Al-Andalus: Evolución Política

Introducción

El islam nace con Mahoma en la lejana Arabia. A la muerte del profeta en el 632, la península Arábiga está unificada y sus primeros descendientes llevaron las fronteras del islam y la nueva religión a nuevos territorios: Egipto, Siria, Mesopotamia… en un asombroso y fulminante proceso expansivo.

Evolución política de Al-Andalus

– La invasión y conquista (711)

Aunque las fuentes cristianas presentan como causa de la invasión el conflicto entre facciones de la nobleza visigoda, en realidad la decisión de invadir la Península había sido adoptada con anterioridad por los gobernantes de Ifriquiya. Los musulmanes entran en la península en el año 711 con la batalla de Guadalete. Parece ser que fueron llamados por los witizianos y, una vez en España, se deshicieron de los visigodos y establecieron un nuevo poder. En algunas zonas, como el suroeste peninsular, pactaron su rendición a cambio de conservar las propiedades y la religión cristiana.

– El emirato dependiente de Damasco (711-756)

España, que será conocida por los árabes como Al-Andalus, se convierte en una provincia (emirato) más del islam, gobernada por un emir nombrado por el califa Omeya en Damasco. La conquista hacia el norte continuó hasta Covadonga (Batalla de Covadonga, 722) en donde un pequeño núcleo cristiano al mando de Don Pelayo derrotó a los musulmanes. El intento de extender el islam fue frenado en la batalla de Poitiers en el 732 por los franceses.

– El Emirato Independiente (756-929)

En el 750, la familia de los Abasidas se hace con el poder califal en Damasco con un golpe de estado y la exterminación de los Omeyas. Un príncipe Omeya superviviente, Abd-ar-Rahman I, logra huir a la lejana Al-Andalus y hacerse con el poder con la ayuda de una parte de tribus árabes y la derrota del gobernador (756). Esta etapa significó la consolidación y reorganización de los musulmanes andalusíes.

– El califato de Córdoba (929-1031)

Cuando Abd-Ar-Rahman III llegó al poder, buena parte de Al-Andalus permanecía en rebelión contra el gobierno de Córdoba. Consiguió tomar Bobastro, después conquistó Mérida y Badajoz, más tarde Toledo y, finalmente, Zaragoza. En 937 inició una serie de campañas contra el rey de León, pero fue derrotado por los cristianos en Simancas. Su dominio fue tan claro que incluso llegó a imponer tributos a los reyes a cambio de no saquearlos. En 929 se autoproclamó califa, se rodeó de un estricto protocolo y actuó como un auténtico autócrata, controló de cerca a los visires y a los gobernadores de las ciudades. En el ejército optó por aumentar los contingentes de bereberes y esclavos. La economía fue bastante buena, esta prosperidad se prolongó durante el reinado de su hijo al-Hakam II (961-976), reunió una gran biblioteca y atrajo a la ciudad a los mejores escritores y juristas de su época.

El reinado de Hixam II (976-1013), menor de edad, fue tutelado y dominado por su hachib al-Mansur. Este dirigió personalmente la política del califato, sofocó varios intentos de conspiración en su contra, se enfrentó a algunos juristas conservadores que no veían con buenos ojos su poder. Reforzó el ejército, realizó 55 expediciones contra los cristianos, algunas devastadoras como la del 985 cuando arrasó Barcelona, y la del 997 cuando tomó Santiago de Compostela. Murió en 1002 y le sucedió su hijo que mantuvo el control sobre el viejo califa. La crisis del califato llegó en 1008 con su muerte. El descontento de las élites árabes de Córdoba llegó cuando fue nombrado hachib el hermano del anterior, entre 1009 y 1031, sucesivos golpes palaciegos, asesinatos y rebeliones se produjeron en Córdoba. Poco a poco el territorio se descompuso en una treintena de unidades políticas, en 1031 una asamblea de nobles declaró extinguido el califato.

– Los reinos de Taifas (1031-1090)

Tras el asesinato del último califa, Al-Andalus se dividió en pequeños estados independientes llamados taifas, cuyo fuerte eran las constantes guerras fronterizas, donde los reinos más fuertes absorbían a los débiles. El número de taifas fue disminuyendo ante la expansión de las más poderosas (Badajoz, Granada, Toledo, Sevilla, Valencia, Murcia donde destacó Ibn Mardanis llamado Rey Lobo). Este hecho produjo un avance amenazador de los cristianos hacia el sur, se prefirió que el reino de taifas pagase un tributo anual de sometimiento al rey cristiano (paria). A finales el siglo XI los Taifas piden ayuda a sus hermanos en la fe del Norte de África para frenar el avance cristiano.

– El dominio almorávide (1090-1145) y las segundas taifas (1145-1175)

En Marruecos se formó un gran imperio dirigido por unos musulmanes de reciente conversión y de extrema religiosidad: los almorávides. Los almohades, motivaron la desaparición de los almorávides y el surgimiento de nuevo de los reinos de los segundos reinos de taifas hasta 1175.

– La unificación Almohade (1175-1232)

Los segundos reinos de taifas caerán ante la llegada de los almohades, unifican de nuevo Al Andalus, instalan su capital en Sevilla, fueron derrotados por los reyes cristianos en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa.

– Reino nazarí de Granada (1236-1492)

Debe su nombre a Muhammad Ibn Nasr, fundador de un reino que se levantó sobre las ruinas almohades, se proclamó sultán y desde 1237 hizo de Granada su capital, el reino comprendía los dominios de Granada, Málaga y Almería. El reino de Granada estuvo primido entre los estados norteafricanos por el sur y los reinos cristianos por el norte.

Conclusión

La invasión, conquista y establecimiento de los musulmanes en la Península Ibérica supone un acontecimiento fundamental en nuestra historia, domina toda la Edad Media por 8 siglos, pero no se reduce a la existencia de dos estados, cada uno con una confesión religiosa, sino que presenta un panorama político mucho más complejo y cambiante.