Ilustración y Reformas Borbónicas: Impacto en Europa y América
El Movimiento Ilustrado y su Influencia
El Iluminismo fue un movimiento cultural, liderado por filósofos, que cuestionó el absolutismo. Originado en Francia e Inglaterra, promovió una nueva visión del mundo basada en la Razón, utilizada como herramienta fundamental para analizar los dogmas teológicos. Los avances científicos impulsaron la creencia en el progreso indefinido y un optimismo en la naturaleza humana. Se sostenía que un hombre era libre si se guiaba por la Razón. La educación debía ser laica, basada en el método científico, con una relación democrática entre alumno y maestro.
- Religión: Predominaban los deístas, aunque también había ateos y protestantes.
- Política: Se abogaba por limitar la autoridad del rey mediante la división de poderes, concebían el Estado como resultado de un pacto.
- Economía: Buscaban liberar el comercio de las restricciones mercantilistas, consideradas contraproducentes para el capitalismo.
Las Nuevas Ideas Políticas de la Ilustración
Los filósofos ilustrados desarrollaron ideas políticas opuestas a la teoría del derecho divino y a la justificación del absolutismo de Hobbes. Propusieron formas de gobierno que limitaran el poder real y garantizaran los derechos individuales. Conceptos como la división de poderes, la soberanía popular y la tolerancia religiosa fueron centrales en el pensamiento de estos autores, dando origen a la teoría política liberal.
Locke: Monarquía Parlamentaria y Propiedad Privada
John Locke, filósofo inglés, fue un precursor de las ideas políticas del siglo XVIII. En su obra Ensayo sobre el gobierno civil, criticó la teoría del derecho divino de los reyes y refutó las ideas de Hobbes. Locke argumentaba que los hombres abandonaron el estado primitivo para proteger el derecho natural a la propiedad, adquirida mediante el trabajo. La amenaza a este derecho llevó a la creación de una sociedad con leyes que lo garantizaran. Propuso un gobierno dividido en dos poderes:
- Poder Legislativo (supremo): Elabora las leyes y está compuesto por representantes del pueblo.
- Poder Ejecutivo (en manos del rey): Administra y hace cumplir las leyes.
El Liberalismo Político
La obra de Locke sentó las bases del liberalismo político. MacPherson señala que los liberales de los siglos XVII y XVIII no eran demócratas en el sentido moderno, ya que favorecían una ciudadanía restringida a los propietarios, quienes buscaban limitar el poder del rey para asegurar la defensa de la propiedad privada, considerada un derecho natural. A partir del siglo XIX, se implementaron reformas electorales que ampliaron gradualmente la ciudadanía, incluyendo a obreros y campesinos. Esta democratización culminó con el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.
Montesquieu y la División de Poderes
Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, criticó la sociedad de su tiempo en su obra Cartas Persas. Tras observar el funcionamiento de la monarquía parlamentaria inglesa, perfeccionó la idea de la separación de poderes en El Espíritu de las Leyes. Propuso un gobierno dividido en tres poderes para limitar el poder real y asegurar las libertades individuales:
- Poder Ejecutivo: Administra los asuntos internos y externos, y hace cumplir la ley.
- Poder Legislativo: Redacta las leyes.
- Poder Judicial: Aplica la ley en casos de incumplimiento.
Montesquieu sostenía que cada sociedad creaba sus propias leyes, influenciadas por factores físicos y culturales, explicando así la diversidad de legislaciones y formas de gobierno. Distinguió entre:
- República: Posible solo en pequeñas ciudades-estado.
- Despotismo: Identificado con las monarquías absolutas.
- Monarquía Limitada: Con una cámara alta (aristocracia) y una cámara baja (representantes del pueblo).
Voltaire: La Razón contra el Dogmatismo
François Marie Arouet, conocido como Voltaire, fue un destacado intelectual que denunció la hipocresía y las desigualdades sociales. Defendió la tolerancia religiosa y la libertad como principios fundamentales de la sociedad. Creía en la existencia de un ser supremo, pero criticaba a las iglesias por fomentar el fanatismo y justificar las desigualdades. Se convirtió en un símbolo del librepensamiento, y el término “volteriano” se asoció a individuos críticos y libres de dogmas.
Rousseau: Soberanía Popular y Gobierno Democrático
Jean-Jacques Rousseau, filósofo nacido en Ginebra, sentó las bases de los gobiernos democráticos. En su obra Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, afirmó que la causa de la desigualdad era la propiedad privada ilimitada. Propuso un gobierno que garantizara una distribución más equitativa de la propiedad. En El Contrato Social, Rousseau sostuvo que el Estado es el resultado de un contrato voluntario entre individuos para pasar del estado natural al estado civil, con el objetivo de preservar el bien común. En este contrato, cada individuo cede sus derechos a un cuerpo político colectivo, el “soberano”, que debe gobernar guiado por la voluntad general, representando el bien común y superior a las voluntades particulares. Las leyes emanadas de esta voluntad son sagradas y todos los ciudadanos deben someterse a ellas. Los firmantes del contrato tienen un doble rol: son soberanos y súbditos. La soberanía es inalienable, indivisible e infalible. Rousseau creía que la libertad plena se alcanzaba al someterse racionalmente a la voluntad general. A diferencia de otros filósofos que priorizaban los derechos individuales, Rousseau anteponía el interés general. Su teoría inspiró modelos políticos de izquierda que promovían la subordinación del interés particular al general.
Las Nuevas Ideas Económicas del Siglo XVIII
En el siglo XVIII, el desarrollo del comercio europeo se vio limitado por las políticas mercantilistas. Surgieron dos escuelas económicas que se opusieron a la intervención estatal y promovieron la libre circulación de mercados:
La Fisiocracia: “Dejad Hacer, Dejad Pasar”
La fisiocracia, primera escuela económica francesa fundada por François Quesnay, sostenía que la riqueza de un país residía en la agricultura. En su obra Tableau Économique, analizó la circulación de bienes e ingresos. Afirmaba que la sociedad se dividía en tres sectores:
- La clase productiva (agricultores).
- La clase estéril (artesanos, comerciantes).
- La clase propietaria (terratenientes).
Los Estados debían mejorar la producción agraria, base del crecimiento económico, mediante:
- Modernización de técnicas agrícolas.
- Eliminación del barbecho.
- Distribución de tierras comunales.
- Abolición de derechos feudales.
- Liberación del comercio de granos.
La frase “dejad hacer, dejad pasar” instaba a los monarcas a eliminar aduanas internas, reducir tasas a la exportación de granos y fomentar la producción.
Adam Smith y el Liberalismo Económico
Adam Smith, economista y filósofo escocés, desarrolló la teoría del liberalismo económico. En su obra Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, argumentó que la riqueza no se obtenía por la acumulación de metales preciosos ni por la agricultura, sino por el trabajo individual en todas sus formas. Los individuos, al buscar su propio beneficio, contribuían al beneficio general de la sociedad. La división del trabajo era clave para el crecimiento económico. Los países industriales, con mayor división del trabajo e intercambio comercial, experimentaban mayor crecimiento. Para favorecer esto, era fundamental la libertad de comercio y la no intervención del Estado en la economía y la sociedad. Estas ideas fueron bien recibidas por los industriales.
La Enciclopedia Francesa: Difusión del Pensamiento Ilustrado
La Enciclopedia fue la mayor obra de divulgación de las nuevas ideas. Dirigida por Denis Diderot y Jean Le Rond D’Alembert, su objetivo era recopilar los avances científicos, artísticos, técnicos, filosóficos y políticos. A diferencia de las compilaciones antiguas que preservaban el saber tradicional, la Enciclopedia buscaba difundir nuevos conocimientos que cuestionaban el saber oficial. Diderot, inicialmente encargado de traducir la Enciclopedia Británica, incorporó ideas propias y decidió crear una enciclopedia francesa titulada La Enciclopedia, diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios. Con la ayuda de D’Alembert, se editaron 35 tomos entre 1751 y 1780. Los artículos expresaban ideas que cuestionaban el absolutismo y la religión católica. La publicación del primer tomo generó gran impacto y polémica. Las críticas la acusaron de promover el ateísmo y debilitar la monarquía. El rey Luis XV intentó suspender su edición en 1752, pero la influencia de la nobleza que apreciaba la obra logró que continuara. Siete años después, el Papa Clemente VII la incluyó en el Index de libros prohibidos de la Iglesia. Luis XV retiró el permiso, pero Diderot continuó la obra en la clandestinidad. Finalmente, fue aceptada y se editaron 4.000 ejemplares, adquiridos por la alta burguesía y la nobleza. Las discusiones públicas ampliaron su difusión a sectores sociales sin acceso a la compra. La Enciclopedia se convirtió en la principal obra del pensamiento ilustrado.
Una Nueva Sociabilidad en el Siglo de las Luces
El Estado absolutista se fue diferenciando de la sociedad civil, separando lo público de lo privado. Los sectores burgueses desarrollaron nuevas formas de sociabilidad, creando una esfera pública burguesa. Esta esfera se manifestó en la proliferación de periódicos, revistas, libros y asociaciones como salones, cafés y logias masónicas. Las ciudades fueron el espacio ideal para estas nuevas formas de sociabilidad.
- Salones: Espacios privados donde la nobleza e intelectuales burgueses, invitados por damas, debatían y difundían nuevas ideas. Las mujeres desempeñaron un papel importante como anfitrionas. En España, existían las tertulias, similares a los salones.
- Cafés: Espacios públicos donde los intelectuales se reunían para intercambiar opiniones. Se convirtieron en puntos de encuentro para la crítica literaria. En París, los cafés fueron muy populares, como el famoso café Procope.
- Logias Masónicas: Asociaciones secretas que reunían a políticos, científicos e intelectuales partidarios de la Razón. Buscaban la ayuda mutua y el desarrollo de valores como la Verdad, la Justicia, la Fraternidad, la Igualdad y la Moral. Los masones se consideraban herederos de los gremios medievales de albañiles, utilizando símbolos como el compás y el martillo. En la logia, todos eran considerados hermanos.
Las cortes reales, aunque existentes desde antes, no eran una *nueva* forma de sociabilidad. Los cafés, salones y logias fueron los espacios donde se difundió la nueva visión del mundo ilustrada, racional y tolerante. Se cuestionó la subordinación incondicional del súbdito al rey, y la sociedad de privilegios fue criticada por no corresponderse con la realidad del siglo XVIII, donde la burguesía urbana ascendía económicamente gracias al talento individual.
El Despotismo Ilustrado
El Despotismo Ilustrado fue una forma de gobierno adoptada por algunos reyes que combinaron las ideas ilustradas con el absolutismo. Los monarcas implementaron reformas en sus Estados para racionalizar la administración y presentarse como servidores de la nación. Federico II de Prusia acuñó la frase: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Las Nuevas Ideas en Hispanoamérica
Los jóvenes criollos de la élite hispanoamericana fueron educados bajo las ideas de Francisco Suárez, quien sostenía que la soberanía provenía de Dios, se depositaba en el pueblo y este la delegaba en el rey. Anticipó la idea del pacto social y aceptó la posibilidad de que el pueblo destituyera a un rey tiránico. A estas ideas se sumaron las teorías de Montesquieu y Rousseau, impulsando la emancipación de Hispanoamérica. Francisco Miranda, general venezolano, ideó un plan para la independencia de América del Sur. Perseguido por la Inquisición española por difundir obras ilustradas, escapó a Francia y luchó en la Revolución Francesa. Es el único americano cuyo nombre figura en el Arco del Triunfo de París. En 1810, se unió a la causa revolucionaria de Venezuela y fue uno de los responsables de la independencia. Finalmente, fue capturado y murió en prisión en Cádiz.
Las Reformas Borbónicas en España y América
Durante los siglos XVI y XVII, España fue gobernada por los Habsburgo. Tras la muerte de Carlos II, fue designado Luis XIV, desencadenando la Guerra de Sucesión Española contra Austria, apoyada por Portugal, Inglaterra y Holanda. La Paz de Utrecht debilitó a España, permitiendo a Inglaterra el comercio de esclavos con América durante 30 años. El sistema monopólico desapareció.
España y la Influencia de las Ideas Ilustradas
La llegada de la Casa de Borbón al trono español introdujo ideas renovadoras. Carlos III fue el rey español más destacado. Sus consejeros consideraban a América como una posesión minera que debía proveer recursos al rey. Se buscó eliminar las trabas a la producción y el comercio, promover la educación y difundir la cultura. La creación del Real Colegio de San Carlos y de la Universidad en la misma manzana llevó a que el lugar se conociera como la “Manzana de las Luces”. La frase “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” refleja la mentalidad de los déspotas ilustrados españoles.
El Significado del Reformismo Ilustrado
En el siglo XVII, España decayó como potencia. La ineficacia administrativa de los Habsburgo deterioró los vínculos con las colonias, perjudicando la economía y debilitando el imperio. En el siglo XVIII, las reformas buscaron reformular el pacto colonial y modernizar el sistema político y económico para recuperar el reino. La política reformista obligó a la corona a buscar soluciones para mejorar la recaudación fiscal. Se realizó un censo de población para ampliar el tributo y se estableció un régimen de intendencias para un mejor control económico y político. Francia dejó de ser el principal enemigo, siendo reemplazada por Inglaterra, que en el siglo XVIII incrementó sus manufacturas y su presencia en los puertos del mundo. España debió reformular su política colonial. Las reformas borbónicas buscaron el desarrollo interno de las colonias, adoptando medidas que promovieron el asociacionismo local.
El Control del Comercio entre España y las Indias
Los Borbones enfrentaron la reforma del sistema económico. Se intentó dinamizar una maquinaria anticuada. Las principales causas de la decadencia económica eran el contrabando y la evasión impositiva. En Europa, se observaba que el nivel de vida medio en Inglaterra y Holanda era superior al de Francia y España, evidenciando el atraso de la economía española. La industria española era escasa, y se importaban productos industriales para satisfacer las necesidades de la península y América. La corona recuperaba parte del dinero mediante impuestos. Los economistas españoles debatían entre reducir o eliminar las cargas impositivas. En la primera mitad del siglo XVIII, se redujeron impuestos como el almojarifazgo y la alcabala, mejorando la recaudación de la Real Hacienda. Sin embargo, esta política económica presentaba debilidades.
El Reglamento de Comercio Libre
A España le resultaba difícil impedir que Francia e Inglaterra introdujeran sus productos en las colonias hispanoamericanas. Para recomponer el poder comercial y combatir el contrabando, se dictó el Reglamento para el Comercio Libre de España a Indias. Se habilitaron nuevos puertos, se suprimieron impuestos y se mejoraron las flotas españolas. En 1796, España entró en guerra, causando la crisis del sistema de cobro de impuestos. El aumento de los gastos y la necesidad de financiar ejércitos encarecieron los fletes. Los comerciantes americanos optaron por el contrabando para obtener mercancías más baratas.
La Expulsión de los Jesuitas
En el siglo XVIII, las nuevas ideas avanzaron sobre las viejas estructuras de pensamiento basadas en lo mágico, lo mítico y lo religioso. La confianza en la razón llevó a creer que el hombre era artífice de su destino. Las problemáticas religiosas perdieron importancia en las cortes monárquicas. La Compañía de Jesús, una de las órdenes religiosas más poderosas del catolicismo, extendió su influencia por América, Filipinas y la India. El nuevo contexto histórico amenazó la existencia de los jesuitas, por ser una orden rica, protegida y autónoma, leal al Papa y no al rey. En 1767, España expulsó a los jesuitas de sus dominios. Las causas y consecuencias de esta decisión son objeto de debate entre historiadores. Algunos consideran que la medida frustró una obra civilizadora, otros que puso fin a una competencia peligrosa para la corona, tanto en lo económico como en lo militar. Otras hipótesis señalan el interés de la burguesía comercial americana en apropiarse de la mano de obra indígena controlada por los jesuitas, o la influencia de los jesuitas en los diferentes estratos sociales coloniales. Los jesuitas crearon una importante red educativa. La posesión de grandes extensiones de tierra por parte de la Iglesia influyó en la decisión de Carlos III. La expulsión representó una decisión acorde con las ideas de la época, que propiciaban la subordinación de todos los sectores al mandato del rey. El trato a los indígenas en las reducciones jesuitas fue más benévolo que en las plantaciones. Tras la expulsión, los comerciantes extendieron su actividad económica, utilizando las licencias comerciales de los clérigos. La organización indígena se desbarató, los rituales comunitarios cayeron en desuso, el ganado y los cultivos fueron saqueados, y la alimentación de los aborígenes se redujo. La corona se hizo cargo de los territorios, pero al comprobar la ausencia de oro y plata, abandonó el interés. Muchos indígenas volvieron a sus formas de vida tradicionales o se incorporaron como trabajadores rurales. En Paraguay y Brasil solo quedan ruinas de las misiones. En los poblados aledaños a las misiones de Loreto y Santa Ana se pueden ver casas hechas con piedras talladas de aquellas reducciones. La zona es una de las más pobres del país.
Portugal y Brasil en el Siglo XVIII
Durante los siglos XVI y XVII, la economía portuguesa en Brasil dependió de la exportación de azúcar. En 1654, los portugueses expulsaron a los holandeses de Recife y sus alrededores. Los holandeses se trasladaron a las Antillas y, con capitales y esclavos, compitieron con el azúcar brasileño. La crisis del azúcar en Brasil no tardó en llegar. En 1680, la economía portuguesa mostró un desequilibrio comercial con Gran Bretaña. Se implementaron políticas proteccionistas y de fomento industrial, pero quedaron en el olvido con el descubrimiento de oro. Brasil pasó del ciclo del azúcar al ciclo del oro, generando una migración hacia el sur y el oeste, y el cambio de la capital de Bahía a Río de Janeiro. En el norte de Brasil y en Río de Janeiro, surgió una sociedad señorial vinculada a la minería y el comercio ultramarino, beneficiada por la mano de obra barata de esclavos y caboclos. La minería decayó, pero en Río Grande la ganadería impulsó la economía.