Las Invasiones Bárbaras y el Reino Visigodo: Instituciones y Cultura

La crisis del Imperio Romano en el siglo III d.C. provocó la entrada de los pueblos bárbaros y la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d.C. Esta crisis se debió a varios factores:

  • Crisis política y anarquía militar: La sucesión de emperadores en el poder y el debilitamiento del ejército romano fueron claves en la inestabilidad del Imperio.
  • Crisis económica y monetaria: El fin de las conquistas romanas y la inflación generaron una profunda crisis económica.
  • Cristianismo: La adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio en el 380 d.C. por el emperador Teodosio, y la posterior división del Imperio entre sus dos hijos en el 395 d.C., contribuyeron a la fragmentación del poder romano.

Las consecuencias de la caída del Imperio Romano de Occidente fueron:

  • Ruralización del continente europeo: La población emigró de las ciudades al campo en busca de seguridad y sustento.
  • Aparición del feudalismo: La migración al campo propició el desarrollo del sistema feudal, basado en la relación de vasallaje entre señores y campesinos.

En el 409 d.C., suevos, vándalos y alanos llegaron a Hispania. En el 416 d.C., los romanos solicitaron la ayuda de los visigodos como federados para expulsar a estos pueblos. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C., los visigodos se asentaron definitivamente en Hispania en el 507 d.C., fundando el Reino Visigodo.

La economía visigoda era principalmente agrícola y ganadera, de carácter de subsistencia. La sociedad era feudal, con el rey en la cúspide, seguido por la aristocracia, los guerreros y los campesinos.

Políticamente, los visigodos expulsaron a suevos y bizantinos de la Península Ibérica, unificaron el territorio e impusieron el catolicismo como religión oficial, además de promulgar leyes visigodas y romanas.

La monarquía visigoda era electiva, lo que provocó una gran inestabilidad política. El poder del rey estaba limitado por la nobleza y el clero, que se reunían en tres instituciones principales:

  • Aula Regia
  • Officium Palatinum
  • Concilios de Toledo

Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón

La unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón se produjo gracias al matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. En 1465, la nobleza castellana intentó aumentar su poder sobre el rey Enrique IV, desacreditándolo y deponiéndolo en la Farsa de Ávila. Nombraron rey a su hermano Alfonso, pero este murió en 1468. Isabel reclamó entonces el trono de Castilla.

En 1469, Isabel se casó con Fernando de Aragón, rompiendo el Pacto de los Toros de Guisando que había firmado con su hermanastro Enrique IV. Este desheredó a Isabel y nombró heredera a su hija Juana la Beltraneja. Tras la muerte de Enrique IV en 1474, Isabel y Juana se enfrentaron en una guerra civil que culminó con la victoria de Isabel en la batalla de Toro en 1476.

En 1479, se firmó el Tratado de Alcaçovas, que puso fin a la guerra de sucesión castellana y sentó las bases de la monarquía hispánica. Se creó un Estado plural, en el que cada reino conservaba sus propias leyes, instituciones y moneda. Sin embargo, se fortaleció el poder real sobre la nobleza, dando lugar a una monarquía autoritaria que se prolongaría hasta la llegada de los Borbones.

La Concordia de Segovia (1475) estableció el sistema de gobierno en Castilla y Aragón. Fernando II sería rey consorte en Castilla, mientras que Isabel I sería corregente en Aragón. Ambos compartieron el Tribunal de la Inquisición. Castilla tuvo un papel predominante en la nueva monarquía debido a su mayor tamaño territorial, densidad de población y recursos económicos. Este hecho propició la castellanización del poder y el protagonismo de Castilla en la colonización de América.

El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos (Comunidades y Germanías)

Carlos V, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, heredó un vasto imperio: de sus abuelos maternos, las Coronas de Castilla y Aragón; de su abuelo paterno, Maximiliano I, Austria y la posibilidad de ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo que consiguió en 1519; y de su abuela paterna, María de Borgoña, los Países Bajos, el Franco Condado y el Ducado de Borgoña. Esta herencia le permitió concebir la idea de una monarquía católica y universal bajo su control.

Durante su reinado, Carlos V tuvo que hacer frente a dos conflictos internos en España:

  • Las Comunidades (1520-1521): En 1520, estalló una revuelta en Castilla liderada por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Los comuneros, como se les conoció, exigían la presencia de Carlos V en Castilla, la exclusión de extranjeros de los cargos políticos y un mayor protagonismo de las Cortes. La revuelta fue finalmente derrotada en la batalla de Villalar en 1521.
  • Las Germanías (1519-1523): Este conflicto se desarrolló en Valencia y Mallorca. Las causas principales fueron la crisis económica y el descontento de artesanos y comerciantes, que buscaban la reducción de los privilegios de la nobleza. En 1523, las Germanías fueron reprimidas por orden de Carlos V.

Tanto las Comunidades como las Germanías fueron movimientos antiseñoriales. Su derrota significó la alianza entre la monarquía y la nobleza, y la marginación de la burguesía.

Evolución Política de Al-Ándalus: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba

Aprovechando la crisis del Reino Visigodo, los musulmanes desembarcaron en Gibraltar en el 711 d.C. y derrotaron al ejército del rey Rodrigo en la batalla de Guadalete. Tras la conquista de la mayor parte de la Península Ibérica, los musulmanes firmaron capitulaciones con la población visigoda, permitiéndoles mantener su religión y tierras a cambio del pago de impuestos.

Inicialmente, Al-Ándalus se convirtió en un emirato dependiente del Califato de Damasco, gobernado por un emir que actuaba en nombre del califa. Durante este periodo, se produjeron enfrentamientos entre árabes y bereberes, así como revueltas de la población hispanovisigoda por la presión fiscal. Los musulmanes intentaron expandirse hacia el norte de la Península y cruzar los Pirineos, pero fueron derrotados por los francos en la batalla de Poitiers (732 d.C.).

En el 756 d.C., la dinastía Abasí derrocó a los Omeyas en Damasco. Abd al-Rahman I, un príncipe omeya superviviente, huyó a Al-Ándalus y se proclamó emir independiente de Bagdad en el 756 d.C. A pesar de su independencia política, Al-Ándalus seguía reconociendo la autoridad religiosa del califa abasí.

Abd al-Rahman I creó un ejército formado principalmente por bereberes para defenderse de los abasíes y los cristianos del norte. La necesidad de mantener este ejército obligó a aumentar la presión fiscal y la confiscación de tierras a la población hispanovisigoda. A principios del siglo X, el Emirato de Córdoba entró en crisis. Abd al-Rahman III, aprovechando la debilidad del poder central, se proclamó califa en el 929 d.C., dando lugar al Califato de Córdoba.

Abd al-Rahman III emprendió una política de defensa contra los reinos cristianos del norte, los abasíes y los fatimíes del norte de África. Tras su muerte, Almanzor, un caudillo militar, se hizo con el poder y convirtió el califato en una dictadura militar. Las luchas internas entre diferentes facciones acabaron con el Califato de Córdoba en el 1031 d.C., dando paso a la época de los Reinos Taifas.