La Carga: Pintura de Ramón Casas
Clasificación
La pintura es una fuente histórica primaria de contenido social, relacionado con etapa histórica de la Restauración. La pintura (cuadro al óleo) fue realizada por el pintor modernista catalán Ramón Casas en Barcelona en 1899 para la exposición universal de París, pero fue rechazada. Posteriormente la obra fue actualizada para reflejar los hechos ocurridos en la huelga general de febrero de 1902 en Barcelona y expuesta al público ese mismo año con el título La Carga (Barcelona, 1902). Desde 1911 se exhibe en el Museo de la Garrota en Olot (Girona).
Identificación de ideas
Tema y descripción del hecho histórico que representa y relación con idea principal y secundarias:
El tema principal que describe el cuadro es la carga que realiza la Guardia Civil sobre una manifestación obrera en Barcelona.
Ramón Casas, utilizando una composición nada habitual para los cuadros históricos de la época, deja el centro del cuadro vacío y sitúa el foco de la manifestación obrera en los márgenes de la escena, donde los manifestantes huyen de forma atropellada ante la carga de la Guardia Civil. A la derecha, en primer plano, observamos la carga de un guarda civil a caballo, con sable en mano, contra un obrero que cae al suelo y está a punto de ser pisoteado por un el caballo. Además, el pintor, para dar más dramatismo a la escena, crea una atmósfera cargada de humo, polvo, cielos ensombrecidos y un fondo urbano industrial difuminado.
Finalidad: Ramón Casas quiere mostrar al espectador un instante, como una fotografía, de la violencia de una carga de la Guardia Civil sobre una manifestación obrera. Los estudiosos discrepan sobre la intencionalidad del pintor, entre los que consideran que no pinta ningún hecho concreto, ya que el paisaje del fondo no es real, y solo busca hacerse eco de los hechos que ocurrían a su alrededor, y los que defienden que la obra tiene una clara intencionalidad de denuncia social y política.
El movimiento obrero en España adquirió madurez y extensión a partir del Sexenio Democrático. Anarquismo y socialismo querían mejorar la situación de los obreros y campesinos proponiendo modelos políticos y sociales propios, y que chocaban directamente con el modelo burgués liberal. En 1869 vino a España el anarquista Giuseppe Fanelli, enviado por Bakunin, que creó en Madrid y Barcelona la sección española de la AIT: Federación Regional Española. Un año más tarde (1871), llegaría a Madrid Paul Lafargue, yerno de Carlos Marx, para formar dentro de la AIT la sección de tendencia marxista. El Segundo Congreso de la Federación Regional Española de la I Internacional de Zaragoza de 1872 se realizó en la clandestinidad por la prohibición del Gobierno a que se celebrase. La represión, junto con la frustración que provocaba el incumplimiento de los políticos del Sexenio a realizar reformas sociales, llevó al movimiento obrero hacia posturas más revolucionarias contra el Estado burgués.
En el Segundo Congreso de la AIT, la mayoría de los congresistas optaron por la corriente anarquista, que encontró muchas adhesiones en los jornaleros de Andalucía y el proletariado catalán. Al inicio de la Restauración, el Gobierno declaró ilegales las asociaciones obreras vinculadas a la I AIT, llevando a cabo una dura represión contra sus líderes más destacados. Los anarquistas, obligados a permanecer en la clandestinidad, terminaron dividiéndose en dos tendencias: una que proponía replegarse a la espera de tiempos mejores, y otra, que era partidaria de la “acción directa” basada en el atentado terrorista contra representantes de las instituciones del Estado y la alta burguesía. En 1881 la legislación del gobierno de Sagasta hizo que el anarquismo retornara a la legalidad, pero nuevas acciones terroristas provocaron de nuevo una fuerte represión gubernamental sobre el movimiento anarquista. A principios del siglo XX el anarquismo, aunque irá perdiendo fuerza por la represión y por sus propias divisiones internas, seguirá teniendo peso en zonas como Cataluña, donde se fundará en 1910 el sindicato Confederación Nacional de Trabajadores (CNT).
La corriente marxista del movimiento obrero comenzó a organizarse en 1879 a partir de un pequeño grupo de tipógrafos madrileños liderados por Pablo Iglesias, que fundaron el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y en 1886 el periódico El Socialista. En su objetivo de defender a la clase trabajadora combinó su ideario revolucionario marxista de la conquista del poder por medio de una revolución obrera, con reivindicaciones más realistas obtenidas por medio de la participación política: derecho de asociación, libertad de prensa, sufragio universal, jornada de ocho horas, mejores salarios…
En 1881, la Ley de Asociación aprobada por el gobierno de Sagasta llevó al PSOE a la legalidad, lo que le permitió salir de la clandestinidad y difundir ampliamente su programa. En 1888 se crea el sindicato socialista UGT (Unión General de Trabajadores), cuyo fin era coordinar el movimiento socialista a nivel nacional y alcanzar sus reivindicaciones utilizando como instrumentos la huelga y la negociación política. Será en 1910 cuando, presentándose en coalición con los republicanos, obtengan su primer diputado en el Congreso: Pablo Iglesias.
En Barcelona, a finales del siglo XIX, ya había un importante movimiento obrero cuyas reivindicaciones chocaban con los intereses de la burguesía industrial, representada por el partido catalanista la Lliga Regionalista. Los gobiernos de la Restauración y la Lliga Regionalista oscilaron entre ver la conflictividad del movimiento obrero como un problema social, al que había que atender con medidas políticas y sociales, o tratarlo como un problema de orden público que había que reprimir duramente con la ayuda de una dura legislación (Ley de Fugas), la Guarda Civil y el Ejército. Opción esta última que será la que se irá imponiendo conforme avance el siglo XX.