Monarquía Visigoda

El Reinado Visigodo

La ocupación visigoda marca el inicio de la Edad Media en la Península Ibérica. Los visigodos dominaron un extenso territorio desde Cádiz hasta Valencia, incluyendo las Islas Baleares, estableciendo su centro en Toledo. En el año 569, se consolidó un reino estructurado a partir de la legislación romana y con el apoyo de la Iglesia.

El sistema de monarquía electiva visigoda originó graves guerras civiles sucesorias. El rey era asistido por órganos de gestión, llamados oficios, presididos por condes. Existía el Consejo del Rey, formado por magnates y obispos fieles al rey, y los Concilios de Toledo, integrados por magnates eclesiásticos y militares, que intervenían en asuntos civiles y religiosos.

Leovigildo y Recaredo: Consolidación del Reino

Entre los siglos VI y VII, los reyes visigodos llevaron a cabo un proceso de homogeneización del territorio peninsular. Leovigildo, el rey más importante y poderoso, inició la unidad territorial expulsando a suevos, vascones y bizantinos. Promovió la igualdad entre visigodos e hispano-romanos permitiendo los matrimonios mixtos y buscó la unidad religiosa intentando imponer el cristianismo como religión oficial.

Recaredo, su hijo, consiguió la unidad religiosa en el Tercer Concilio de Toledo con la conversión de los visigodos al catolicismo y alcanzó el dominio de la mayoría de los territorios peninsulares.

Revisionismo Político en la Restauración

El revisionismo político de la Restauración consistió en una serie de reformas impulsadas por los líderes de los dos partidos dinásticos – conservador y liberal – para corregir las deficiencias del sistema. Destacaron figuras como Antonio Maura y José Canalejas.

Antonio Maura

Maura, caudillo conservador sucesor de Silvela, provenía del partido liberal, del cual se había distanciado por sus manipulaciones electorales. Su planteamiento era gobernar con el liberalismo pero con limpieza, eliminando la corrupción y el caciquismo en beneficio del pueblo. Promovió reformas sociales y laborales, como el establecimiento de la jornada laboral y el descanso semanal. Intentó implantar una ley de autonomía municipal para reformar el centralismo liberal de la Restauración. A estas reformas las llamó “revolución desde arriba”, buscando corregir las lacras del liberalismo: falta de libertad política, carencia de participación popular en los partidos y la miseria material y cultural del pueblo.

José Canalejas

Canalejas, líder del partido liberal, se presentaba con una imagen de revolucionario. Impulsó el anticlericalismo con la Ley del Candado, que restringía la creación de nuevas congregaciones religiosas. Propugnó reformas laborales como concesiones para congraciarse con socialistas y anarquistas, y propuso una ley para conceder un cierto grado de autonomía a Cataluña.

Fases de la Guerra Civil Española

Desde el inicio, el territorio nacional quedó dividido en dos zonas según el éxito del golpe militar. Los militares triunfaron, salvo casos aislados, en las provincias donde las derechas obtuvieron mayor apoyo electoral, mientras que fracasaron donde el Frente Popular había ganado.

Primera Fase

Tras el fracaso del golpe de Estado, la rápida toma del poder se convirtió en una guerra de tres años. En la primera fase, las tropas rebeldes, al mando de Franco, cruzaron el Estrecho de Gibraltar. Ambos bandos se centraron en Madrid, que pronto fue asediada por los sublevados, dando lugar a la Batalla de Madrid. Con el apoyo de las tropas de África, Alemania e Italia, Franco avanzó sobre Andalucía y ocupó Mérida y Badajoz en agosto, uniendo sus fuerzas con los sublevados del norte. Mola, por su parte, cortó la frontera francesa al ocupar Irún en septiembre.

Segunda Fase

Tras el fracaso en Madrid, Franco cambió de estrategia y centró sus esfuerzos en la zona republicana del norte. Conquistó Vizcaya, Santander y Asturias, sin abandonar la marcha sobre Madrid. La Batalla de Guadalajara supuso un éxito republicano. El apoyo de la aviación alemana (Legión Cóndor), con el bombardeo de Guernica, fue decisivo para la ruptura de las defensas de Bilbao. Posteriormente, las tropas rebeldes entraron en Santander y, en octubre, tomaron Gijón y Avilés, completando la ocupación del norte.

Tercera Fase

En la tercera fase, se produjeron las batallas decisivas. Los republicanos conquistaron Teruel en enero de 1938, pero la perdieron al mes siguiente. En julio, comenzó la Batalla del Ebro, cuya derrota republicana dejó libre el camino para el avance franquista hacia Cataluña. A finales de enero de 1939, las tropas franquistas entraron en Barcelona y avanzaron hacia la frontera francesa. La ofensiva final quebró las posiciones republicanas en la zona centro y sur. El gobierno republicano, presidido por Juan Negrín, intentó mantener la resistencia, pero el Consejo Nacional de Defensa lo destituyó buscando una paz honrosa. Las gestiones fracasaron y las tropas franquistas entraron en Madrid el 28 de marzo. El 1 de abril de 1939, la guerra terminó.

El Cambio Político: Elecciones de 1982

Tras el golpe de Estado del 23-F y la descomposición de UCD, el PSOE, liderado por Felipe González, ganó las elecciones de 1982. González fue presidente durante 13 años.

Sus primeros años se centraron en el reajuste económico y la reconversión industrial, con altos costes, pero que prepararon a España para entrar en la CEE. Tras la entrada, se inició una fase de relanzamiento económico, con políticas desfavorables para los sindicatos, lo que llevó a la huelga general de 1988. Tras la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, el PSOE vivió años convulsos, con crisis y correcciones, que culminaron con la victoria del Partido Popular en 1996.