vasca.

En 1895, se creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en Bilbao. Arana popularizó el nombre Euzkadi, una bandera y el lema “Dios y ley antigua”. Inicialmente independentista, el PNV evolucionó hacia el autonomismo.