La Segunda República Española: Del Bienio Reformista al Frente Popular

El Gobierno Constitucional

Alcalá-Zamora encargó a Manuel Azaña la formación de un nuevo gobierno. Además de aplicar la nueva Constitución, este gobierno continuó las reformas del gobierno provisional, incluyendo la concesión del Estatuto de Autonomía a Cataluña. Con la Ley de Reforma Agraria, muchas hectáreas quedaron en manos del gobierno, aunque no se consiguió el objetivo previsto, beneficiando solo a unos 4.000 campesinos aproximadamente. Este fracaso constituyó una gran decepción para el campesinado. La República se vio conmocionada por sectores extremistas: la agitación en el campo andaluz y el intento de golpe de estado del general José Sanjurjo en Cascos Viejos, Cádiz.

Los Estatutos de Autonomía

El Estatuto Catalán

La República Catalana, proclamada por el líder de Esquerra Republicana, Francesc Macià, fue derogada. Cataluña quedó constituida como una región, pero con amplias competencias legislativas y atribuciones judiciales.

El Estatuto Vasco

En el País Vasco y Navarra, el proceso fue complejo. Se aprobó un proyecto de estatuto que más tarde fue rechazado por el gobierno central. En 1933, la victoria de la derecha paralizó el proyecto de autonomía vasco, pero con la victoria del Frente Popular en 1936, se retomó el proceso autonómico.

El Estatuto Gallego

En Galicia, la ORGA impulsó un anteproyecto.

El Bienio Conservador

El gobierno de Manuel Azaña cayó en septiembre de 1933. Alcalá-Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones.

La Derecha en el Poder

Durante el bienio reformista, la derecha se organizó en dos grupos: uno opuesto al régimen republicano (monárquicos, carlistas o fascistas, como las JONS o Falange Española) y otro que aceptaba la República para transformarla en sentido conservador (CEDA).

Durante la campaña electoral, se hizo visible la división de la sociedad española. Los socialistas presentaban a Gil-Robles como fascista y anunciaban una revolución social si ganaba la derecha. Esta censuraba la obra revolucionaria de los socialistas y presentaba un programa con tres puntos clave: revisión de la Constitución en sus puntos laicos, supresión de la reforma agraria y amnistía para delitos políticos.

Las elecciones de 1933 favorecieron a la derecha y al centro. El presidente de la República encargó la formación del gobierno a Lerroux, líder del Partido Radical. La CEDA apoyó al nuevo ejecutivo sin formar parte de él. El 4 de marzo de 1934, FE y las JONS se fusionaron en Valladolid.

La Revolución de Octubre de 1934

La entrada de la CEDA en el gobierno de Lerroux justificó la revolución. Temiendo un golpe de estado de Gil-Robles, la UGT convocó una huelga general. La insurrección armada solo triunfó durante dos semanas en Asturias, siendo duramente reprimida por el ejército de África, dirigido por Francisco Franco.

La revolución tuvo eco en Madrid y Cataluña, donde Lluís Companys proclamó el Estado Catalán de la República Federal Española. La represión gubernamental contra los obreros se extendió a Cataluña con la detención de Companys y su gabinete.

Las Elecciones de 1936

Tras la crisis de 1934, los gobiernos de centro-derecha quedaron erosionados. La represión, con más de 30.000 encarcelados, despertó simpatía hacia los presos. Las actuaciones del gobierno fueron impopulares: la ley agraria, que deshacía las conquistas del bienio anterior; el bloqueo del Estatuto Vasco; los nombramientos en el ejército de militares poco demócratas, como Franco.

En septiembre de 1935, Lerroux dimitió tras el escándalo del estraperlo. El presidente disolvió el gobierno y convocó elecciones. La izquierda se presentó como Frente Popular; la derecha no se unió. El Frente Popular obtuvo el 34% de los votos, la derecha y el centro el 33%. El Frente Popular obtuvo mayoría en el Congreso.

Los Gobiernos del Frente Popular

Manuel Azaña intentó aplicar el programa del Frente Popular: continuación de la reforma agraria, desarrollo de la política educativa, amnistía para presos políticos y restablecimiento de la Generalitat, impulsando los estatutos vasco y gallego.

Santiago Casares Quiroga asumió la presidencia, sin poder evitar el deterioro del orden público: violencia en el campo, ataques a edificios eclesiásticos y atentados políticos. El atentado más significativo fue el de José Calvo Sotelo, llevado a cabo por miembros de la Guardia de Asalto.