Evolución Histórica de España: Desde la Prehistoria hasta la Segunda República
1.1. El Paleolítico y el Neolítico.
La prehistoria empezó con los primeros homínidos (7-6 millones de años), acabó con la primera escritura (3500 a.C.) y se dividió en Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales. El Paleolítico (sociedad cazadora, recolectora, nómada y organizada en clanes) tuvo tres fases: inferior (800.000-100.000 a.C., aparece el Homo antecessor), medio (100.000-35.000 a.C.) con el Homo neanderthalensis (que practicaba rituales funerarios y enterraba a sus muertos), y al desaparecer comienza el superior (35.000-10.000 a.C.) con la expansión del Homo sapiens y el uso del arco. En el Neolítico (desde 5000 a.C.) resaltó la agricultura, ganadería, comercio, cerámica cardial, sedentarización y jerarquización. En el Paleolítico, destacaron las pinturas rupestres en cuevas como Atapuerca y Altamira, representando humanos y animales en escenas de caza con pinceles toscos, técnicas de soplado de caña y colores ocres de barro y sangre.
1.2. Los pueblos prerromanos y las colonizaciones de los pueblos del Mediterráneo.
Desde el I milenio a.C. hasta la conquista romana de la Península Ibérica se asentaron varios pueblos. Los fenicios (siglos XII-VIII a.C., zona mediterránea) desarrollan la talasocracia, introducen el alfabeto y fundan Cádiz. Los celtas (900 a.C., noroeste) fueron una sociedad matriarcal sin escritura que vivía en castros y trabajó la ganadería, a diferencia de los íberos (siglo VII-II a.C., zona mediterránea) con obras de arte como la Dama de Elche. Los cartagineses (654 a.C., sur) fundan Cartago Nova e Ibiza y los griegos (600 a.C.) introducen la moneda, cerámica de lujo y fundan Marsella y Ampurias. Los Tartessos (siglo VII-VI a.C., suroeste) fueron la primera población autóctona peninsular basados económicamente en minería y comercio. Por último, los celtíberos (siglo V a.C., mezcla de celtas e íberos) hicieron obras de arte clave como Los Toros de Guisando (Ávila).
1.3. La Hispania romana.
La romanización fue el proceso de culturización romana del latín, derecho romano, politeísmo, sistema administrativo provincial, obras públicas (Arco de Bará y Teatro de Mérida), ciudades como Emilia Augusta y Caesar Augusta, y el cristianismo tras la conversión de Teodosio (380). La 1ª (215-154 a.C.) fase de la conquista romana inició con la II Guerra Púnica entre Roma (Escipión) y Cartago (Aníbal Barca). En la 2ª fase (154-133 a.C.) inician las guerras celtíberolusitanas, donde destaca el lusitano Viriato y el asedio de Numancia. En la 3ª fase (29-19 a.C.), Octavio Augusto terminó la conquista en las guerras cantabroastures. La economía se dividió en sector primario (agricultura de cereales, aceite y minería), secundario (industria del aceite) y terciario (comercio favorecido por la Vía Augusta y el denario); y la sociedad en ciudadanos romanos, hombres libres y esclavos.
1.4. La monarquía visigoda.
Los romanos llamaron a los visigodos (409-415) para expulsar a los pueblos germánicos. Así, la represión de revueltas y la adopción de la monarquía con capital en Toledo (554), creó una unificación política. Leovigildo hizo una social y territorial (519-586) cuando legalizó los matrimonios mixtos con hispanorromanos y derrotó a los demás pueblos. La unificación religiosa vino cuando Recaredo (559-601) convirtió al cristianismo del Papa de Roma a todos los visigodos en el III Concilio de Toledo (589), y la jurídica por Recesvinto (653-672) con el Fuero Juzgo. Los reyes se apoyaban en el Officium Palatinum (Aula Regia y concilios de la Iglesia). En cultura destacan San Isidoro de Sevilla (560-636) con Etimologías, San Leandro con la escuela de Sevilla, las iglesias de San Juan de Baños (Palencia), San Pedro de la Nave (Zamora) y el Tesoro de Guarrazar.
2.1. Al-Ándalus: evolución política.
La conquista musulmana empezó con el Emirato Dependiente de Damasco (711-756), donde el emir dependía política y religiosamente del califa. En el Emirato Independiente de Bagdad (756-929), los Abasíes derrotan a los Omeyas, ponen la capital en Bagdad y Abderramán I (omeya) es emir en Córdoba, dependiendo religiosamente de los Abasíes. Durante el Califato de Córdoba (929-1031), Abderramán III consigue la independencia religiosa y pone la capital en Córdoba. Tras la muerte de Almanzor, surgen los reinos de taifas, quienes tras la toma de Toledo por Alfonso VI (1085), llaman a los almorávides (1090-1145) ganando en la Batalla de Sagrajas (1086). Después vienen los almohades (1145-1212), derrotados por los cristianos en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) y, por último, se forma el Reino nazarí de Granada (1238-1492), hasta que los Reyes Católicos les vencen en la Guerra de Granada (1482-1492).
2.2. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura.
La economía en Al-Ándalus tuvo avances en agricultura, pero un retroceso en la ganadería porcina y en la extracción minera de plomo (sector primario); industria textil a nivel local (sector secundario) y comercio favorecido por el dírham, el dinar y el desarrollo de los mercados (sector terciario). La sociedad se dividía en aristocracia árabe, bereberes, muladíes (cristianos convertidos al Islam), mozárabes (cristianos en territorio musulmán), judíos y esclavos. En cultura destacaron las jarchas, El Collar de la Paloma (Ibn Hazam), en filosofía Averroes y Maimónides; y hubo avances en matemáticas, astronomía y medicina. En arte califal destacaron la Mezquita de Córdoba (756-929) y el Palacio de Medina Azahara (1000); el Palacio de la Aljafería de Zaragoza en reinos de taifas; la Giralda y la Torre del Oro de Sevilla en la etapa almohade y la Alhambra de Granada en el arte nazarí.
2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política.
La Reconquista fue un proceso de cristianización de la península que inició con dos focos de resistencia cristiana. En Asturias, la Batalla de Covadonga (722) dio paso al Reino asturleonés. En los Pirineos se dividió en la Marca Hispánica y el Reino de Navarra. Durante la primera etapa (siglo VIII-X) hubo avances en el norte; en la segunda (siglos XI-XII), conquistan Toledo (1085) y Zaragoza (1118); en la tercera (siglo XIII) destaca la Batalla de las Navas de Tolosa (1212); en la cuarta (siglo XIV), se para por la Guerra de los Cien Años y la Peste Negra y en la quinta conquistan el Reino nazarí (1492). Se estableció la Corona de Castilla (modelo centralista) y la de Aragón (modelo pactista) con cortes formadas por nobleza, clero y burguesía. Los municipios en Castilla estaban controlados por un corregidor y el régimen señorial solo se dio en Cataluña.
2.4. Modelos de repoblación. Organización estamental en los reinos cristianos medievales.
Durante la Reconquista hubo cuatro modelos de repoblación cristianos, para conseguir que la población quisiera avanzar hacia el sur. Presura (siglos VIII-X), en el que los reyes daban tierras a los campesinos, formando minifundios; Concejil (siglos XI-XII), basado en fueros o privilegios dados a los municipios; Órdenes militares, como la de Santiago (1200-1250), que dirigían y protegían las tierras; Señorial (1250-1300), en el que la nobleza señorial dirigía y protegía las tierras. La sociedad cristiana se organizaba en privilegiados y no privilegiados; los privilegiados (exentos de impuestos) eran el rey, luego la nobleza, que adquirió poder económico por el régimen señorial y la posesión de tierras, así como el clero. Los no privilegiados (pagaban impuestos) eran la burguesía, los campesinos, que obedecían las órdenes de los señores y las minorías, como los judíos y los mudéjares (musulmanes en tierras cristianas).
2.5. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra.
Tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), en Castilla se impuso el Derecho romano en las Partidas de Alfonso X, se formó un ejército real e instituciones comunes como el Consejo Real, la Audiencia, la Hacienda y las Cortes, que no podían votar presupuestos. La Corona de Aragón estaba formada por varios reinos con sus cortes separadas y una Justicia Mayor. Al mismo tiempo, la Dinastía Trastámara conseguirá el poder en Castilla cuando Enrique IV derrote a Pedro I (1369), y en Aragón tras los Compromisos de Caspe (1412). Por otro lado, el Reino de Navarra estableció un fuero propio tras independizarse de Aragón en el siglo XIII. Por último, en 1469 tuvo lugar la unión dinástica de Castilla y Aragón con el matrimonio de Isabel I de Castilla y el futuro Fernando II de Aragón, ambos de la dinastía Trastámara.
7.1. La evolución de la población y de las ciudades. De sociedad estamental a sociedad de clases. Durante el siglo XIX, la población española experimentó un crecimiento constante hasta alcanzar los 18.600.000 habitantes, aunque este aumento fue más lento en comparación con el resto de Europa. Este fenómeno se debió en gran medida al mantenimiento de un antiguo régimen demográfico, caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad. Enfermedades infecciosas como la fiebre amarilla, el cólera, la tuberculosis, la viruela y el sarampión afectaban periódicamente a las clases más desfavorecidas y mal alimentadas. Las continuas guerras, como las de independencia y carlistas, junto con la crisis de subsistencias provocada por malas cosechas, daños estructurales y condiciones climáticas adversas, también contribuyeron a las altas tasas de mortalidad. A pesar de ello, la alta mortalidad era contrarrestada por una elevada natalidad, con una esperanza de vida promedio de 35 años en 1900, lo que resultaba en una tasa de crecimiento vegetativo muy baja.
La transición demográfica había comenzado antes en Cataluña, culminando en las primeras décadas del siglo XX con un enfoque en el desarrollo urbanístico. Sin embargo, la estructura demográfica seguía siendo arcaica y desequilibrada, con un predominio de sectores económicos tradicionales. Los movimientos migratorios hacia ultramar también influyeron en el crecimiento demográfico, aumentando a lo largo del siglo XIX. Estuvo prohibido emigrar hasta 1853, pues la población se consideraba un recurso del país, cuya disminución afectaría a su poder militar (soldados) y a su economía (trabajadores). Este año se autorizó a canarios y peninsulares marchar a América, especialmente a Argentina, Brasil, México y Venezuela. La Constitución de 1869 reconoció el derecho a emigrar, lo que aumentó el traslado de población española hacia América Latina. En 1914, la I Guerra Mundial paralizó el movimiento migratorio, pero ya habían salido de España varios cientos de miles de personas, que en su mayoría no retornaron. Algunos sí, los indianos, quienes colaboraron activamente en el desarrollo económico y político de sus lugares de origen.
El éxodo rural fue otro fenómeno migratorio destacado, con la población desplazándose desde el norte hacia el sur y el abandono de la Meseta central, salvo en el caso de Madrid, para concentrarse en la costa mediterránea y atlántica meridional, que tenían tierras más fértiles y transportes y comunicaciones más rápidos. Como consecuencia, por un lado, surgieron suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados, sin servicios ni infraestructuras y, por otro, se crearon áreas burguesas de urbanismo planificado, los denominados ensanches, cuyos mejores ejemplos fueron el de Cerdá en Barcelona con la implantación de vías rápidas para aligerar el tráfico y el de Madrid financiado por el Marqués de Salamanca.
A lo largo del siglo XIX, la estructura estamental del Antiguo Régimen se disgregó, dando paso a una nueva organización social basada en la libertad individual y la igualdad ante la ley, junto a la posibilidad de la movilidad de clase según el mérito de cada persona. La mayoría de la población española pertenecía a las clases populares, compuestas por trabajadores urbanos (criados, trabajadores de talleres artesanales, mendigos, …) y obreros industriales que vivían en míseras condiciones. Mientras, la clase media era reducida e incluía pequeños comerciantes y funcionarios. La clase alta, aunque minoritaria, ejercía un gran control político y poseía grandes propiedades, incluyendo la aristocracia terrateniente, la nueva burguesía industrial y financiera, altos cargos estatales, militares y la Iglesia.
7.2. Las desamortizaciones. La España rural del siglo XIX. Industrialización, comercio y comunicaciones.
Las desamortizaciones se refieren a la expropiación y venta por parte del Estado de los bienes asociados a la Iglesia y a los municipios. En este contexto, se distinguían los bienes propios, transferidos por los Ayuntamientos a particulares, de los bienes comunales, utilizados de forma colectiva. Estas medidas tenían varios objetivos: reconocer el derecho a la propiedad privada y su libre circulación, mejorar la productividad agrícola, dirigir las rentas agrarias hacia la industria, incrementar el número de propietarios medios como soporte del nuevo Estado liberal, reducir la deuda pública y financiar la guerra carlista junto con el desarrollo del ferrocarril.
El proceso desamortizador fue liderado por los gobiernos progresistas durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Los bienes desamortizados se dividieron en grandes lotes y se subastaron públicamente, permitiendo el pago en efectivo o con títulos de deuda pública. Destacan las desamortizaciones de Mendizábal (1836), que afectó a las órdenes religiosas y condujo al cierre de algunos conventos; la de Espartero (1841), que impactó en los bienes del clero secular; y la general de Madoz (1855), que abarcó propiedades aún en manos de la Iglesia, así como bienes propios y comunales, siendo su recaudación superior a la de Mendizábal. Estas medidas redujeron la deuda pública, consolidaron los latifundios en manos de la oligarquía, perjudicaron a los Ayuntamientos al privarlos de una fuente de ingresos y no impulsaron el desarrollo industrial, ya que la agricultura no adoptó innovaciones tecnológicas significativas.
La población rural española aumentó considerablemente, pasando de aproximadamente 9 millones en 1800 a unos 15 millones en 1900, representando más del 80% de la población total. Sin embargo, los campesinos no se beneficiaron de las desamortizaciones debido a la falta de recursos para adquirir tierras y la pérdida de los recursos comunes. Sus condiciones de vida eran precarias, con bajos salarios y mala alimentación, lo que resultó en un aumento del desempleo y la emigración exterior desde mediados del siglo XIX, con 1,4 millones de españoles abandonando la Península entre 1830 y 1900.
La industrialización en España fue tardía, desequilibrada e incompleta en comparación con otros países europeos, concentrándose principalmente en Cataluña, el País Vasco y Asturias. Los factores incluyen la baja capacidad productiva de las manufacturas tradicionales (excepto en Cataluña), la falta de un mercado interior bien conectado, la escasez de capitales españoles, la ausencia de carbón de calidad y la política proteccionista del Estado, que afectó la productividad y la competitividad exterior. Los principales sectores industriales fueron la industria textil del algodón, especialmente en Barcelona, y la industria siderúrgica, destacando la siderurgia vasca por su proximidad a las minas de hierro y carbón. A lo largo del siglo XIX, el comercio exterior español mostró un déficit, con importaciones superiores a las exportaciones.
Simultáneamente, se inició el desarrollo del ferrocarril, que contribuyó a establecer un mercado nacional. A pesar de que la primera línea férrea se construyó en 1848, conectando Barcelona con Mataró, no fue hasta la aprobación de la Ley de Ferrocarriles en 1855 que el ferrocarril se expandió en España. Sin embargo, hubo errores en su implantación, como un diseño radial que dejaba mal conectadas las áreas comerciales e industriales más activas, y un ancho de vía español (1,67 metros) que difería del europeo (1,44 metros), dificultando la comunicación con el resto del continente.
8.1. La crisis de la Restauración: intentos regeneradores y oposición al régimen. Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1923) se intentó pasar de un sistema liberal parlamentario a uno democrático con sufragio universal. Se caracterizó por el intervencionismo político del rey apoyando a los sectores más conservadores del ejército, el auge de la oposición y la división de los partidos del turno tras la muerte de Cánovas (1897) y Sagasta (1903).
Tras 1902, el Partido Conservador gobernó mayoritariamente hasta 1907. En un principio, Francisco Silvela intentó formar un gobierno de concentración y regeneracionista y, más tarde, Antonio Maura presentó un programa revisionista que pretendió dar más autonomía a los municipios y acabar con el caciquismo. También quiso una reforma electoral, una política nacionalista y expansionista en Marruecos, modernizar la economía e impulsar la descentralización del Estado con medidas como la Ley de protección en accidentes de trabajo y de mejora sobre el trabajo de mujeres y niños, la Ley de descanso dominical y la Ley de huelga.
Durante el mandato del liberal Moret (1905-1907), hubo un escándalo por las viñetas del “Cu-Cut” (1905) dirigidas al rey y al Ejército. Por ello el gobierno aprobó la Ley de Jurisdicciones (1906, el Código de Justicia Militar juzgaría los casos de injuria hacia ellos), además de crear Solidaridad Catalana.
Tras establecerse España en Marruecos en 1906 (Conferencia de Algeciras), Maura (1907-1909) envía reservistas desde Barcelona provocando el desastre del Barranco del Lobo (1909). Socialistas y anarquistas organizaron la huelga general, y el Gobierno declaró el estado de guerra con una fuerte represión (Semana Trágica de 1909), por lo que Maura tuvo que dimitir.
Desde 1910, Canalejas (liberal) intentó llevar a cabo una reforma social con el movimiento obrero. Impuso la Ley del Candado (1910, separación Iglesia-Estado), la Ley de Asociaciones Religiosas, la Ley de Reclutamiento (servicio militar obligatorio) y suprimió el impuesto de consumos. Tras su asesinato (1912), el sistema entró en crisis. Se propuso la Ley de Mancomunidades (1912) con la Lliga Regionalista, impuesta durante el gobierno conservador de Eduardo Dato (1913-1915). Le sucedió el conde de Romanones (1915-1917), cuyo ministro de Hacienda, Santiago Alba, aumentó los impuestos a los beneficios empresariales, aumentando así la inversión en obras públicas para acercarse a la izquierda moderada.
Surgieron muchas fuerzas de oposición como el nacionalismo catalán con la Lliga Regionalista (1901) de Prat de la Riba (quien presidió la Mancomunitat) y Francesc Cambó; un partido pactista y conservador que acabó dividiéndose. Por otro lado, el Partido Nacionalista Vasco (Sabino Arana, 1898), fue independentista y tradicional católico, y estuvo a favor de aprobar el euskera y un modelo basado en el campo, al contrario que Ramón de la Sota, quien apoyaba uno de vida burgués urbano. Finalmente, el sector obrero fundará ELA-STV (1911). Respecto al nacionalismo gallego, se produce “O Rexurdimento” que reivindica la cultura gallega.
El Republicanismo fue democratizador y anticlerical. La Unión Republicana se dividió, dando lugar al Partido Radical de Lerroux (1908), que intenta acercarse a sectores obreros. En 1912, Melquíades Álvarez funda el Partido Reformista, dispuesto a colaborar con la monarquía si esta emprendía un proceso democrático.
El anarquismo, dado principalmente en Cataluña y Andalucía, y que solía ocupar tierras, fue representado por la CNT (1910, Ángel Pestaña), que participó en la huelga general. El PSOE (1879) y UGT (1888) representaron al socialismo. Su primer diputado fue Pablo Iglesias (1910) y realizaron movilizaciones generales influyentes en Asturias, País Vasco y Madrid. El Partido Comunista de España (1921) fue una escisión izquierdista del PSOE, por influencia de la Revolución bolchevique y de la huelga general de 1917. Finalmente, el carlismo continuó con el Partido Tradicionalista (1919) que apoyó la Dictadura de Primo de Rivera (1923).
8.2. El impacto de los acontecimientos internacionales: Marruecos, la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa. En la Primera Guerra Mundial (1914-1918), España se mantuvo neutral (aunque se dividió en germanófilos y aliadófilos), derivando en un aumento comercial y expansión industrial. La guerra supuso una modernización económica y social, ya que facilitó la economía de exportación, al ser los principales abastecedores de los países beligerantes. Sin embargo, la inflación se disparó, provocando el empobrecimiento de la clase obrera. La situación derivó en la crisis general de 1917, de carácter militar, político y obrero. La primera en estallar fue la cuestión militar, por la mala situación interna del ejército, divididos en africanistas (partidarios de continuar la guerra en Marruecos) y peninsulares. Estos últimos crean las Juntas Militares de Defensa, porque reclamarán una reforma militar defendiendo el ascenso por antigüedad y una mejor formación de las tropas. El gobierno les exigirá su disolución, y los junteros, contando con el apoyo abierto del rey, se niegan a disolverse. Por otra parte, el gobierno obtiene presión de los grupos republicanos, reformistas y socialistas, cuando este suspende las garantías constitucionales. La oposición va a formar la Asamblea de Parlamentarios, que pedirá unas Cortes Constituyentes y la elaboración de una nueva Constitución que incluya la autonomía de las regiones. Ante esta situación, el gobierno envía al gobernador de Barcelona a disolver la Asamblea y son encarcelados. Por último, estalla la cuestión obrera cuando la CNT y UGT deciden emprender acciones conjuntas, declarando una huelga general en agosto de 1917, con éxito en Valencia, Madrid, Cataluña, Asturias y País Vasco.
En Andalucía, se vivió una actividad revolucionaria, provocada por la miseria de los jornaleros, la carestía de la vida y la influencia de la Revolución Rusa, el trienio bolchevique (1918-1920). Aumentó la conflictividad rural, con las primeras reclamaciones directas sobre la tierra, y también una radicalización de la forma de lucha, y especialmente de la CNT, con acciones violentas. La respuesta por parte de la patronal será la creación de Sindicatos Libres (grupos de pistoleros contratados, paramilitares), aumentando la violencia, en lo que se ha denominado la época del pistolerismo. En este periodo destacó la huelga de la canadiense (1919), que inmovilizó Barcelona, y el surgimiento de nuevas fuerzas opositoras tras la descomposición de los partidos de turno entre 1917 y 1923.
La otra gran cuestión que mediatizará el reinado de Alfonso XIII será la cuestión marroquí. En la Conferencia de Algeciras (1906), España establece un Protectorado en el norte Rif, una de las zonas conflictivas, en la que se pensaba llevar a cabo explotaciones mineras y la construcción de líneas ferroviarias. En 1909, la ocupación militar desencadenó un ataque rifeño en el Barranco del Lobo, que desembocó en una huelga general en Barcelona. Para acabar con ello, Maura emplea al ejército y se produce la Semana Trágica de Barcelona, que acaba con la dimisión de Maura.
El último problema con Marruecos fue el Desastre de Annual (1921), ocurrido cuando el general Fernández Silvestre pretendía llegar a la bahía de Alhucemas desde Melilla y someter a la más peligrosa tribu rifeña, cuyo líder fue Abdel-Krim, quien participó en la Guerra de guerrillas contra Francia y España. Tras el desastre, hubo grandes protestas. Republicanos y socialistas responsabilizaron al rey y reclamaron el abandono de Marruecos, y la presión pública provocó la creación del Expediente Picasso (1922) para hallar a los responsables de la masacre, que puso en evidencia enormes irregularidades, corrupción e ineficacia en el ejército español destinado en África. Finalmente, en 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado con el visto bueno del rey, estableciendo una dictadura militar.
8.3. Dictadura de Primo de Rivera y el final de Alfonso XIII. En septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado, debido a la crisis del sistema canovista, el auge de los nacionalistas, republicanos y movimientos obreros, el fracaso en Marruecos del ejército (anula el Expediente Picasso) y el aumento del pistolerismo y totalitarismo. Alfonso XIII hace jurar al general Primo de Rivera como Ministro Único y recibe el apoyo de los empresarios y los grupos católicos.
Su dictadura se divide en dos periodos. Por un lado, en el Directorio Militar (1923-1925) proclama el Estado de guerra, disuelve las Cámaras políticas, anula los derechos, gobierna mediante decretos (suspende la Constitución de 1876, pero no la anula) y militariza el orden público para acabar con las huelgas. En Cataluña prohíbe la Mancomunidad catalana, la bandera y el uso oficial de la lengua. También se finalizará el problema de Marruecos junto a Francia, que acabará con el desembarco de Alhucemas (1925). Por último, crea la Unión Patriótica (1924), que defenderá la unidad de España, la moral cristiana y de la familia y la defensa de la propiedad.
Más tarde, el dictador crea el Directorio Civil (1925-1930) porque quiere perpetuarse con ministros civiles como Calvo Sotelo en Hacienda. Se creó la Asamblea Nacional Consultiva (1927), formada en su mayoría por miembros de Unión Patriótica, elegidos por el dictador, y cuya principal labor fue el intento de un Proyecto de Constitución. También se estableció la Organización Corporativa del Trabajo (1926), para arbitrar las relaciones patronales-obreras, reglamentándose los salarios, horas laborales y el derecho de huelga. La política económica estatal fue intervencionista y proteccionista y se centró en la creación de obras públicas como también de infraestructuras con el Plan de Firmes Especiales para la construcción de carreteras y monopolios estatales (Telefónica CAMPSA, líneas aéreas civiles), saneó la Hacienda y fomentó el empleo. Sus éxitos están en el contexto de recuperación económica europea de esos años (los felices años 20).
A finales de la década surge una fuerte oposición al régimen generalizado partidos del antiguo régimen, republicanos (Alianza Republicana), catalanistas (ERC), militares peninsulares, republicanos (Alianza republicana) y obreros (PSOE y UGT que pasaron de colaborar en la Organización Corporativa del Trabajo y en el Código del Trabajo a un enfrentamiento abierto. Además, CNT se dividió lo que provocó la creación de la FAI). La crisis económica de 1929 provoca la devaluación de la peseta y el déficit económico. Alfonso XIII le retiró a Primo de Rivera su confianza (enero de 1930), dando comienzo a la “Dictablanda” de Berenguer (1930-1931) se intentó hacer una transición a un sistema constitucional, pero fue incapaz de hacer frente a la grave situación económica. Al mismo tiempo, la oposición antimonárquica firma el Pacto de San Sebastián (1930), con el objetivo de instaurar la república. Crearon un Comité Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá Zamora, republicano conservador, con el objetivo de preparar un pronunciamiento militar que fracasó. Además, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Pérez de Ayala crearon la Asociación al Servicio de la República. A continuación, el gobierno de Juan Bautista Aznar (febrero-abril de 1931) convoca elecciones municipales para el 12 de abril, las cuales arrojarán la victoria de los partidos republicanos en las zonas urbanas, y la de los monárquicos en el campo por el caciquismo. La gente se echó a las calles en apoyo a la República, y el rey abdicó y se exilió a Reino Unido, de forma que el 14 de abril de 1931 se declaró la II República con Niceto Alcalá Zamora como presidente.
9.1. La proclamación de la Segunda República, el Gobierno provisional y la Constitución de 1931. El sufragio femenino. El 14 de abril de 1931, Niceto Alcalá Zamora proclamó la Segunda República española tras el exilio de Alfonso XIII. Inmediatamente se formó un gobierno provisional que reflejaba lo acordado en el Pacto de San Sebastián (1930), presidido por Alcalá Zamora e integrado por representantes de un amplio espectro político.
Aunque era un gobierno interino tuvo que adoptar de medidas de reforma en el ámbito laboral, como una serie de decretos para mejorar la situación de los campesinos (Laboreo forzoso, Términos municipales), junto al seguro de accidentes y la jornada laboral de ocho horas; en el ámbito militar, se obligó a los militares a jurar fidelidad a la República, se promulgó el Decreto de retiros (les ofrecía el pase a la reserva conservando su sueldo íntegro) y se creó un nuevo cuerpo armado, la Guardia de Asalto; con respecto a la educación, se empezó a diseñar un programa de reforma y mejora de la misma (creación de escuelas y formación para profesores) para acabar con el analfabetismo.
Rápido surgieron conflictos a estas reformas provenientes de los propietarios agrarios, los sectores conservadores y parte del ejército. Por otro lado, estalló un problema territorial, ya que el 14 de abril, Maciá, líder de Esquerra Republicana de Cataluña, proclamó unilateralmente la república catalana, si bien desistió ante la promesa de una pronta autonomía para Cataluña. Además, el 1 de mayo la máxima autoridad de la Iglesia española, el cardenal Segura atacó al nuevo régimen en una pastoral, lo que inició unas difíciles relaciones entre la Iglesia y el gobierno. Ese mismo mes se produjeron ataques a iglesias y conventos que el gobierno no supo frenar.
En junio de 1931, las elecciones a Cortes Constituyentes dan clara mayoría a la coalición republicano-socialista y una nueva Constitución republicana es aprobada en diciembre de 1931, redactada por el jurista del PSOE, Asúa, quien se inspiró en la Constitución de la República de Weimar (1919). Presentó una soberanía popular que declaraba al nuevo estado español como una “República democrática de trabajadores de todas clases”. Se establecía sufragio universal masculino y femenino, además de una amplia declaración de derechos y libertades: legales (matrimonio civil y divorcio, equiparación hijos legítimos e ilegítimos), derecho a la educación, y libertad de asociación y reunión. Se declaraba a España un Estado regional, la constitución incluía un procedimiento para la creación de autonomías regionales. También, se separaron la Iglesia y el Estado (laico) y se autorizó la libertad de cultos, desapareció el presupuesto de culto y clero, y se prohibió a las órdenes religiosas ejercer la educación. Por último, el poder ejecutivo recae en la Presidencia de la República, que nombra al jefe del Gobierno (república semipresidencialista); el legislativo recae en las Cortes unicamerales; el judicial queda en manos de los tribunales de Justicia y se crea el Tribunal de Garantías Constitucionales.
En las nuevas Cortes se planteó la idoneidad de las mujeres para ejercer el derecho al voto. Las principales protagonistas fueron tres diputadas: Clara Campoamor, feminista y republicana, que defendió la aplicación inmediata del sufragio femenino, mientras que Victoria Kent y Margarita Nelken, diputadas del partido Radical Socialista y del PSOE, argumentaron que las mujeres no estaban preparadas para votar, por estar su voto tutelado por el clero o por sus maridos. Finalmente, el 1 de octubre de 1931, los partidarios del voto femenino se impusieron por 160 votos a 121. Posteriormente, numerosas disposiciones republicanas como la igualdad de salarios, el derecho al voto o el acceso a determinadas profesiones tendieron a la equiparación de hombres y mujeres.
9.2. El bienio reformista: reformas estructurales y realizaciones sociales, culturales y territoriales. Reacciones desde los diversos posicionamientos. Tras la promulgación de la Constitución de 1931, comenzó el Bienio reformista (diciembre 1931-noviembre 1933). Se formó un gobierno presidido por Manuel Azaña (Acción Republicana) e integrado principalmente por republicanos de izquierdas y socialistas. Estos últimos ocupaban las carteras claves como la de Trabajo (Largo Caballero), Instrucción Pública (Fernando de los Ríos), y Alcalá Zamora será el Presidente de la República (conservador) que había presidido hasta ahora el gobierno provisional. La instauración de la República coincidió con la Gran Depresión de 1929. El sector más afectado fue la agricultura y la minería. Además, la década de los 30 se vio afectada por el auge de los regímenes autoritarios.
Respecto a la Iglesia, el Estado anula su financiación, disuelve la Compañía de Jesús y nacionaliza sus bienes. El divorcio, el matrimonio civil y los ataques de radicales de izquierda a iglesias y conventos les granjearon la oposición del sector católico. La reforma educativa de 1932 pretende combatir el analfabetismo dotando de infraestructura y personal y establecía la educación gratuita pública y laica como un derecho universal. Se crearon las Misiones Pedagógicas, destinadas a llevar la cultura a las zonas rurales. Largo Caballero, socialista, elaboró una serie de leyes laborales y sociales como la Ley de contratos de trabajo, la Ley de jurados mixtos (organismos formados por obreros y patronos para establecer condiciones laborales) y la Ley de asociaciones obreras.
En Cataluña hubo que enfrentarse a la inicial proclamación de una República Catalana (1931, F. Maciá) pero se anuló por un Estatuto catalán aprobado en Cortes (1932). El Estatuto vasco fracasó porque Navarra lo rechazó y hasta octubre de 1936 no se aprobó. Hubo otras iniciativas autonomistas como en Galicia frenadas por la Guerra Civil. La Ley de Reforma Agraria de septiembre de 1932 pretendía modernizar la técnica, acabar con los latifundios y redistribuir la propiedad de la tierra. Tuvo una enorme oposición de los terratenientes, los pequeños y medianos propietarios de tierras, gran lentitud administrativa y presión campesina (alentada por la CNT).
En cuanto a las medidas militares, se desvincula la función policial (la República crea el Cuerpo de Guardias de Asalto), se obliga a jurar adhesión a la República y se aprueba una Ley de Retiro Voluntario para aquellos que no quisieran. Desapareció la Academia Militar de Zaragoza y se suprimió el Consejo Superior de Justicia Militar. Los africanistas crearon en 1933 la Unión Militar Española y promovieron golpes militares. Tuvieron su réplica en la Unión Militar Republicana Antifascista. Se puede observar la división del ejército que será la principal causa del inicio de la Guerra Civil.
Estas políticas chocaron con una fuerte oposición desde diferentes posturas políticas. Un sector del Ejército inició una escalada de conspiraciones. La más importante fue llevada a cabo por José Sanjurjo en 1932, la “Sanjurjada”, sofocada con facilidad. Las tramas golpistas las lideraron los africanistas que contaban con el respaldo de conservadores e Iglesia, muy crítica con el gobierno por su política dirigida a crear un estado laico, que alentó a la creación de la CEDA (1933, Gil Robles). El sector de la FAI (dirigida por Durruti) impulsó agitaciones, y los anarquistas (CNT) fueron los mayores hostigadores desde la izquierda y exigieron rapidez en la reforma agraria. Hubo insurrecciones en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía, siendo la más violenta la anarquista de Casas Viejas (Cádiz), duramente reprimida.
Azaña intentó frenar los ataques contra la República con la Ley de Defensa de la República (1931), que concedía poderes como la declaración del estado de excepción. Al continuar la crisis, Alcalá Zamora disolvió las Cortes Constituyentes y convocó elecciones (noviembre de 1933).
9.3. El bienio de la CEDA y del Partido Radical. El Frente Popular. Desórdenes públicos. Violencia y conflictos sociales. Las elecciones de noviembre de 1933 destacaron por el sufragio femenino y una fuerte confrontación política. La derecha se había reorganizado en Confederación Española de Derechas Autónomas (Gil Robles), defensora de la propiedad y unidad de España; Renovación Española (Calvo Sotelo), monárquicos defensores de la religión confesional católica; y Falange Española (José Antonio Primo de Rivera), un grupo paramilitar violento que se unirá a las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos. La izquierda se dividió en Izquierda Republicana, PSOE (moderados de I. Prieto y los radicales de Largo Caballero) y PCE (que quiere hacer frente al fascismo). Las elecciones dieron como ganador a la CEDA y el Partido Radical Republicano de Lerroux, qué aprobaron una amnistía para los condenados por el golpe de 1932. Entre 1933 y 1934 se formó un gobierno presidido por Lerroux, con el apoyo de la CEDA, que modificó la legislación laboral y la reforma agraria, los jurados mixtos, anuló la Ley de términos municipales y se devolvieron tierras confiscadas. También, se reguló la implicación religiosa en la educación.
Más tarde, debido a un golpe de estado en Austria, los socialistas promueven la Revolución de Octubre (1934). En Cataluña, el presidente de la Generalitat Lluís Companys proclamó el Estado Catalán y se suspendió el Estatuto. En Asturias, la revolución estuvo protagonizada por mineros que ocuparon territorios, los cuales hicieron una alianza con el PSOE, PCE y CNT. El gobierno de Lerroux encargó a la Legión, al mando de Franco, reprimir el levantamiento. Lerroux se vio forzado a formar un gobierno con mayoría de ministros cedistas (1934-1935), permitiendo la entrada de ministros de la CEDA, pero estalló una crisis en el Partido Radical debido al estraperlo y el asunto Nombela, por lo que Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.
Los partidos de izquierda se unieron en el Frente Popular y la derecha creó el Bloque Nacional, aunque la Falange y PNV se presentaron aisladamente. La victoria fue para el Frente Popular, con un gobierno compuesto por republicanos de izquierda (menos PSOE y PCE). Las Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora como presidente, sustituido por Azaña, y como jefe de Gobierno Casares Quiroga. Se aplicó una amnistía general, se alejó de Madrid a los generales sospechosos de golpismo, se restauró el Estatuto catalán (presidido por Lluis Companys) y se aceleró la reforma agraria de 1932.
A continuación, la izquierda obrera tomó una postura revolucionaria y parte del ejército cercano a la derecha empezó una conspiración militar, liderada por Emilio Mola y dirigida por el general Sanjurjo. En el interior la situación se vuelve crítica por la inseguridad de la burguesía industrial y financiera ante la situación revolucionaria; y el establecimiento de un estado laico. Estos elementos se conjugan con la tradición intervencionista del ejército en política y con la falta de tradición democrática real española, analfabetismo y la crisis de 1929. En el exterior, se produce un enfrentamiento ideológico europeo Democracia-comunismo-fascismo tras el fracaso de la Sociedad De Naciones.
Se sucedieron numerosos enfrentamientos callejeros. Además, el 13 de julio, por represalia al asesinato por falangistas del teniente Castillo, de la Guardia de Asalto, se asesinó al diputado Calvo Sotelo. Ante esto, a manos del general Mola, el director, comenzó una sublevación militar y el día 17 de julio de 1936 comenzó la sublevación en Marruecos que se trasladó el 18 a la península. El golpe no triunfa en gran parte de la geografía española y en las principales ciudades frenado por los sindicatos y partidos de izquierda, y un gobierno que resiste, desencadenando la Guerra Civil Española.
Resultados, en las capitales de provincia, de las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931
El supuesto práctico a desarrollar es una tabla estadística del Instituto Nacional de Estadística (INE) que recoge datos sobre las elecciones locales del 12 de abril de 1931 en las capitales de provincia de España. Se trata de una fuente secundaria de carácter político y demográfico.
Se titulaResultados, en las capitales de provincia, de las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931,y
Durante la dictadura de Primo de Rivera, dividida en Directorio Militar (1923-1925) y Directorio Civil (1925-1930), surgió una fuerte oposición al régimen. En 1930, al dimitir Primo de Rivera, comienza la dictablanda de Berenguer (1930-1931) quien intentó hacer una transición a un sistema constitucional. Al mismo tiempo, la oposición firma el Pacto de San Sebastián (1930), con el objetivo de instaurar la república. Crearon un Comité Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá Zamora, para preparar un pronunciamiento militar que fracasó. El gobierno de Juan Bautista Aznar (febrero-abril de 1931) convoca elecciones municipales para el 12 de abril, cuyos resultados fueron interpretados por Alfonso XIII y los políticos cercanos a él como un referéndum en contra de la monarquía. En consecuencia, Alfonso XIII se marchó a Reino Unido y se proclamó la II República el 14 de abril de 1931 con Niceto Alcalá Zamora como presidente.
Estos resultados electorales sirven para entender la marcha de Alfonso XIII y la proclamación de la II República dos días después.
Fotografía de Alfonso XIII con los miembros del Directorio Militar (Fuente ABC)
El supuesto práctico a desarrollar es una fotografía realizada por un fotógrafo del periódico “ABC”, el 15 de septiembre de 1923. Se trata de una fuente primaria, de carácter político y militar, que representa el momento de formación del Directorio Militar (1923-1925).
El rey Alfonso XIII aparece en medio de la imagen con el nuevo gobierno (Miguel Primo de Rivera y los ministros militares) ya que, además de apoyar el golpe, se estableció un modelo de monarquía constitucional. También se pueden observar cascos prusianos, debido a la cercanía que tenía el ejército español con el alemán.
En 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado, debido a la crisis del sistema político, el fracaso en Marruecos del ejército por la rebelión de Abd el-Krim y el aumento del pistolerismo. Fue apoyado por Alfonso XIII, un sector importante del ejército, la Iglesia
y la oligarquía de terratenientes e industriales. Disolvió las Cortes y el Expediente Picasso, y estableció una censura de prensa. Por un lado, en el Directorio Militar (1923-1925) se suspende la Constitución de 1876 y a los gobernadores civiles por militares, se disolvieron los ayuntamientos y diputaciones y se prohibieron las huelgas y manifestaciones. Además, se frenó el nacionalismo catalán con la supresión de la Mancomunidad catalana.
En definitiva, esta fotografía nos sirve para saber los integrantes del nuevo gobierno de Primo de Rivera a partir de 1923.
Periódico “Heraldo de Madrid” de abril de 1931.
El supuesto práctico a desarrollar es una portada de prensa del periódico “Heraldo de Madrid” del 13 de abril de 1931. Se trata de una fuente primaria de carácter político y social.
En abril de 1931 se produjeron unas elecciones donde solo votaron los hombres, pero a pesar de esto aparecen mujeres ya que la ideología del periódico estaba a favor del sufragio universal femenino. Los policías que van a caballo custodiando la situación en las calles y el peinado de las mujeres nos dan una pista histórica de cuando se realizó esta portada, ya que el pelo corto en las mujeres fue una moda de esa época.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, dividida en Directorio Militar (1923-1925) y Directorio Civil (1925-1930), surgió una fuerte oposición al régimen. En 1930, al dimitir Primo de Rivera, comienza la dictablanda de Berenguer (1930-1931) quien intentó hacer una transición a un sistema constitucional, pero fue incapaz de hacer frente a la grave situación económica. Al mismo tiempo, la oposición firma el Pacto de San
Sebastián (1930), con el objetivo de instaurar la república. Crearon un Comité Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá Zamora, para preparar un pronunciamiento militar que fracasó. El gobierno de Juan Bautista Aznar (febrero-abril de 1931) convoca elecciones municipales para el 12 de abril. Este fue el primer periódico que consideró las elecciones como un plebiscito para que llegará la república. Esta noticia influyó en Alfonso XIII que se marchó a Reino Unido el 13 de abril y un día después se proclamó la II República con Niceto Alcalá Zamora como presidente..
En definitiva, esta portada de prensa nos sirve para saber cómo se desarrolló la proclamación de la II República, de qué manera reaccionó la población y cómo lo contó el “Heraldo de Madrid”.