La Década Infame (1930-1943)

Gobiernos durante la Década Infame

1930-1932: José Félix Uriburu (militar) derroca a Hipólito Yrigoyen en el primer golpe de Estado de la época, apoyado por nacionalistas, militares, radicales alvearistas y la Iglesia. Este gobierno, que marcó el inicio de la Década Infame, se caracterizó por la represión, la tortura (incluyendo el uso de la picana eléctrica), la persecución de opositores (reedición de la Ley de Residencia para expulsar extranjeros, principalmente anarquistas) y el fraude electoral, como se evidenció en la anulación de las elecciones de 1931, donde el radicalismo había ganado.

1932-1938: Asume la presidencia Agustín Pedro Justo (militar), con Julio Argentino Roca (h) (civil) como vicepresidente. Durante este gobierno se firma el controvertido Pacto Roca-Runciman con Gran Bretaña y se crea el Banco Central, como consecuencia directa de dicho pacto.

1938-1942: Roberto Marcelino Ortiz (radical antipersonalista) llega a la presidencia junto a Ramón Castillo (conservador) como vicepresidente. Este gobierno, producto de la alianza de partidos políticos conocida como “Concordancia”, también recurrió al fraude electoral. Entre sus acciones destacan la declaración de neutralidad de Argentina en la Segunda Guerra Mundial, el impulso del Plan Pinedo (1940), que buscaba un mercado común latinoamericano, y los intentos de Ortiz por restaurar la democracia, truncados por su muerte antes de finalizar su mandato.

1942-1943: Ramón Castillo (conservador) asume la presidencia tras la muerte de Ortiz. Contrario a las políticas de apertura democrática de su predecesor, Castillo representa la continuidad del fraude, la corrupción y el olvido de las clases populares.

1943: Un nuevo golpe de Estado, esta vez ejecutado por el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), pone fin al gobierno de Castillo y da inicio a una nueva etapa en la historia argentina.

Como se puede observar, los gobiernos de la Década Infame se caracterizaron por la alianza entre militares y sectores conservadores civiles, lo que permitió el regreso al poder de la élite terrateniente y la perpetuación de prácticas corruptas y represivas.

El Surgimiento de FORJA

En este contexto de crisis política y social, surge en 1935 la Fuerza Orientadora Radical de la Juventud Argentina (FORJA), una agrupación que, si bien se identificaba con el radicalismo, criticaba duramente la connivencia de algunos de sus líderes con el régimen imperante. FORJA abogaba por la producción nacional, la justicia social y la soberanía nacional, denunciando la corrupción, la represión y los tratados internacionales que consideraban perjudiciales para el país. Su postura crítica le valió la persecución por parte del gobierno, como lo demuestra el asesinato del senador Lisandro de la Torre, un férreo opositor al régimen que denunciaba la corrupción en el comercio de carnes con Gran Bretaña.

El Pacto Roca-Runciman (1933)

Durante el gobierno de Agustín P. Justo, se firma el Pacto Roca-Runciman con Gran Bretaña, un acuerdo comercial que tenía como objetivo principal garantizar la exportación de carne argentina al mercado británico. Sin embargo, este pacto, negociado por el vicepresidente Julio Argentino Roca (h), resultaba claramente desfavorable para Argentina, ya que perpetuaba la dependencia económica del país sudamericano.

El acuerdo establecía que Argentina debía vender a Gran Bretaña 390.000 toneladas de carne congelada al año, pero estas exportaciones debían realizarse en barcos británicos y el 85% de la carne debía ser procesada en frigoríficos de capitales británicos. Además, se eliminaban los impuestos a los productos ingleses que ingresaban a Argentina y se otorgaba a empresas británicas el control del sistema ferroviario argentino sin pagar impuestos.

El Pacto Roca-Runciman también incluía cláusulas secretas, como la creación del Banco Central de la República Argentina con capitales y directivos británicos, lo que implicaba un control directo de Gran Bretaña sobre la economía argentina. La oposición denunció este pacto como un acto de sometimiento al imperialismo británico, que solo beneficiaba a la élite terrateniente argentina y a los intereses comerciales de Gran Bretaña.

La Clase Obrera en la Década de 1930

La crisis económica mundial de 1929 y la posterior implementación del modelo económico agroexportador en Argentina tuvieron un profundo impacto en la estructura social del país. El sector agrícola, principal motor de la economía, se vio gravemente afectado, lo que provocó una migración masiva de trabajadores rurales hacia las grandes ciudades, principalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba, en busca de empleo en las incipientes industrias.

Esta nueva ola migratoria modificó la composición de la clase trabajadora en los grandes centros urbanos. Los nuevos trabajadores, provenientes del campo, no tenían experiencia en la organización sindical ni en la participación política, a diferencia de los obreros inmigrantes europeos que hasta entonces habían conformado la clase trabajadora argentina.

A pesar de la creciente industrialización, las condiciones laborales de la clase obrera durante la Década Infame siguieron siendo precarias. Los trabajadores carecían de derechos laborales básicos, como la jornada laboral regulada, las vacaciones pagas o el salario mínimo. Los convenios colectivos existentes no se respetaban y el Estado no intervenía para hacerlos cumplir.

La Formación de la CGT y la Lucha Obrera

En este contexto de crisis y represión, las diferentes corrientes del movimiento obrero (socialismo, comunismo, sindicalismo y anarquismo) deciden dejar de lado sus diferencias y unirse en 1930 para formar la Confederación General del Trabajo (CGT). La CGT se convirtió en la única central sindical del país y luchó por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, exigiendo derechos laborales básicos como la jornada laboral de 8 horas, las vacaciones pagas, el salario mínimo, la educación laica y gratuita hasta los 14 años, entre otras demandas.

La respuesta del gobierno a las demandas obreras fue la represión. Durante los gobiernos de Uriburu, Justo y Castillo, las manifestaciones obreras fueron prohibidas y reprimidas violentamente. La policía y las fuerzas de seguridad utilizaron la tortura y la persecución para silenciar a los líderes sindicales y disolver las protestas. A pesar de la represión, la clase obrera continuó organizándose y luchando por sus derechos durante toda la Década Infame.

La Década Infame representa un período oscuro en la historia argentina, marcado por la inestabilidad política, la corrupción, la represión y el sometimiento a los intereses extranjeros. Sin embargo, también fue una época de resistencia y lucha por parte de diversos sectores de la sociedad argentina, como la clase obrera y grupos como FORJA, que sentaron las bases para las futuras conquistas sociales y políticas del país.