Historia de la Segunda República Española: Logros, Problemas y Fin
La Segunda República Española: Un Periodo de Reformas y Conflictos
1. El Gobierno Provisional y la Constitución de 1931
El gobierno provisional (Alcalá Zamora, Azaña, Largo Caballero, Lerroux…) inició su labor bajo la presidencia de Alcalá Zamora, un hombre de la derecha republicana, y siguió en su programa las directrices previstas en el Pacto de San Sebastián. Dentro de un difícil equilibrio entre las distintas tendencias, tenía como principal objetivo convocar elecciones a Cortes Constituyentes, pero tuvo que hacer frente a importantes cuestiones y reformas.
Para paliar la miseria en el campo:
- El decreto de laboreo forzoso obligaba a los propietarios a tener cultivadas las tierras.
- El decreto de términos municipales iba destinado a combatir el paro agrícola y obligaba a los propietarios a contratar preferentemente a los braceros del propio término municipal.
La reforma educativa buscaba erradicar el analfabetismo. Se basó en el principio de la coeducación y en el laicismo (que la religión no fuera obligatoria).
La reforma del ejército buscaba conseguir un ejército moderno y establecer una primacía del poder civil. En la cuestión de orden público, se creaba la Guardia de Asalto, un cuerpo de policía armada.
La oposición de los sectores conservadores y de la Iglesia a estas reformas, como la del cardenal Segura, provocó incidentes anticlericales, como la quema de conventos en Madrid.
El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes, siguiendo un sufragio universal masculino. La coalición de republicanos y socialistas obtuvo una aplastante mayoría.
La Constitución de 1931 fue el resultado de un compromiso entre los socialistas y los republicanos de izquierdas para establecer una “República democrática de trabajadores”. Contenía una amplia declaración de derechos y libertades entre los que se encontraban:
- El derecho de voto a las mujeres.
- El matrimonio civil y el divorcio.
- La educación obligatoria y gratuita.
Contenía una radical división de los poderes y una Jefatura del Estado con amplios poderes. Las dificultades para el consenso se centraron en dos cuestiones:
- La organización territorial del Estado, centrándose en la cuestión autonómica.
- La separación Estado-Iglesia en la que se declaró la libertad de cultos y se eliminó la financiación estatal de la Iglesia.
2. El Bienio Republicano-Socialista (1931-1933)
La primera etapa de la República fue el conocido como bienio reformista (1931-1933). Tras las elecciones, Niceto Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República. Éste encargó gobierno a Azaña que gobernó con una coalición republicana de izquierdas con los socialistas. La república coincidió con la crisis mundial de 1929-1933, que afectó especialmente a la agricultura de exportación y a la minería. La situación de crisis afectó a las reformas e intensificó la conflictividad social. El primer bienio republicano se caracterizó por la puesta en marcha de una política de reformas que afectó a todos los ámbitos.
La política religiosa del gobierno estableció la separación Iglesia-Estado y la reducción de la influencia de la iglesia sobre la sociedad española. Con el objetivo de secularizar la sociedad se estableció la Ley del Divorcio de 1932 y la Ley de confesiones y Congregaciones Religiosas de 1933, a través de la cual el Estado dejaba de mantener el culto y cerraba los centros docentes religiosos.
En el marco de la reforma educativa aumentaron los recursos (escuelas y maestros) y la innovación pedagógica. La política cultural se basaba en una extensión de la cultura popular con las Misiones Pedagógicas (extendiendo la cultura a zonas rurales), y se multiplicó la red de bibliotecas en las escuelas primarias.
La Constitución contemplaba el derecho de las regiones a constituirse en régimen de autonomía. Cataluña fue la primera en obtener un Estatuto, el llamado Estatuto de Nuria, en 1932, que se elaboró y se aprobó en plebiscito por el 99% de los votantes catalanes. Las Cortes españolas debatieron, recortaron y aprobaron el Estatuto. Su aprobación, en septiembre de 1932, fue posible gracias a la defensa de la autonomía por parte de Azaña y el intento de golpe de Estado de Sanjurjo en agosto del mismo año.
La reforma agraria fue la obra de mayor envergadura del gobierno de izquierdas. Trató de acabar con el problema del injusto reparto de la tierra, los latifundios y la falta de productividad. La Ley de Reforma Agraria de septiembre de 1932 buscaba una modernización de la agricultura, reducir el latifundismo con la expropiación y el reparto de tierras entre campesinos. Con este objetivo se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), pero la lentitud en su aplicación, el paro y la desesperación provocaron insurrecciones anarquistas y una fuerte represión.
Los anarquistas, sobre todo, empezaron a mostrar su oposición por una reforma que no acababa de cuajar. En este contexto se producen incidentes entre la Guardia Civil y campesinos anarquistas en diversos pueblos: Castilblanco, Arnedo (1931), Alto Llobregat (1932) y Casas Viejas (1933), provocando el descrédito del gobierno de izquierdas.
La derecha comenzó a reorganizarse en nuevos partidos. Los carlistas formaron la Comunión Tradicionalista y los alfonsinos el partido Renovación Española. La derecha católica, optó por el camino electoral formando la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) con José María Gil Robles, en tanto que cobraban fuerza los partidos de corte fascista, como las Juntas de Ofensiva Nacional—Sindicalista (JONS) y la Falange Española (FE), creada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador.
3. El Bienio Radical-Cedista (1933-1935)
Las elecciones generales de 1933 se celebraron con una nueva ley electoral que favorecía la formación de amplias alianzas electorales, y que por primera vez se hizo efectivo el derecho de voto de las mujeres. La victoria fue para la derecha, la CEDA y el Partido Radical a causa de la división de izquierdas y la coalición de las derechas. Comienza así el bienio de centro-derecha (1933-1935).
Los primeros gobiernos del centrista Partido Radical, se formaron en coalición con otros partidos republicanos de centro presididos por Lerroux y Samper, y con el apoyo parlamentario de la CEDA. Con los gobiernos de Lerroux se revisaron las reformas progresistas: se revocó la política religiosa, la legislación laboral y la reforma agraria. A su vez, se amnistió a los golpistas de 1932.
El 4 de octubre de 1934 se formaba un nuevo gobierno con la incorporación de tres ministros de la CEDA con el objetivo de hacer frente a los movimientos izquierdistas (PSOE-UGT), y hacer frente al pulso con la Generalitat. La izquierda respondió con un movimiento revolucionario de los socialistas a través de un comité revolucionario dirigido por Largo Caballero. La revolución se desató el 5 de octubre convocando una huelga general en las principales ciudades. Sin embargo, fracasaron los planes para tomar los principales centros de Madrid y la esperanza de que fuera apoyada por los sectores de la policía y del ejército. Solo en Asturias se produjo una auténtica revolución social con medidas de socialización y represión. Lluis Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el “Estado Catalán dentro de un Estado Federal español”. Sin embargo, no fue secundado por los sindicatos de izquierda y tuvo escaso apoyo. Una fuerte represión, la intervención de la Guardia Civil y el ejército de África acabó con la revolución.
Se produjo una fuerte represión de los movimientos de izquierdas. La CEDA ocupó gran parte del gobierno lo que provocó la rectificación de las reformas republicanas. Se anularon muchas de las reformas laborales (jurado mixto, la reforma agraria…); se reformó el ejército con protagonismo de militares conservadores; y se inició una reforma de la constitución. Un escándalo de corrupción desestabilizó el gobierno radical cedista. Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones para el 16 de febrero de 1936.
4. El Gobierno del Frente Popular y la Primavera Trágica
La izquierda se presentó a las elecciones en una gran coalición de republicanos, socialistas y comunistas en el Frente Popular, mientras que la derecha se presentaba muy desunida. Todo ello provocó la victoria del Frente Popular. El gobierno de Azaña se formó por republicanos de izquierda, con la ausencia de socialistas. Durante su gobierno se concedió amnistía general a los presos de la revolución de 1934, se restableció la Generalitat de Cataluña y se reanudó el proceso reformista agrario, religioso, social y militar. A su vez, se intensificaron los conflictos sociales lo que provocó la masiva ocupación de tierras de los latifundios, legalizado por el IRA y una confrontación entre la Iglesia y la República.
Alcalá Zamora fue destituido como presidente de la República y sustituido por Azaña, quién mandó formar gobierno a Santiago Casares Quiroga (regionalista gallego) en medio de un clima de crisis económica, y violencia social y política. Tras las elecciones se desató una radicalización política. La violencia callejera y los crímenes políticos fueron aumentando. La conspiración militar partió de la extrema derecha y de la UME (Unión Militar Española) y destacados generales (Emilio Mola “el director”) con el apoyo de monárquicos alfonsinos, carlistas y de las milicias falangistas y carlistas. El asesinato de Calvo Sotelo aceleró el proceso; y el 17 de julio comenzó la sublevación en las guarniciones de protectorado de Marruecos, y al día siguiente se sumaron otras guarniciones de la Península.