La Desamortización en España

Concepto de Desamortización

Una desamortización se refiere a la apropiación por parte del Estado de tierras, edificios u otro tipo de bienes que pertenecían a instituciones o entidades que normalmente no enajenaban sus propiedades.

El Estado, una vez que “nacionalizó” los bienes amortizados de los eclesiásticos, municipios, entidades de beneficencia, enseñanza y otras instituciones, los debería haber vendido en el mercado libre mediante pública subasta. En muchos casos, las cosas no sucedieron así. Gobierno, municipios y diputaciones no siempre utilizaron la subasta, sino otros procedimientos como los repartimientos o roturaciones arbitrarias (cultivo de tierras sin legalizar), colonizaciones (como la de Sierra Morena) o sencillamente la apropiación indebida que, pasado el tiempo, se convertía en propiedad plena. La desamortización española tiene una larga cronología que abarca desde 1769 hasta 1924.

Etapas de la Desamortización

1. Reinado de Carlos IV

Realizada por el ministro Miguel Cayetano Soler en 1798 cuando, por necesidad de aumentar los ingresos públicos disminuidos por los gastos de la guerra, se inició una tímida desamortización.

2. Cortes de Cádiz

Las Cortes de Cádiz aprobaron en agosto de 1811 la ley que abolía los restos del régimen feudal en el campo, es decir: el vasallaje, las prestaciones jurisdiccionales y personales y los privilegios. Esta ley fue derogada por Fernando VII. El decreto de 1813 establecía la incautación de los bienes y rentas de los traidores, Inquisición, órdenes militares y conventos.

3. Trienio Liberal (1820-1823)

Se reanudó la obra de las Cortes de Cádiz. En 1820, la Ley de Desvinculación suprimió totalmente los mayorazgos y vinculaciones, abriendo la puerta para que los nobles vendieran sus tierras, lo que afectó a la nobleza con menos recursos. La ley no expropiaba las propiedades, solo obligaba a repartirlas entre todos sus hijos y permitía su enajenación (venta). Esta legislación fue anulada por Fernando VII en 1823.

Se aprobaron una serie de leyes durante el Trienio:

  • Expulsión de los jesuitas
  • Reducción del número de monasterios: los bienes de los conventos suprimidos fueron vendidos en subasta.
  • Reducción a la mitad del diezmo que pagaban los campesinos.
  • Abolición de los fueros eclesiásticos, es decir, de las leyes particulares que establecían que las personas de la Iglesia fuesen juzgadas por tribunales eclesiásticos en lugar de tribunales ordinarios.

Estas medidas tuvieron una serie de consecuencias: la mayor parte de la población española que vivía en el campo fue perjudicada. La introducción de las primeras prácticas capitalistas dificultó las posibilidades de subsistencia de la población campesina. Al suprimirse la propiedad amortizada y su sustitución por propiedad privada, que permitió que las tierras cambiasen de manos y pasasen a otros dueños, se alteraron las formas tradicionales de explotación. Los nuevos propietarios fijaban las condiciones y el precio de los arrendamientos de tierra y la libertad de contratación, con lo que muchas familias campesinas incapaces de hacer frente a tales gastos quedaban desalojadas de sus tierras que habían venido cultivando sus antepasados.

Finalmente, el establecimiento de impuestos sin que hubiesen desaparecido totalmente los diezmos acabó con la economía de muchos campesinos.

4. Regencia de María Cristina

Supone el momento desamortizador más importante. La situación política era delicada; se habían entablado las guerras carlistas. María Cristina dependía de un puñado de políticos y de los apoyos que pudiese conseguir en el ejército, pero el ejército estaba descontento pues la falta de liquidez de Hacienda motivaba el retraso de las pagas de las tropas isabelinas.

En estas circunstancias, se hizo volver a Juan Álvarez de Mendizábal, un hombre de negocios vinculado al liberalismo desde el Trienio Liberal, exiliado en Londres en 1823. Asumió primero la cartera de Hacienda y después el cargo de Primer Ministro. El gobierno isabelino necesitaba con urgencia un crédito exterior, pero la propia debilidad de Hacienda hacía que los bancos europeos no se atrevieran ante el riesgo de que el dinero no pudiera ser devuelto. Mendizábal decidió impulsar la desamortización de los bienes eclesiásticos, medida que vino precedida por una reforma simbólica e histórica: la supresión de la Mesta, fundada en Castilla en 1273, asociación de ganaderos que había garantizado durante más de 500 años el predominio de los intereses de los propietarios de rebaños trashumantes sobre los derechos agrícolas de los campesinos.

Pero cuando a principios de 1836 Mendizábal decidió acometer las reformas, estaba dando respuesta a las exigencias de la Guerra Carlista. En primer lugar, porque el dinero procedente de las ventas de los bienes expropiados a la Iglesia se iban a destinar a obtener fondos para superar el déficit de Hacienda y, de este modo, conseguir el aval para recibir los créditos que habían de financiar el ejército liberal, cuya superioridad en armamentos, efectivos y municiones resultó eficaz para el desenlace final del conflicto. En segundo lugar, porque la desamortización se concibió como un castigo contra la Iglesia por su apoyo al carlismo y, al mismo tiempo, consiguió la adhesión de ricos propietarios que pudieron comprar tierras.

Para atraerse a los campesinos y provocar su separación total del bando carlista, se suprimió el pago del diezmo, pero al conquistar a los sectores capitalistas con la esperanza de que pudiera mejorar los rendimientos agrarios de las tierras expropiadas, estimuló el rencor de los campesinos hacia el gobierno liberal, por lo que la desamortización contribuyó a agravar los males de la población rural.

5. Regencia de Espartero

Se continuó y se amplió la desamortización iniciada por Mendizábal en 1837. Se desamortizaron los bienes del clero regular (conventos y monasterios) y se completó en septiembre de 1841 con la desamortización de los inmuebles y tierras que el clero secular (sacerdotes de las parroquias, catedrales) tenía en las ciudades.

Desde el punto de vista social, la desamortización había provocado cierta crispación en las ciudades con actos de violencia anticlerical, donde algunos sacerdotes habían sido amenazados por las autoridades municipales, varios monjes asesinados y fueron perpetrados actos sacrílegos en las iglesias por los milicianos. La expropiación y posterior subasta de los inmuebles eclesiásticos de las ciudades posibilitó a los grupos financieros e inmobiliarios la adquisición de estas propiedades, engrosando sus fortunas con la construcción de edificios en un momento en que, debido a la inmigración, la demanda de vivienda era muy alta. La desamortización de inmuebles eclesiásticos dejó su huella en las ciudades, ya que contribuyó a remodelar el espacio urbano y puso en manos de la burguesía amplios espacios en el interior de las ciudades. Un buen número de conventos desaparecidos se encontraban precisamente allí y, con la desamortización, la burguesía pudo apropiarse de ellos, de los huertos anejos y de numerosas casas diseminadas por la ciudad que eran propiedad de dichas instituciones. La desamortización permitió asimismo disponer de solares para cubrir una serie de servicios públicos: como cuarteles, escuelas, facultades, cárceles, museos y bibliotecas. En Madrid, el edificio del Congreso se edificó sobre la iglesia y convento del Espíritu Santo.

6. Reinado de Isabel II. Bienio Progresista

Fue realizada por Pascual Madoz en 1855. Afectó a los bienes municipales, del clero, instrucción pública, beneficencia y la Corona. Estuvo en vigor hasta finales de siglo, por lo que constituye la etapa más importante del proceso. La nueva ley ofrecía algunas novedades: además de amortizar la deuda, se destinaría parte del producto de las ventas a equilibrar el presupuesto estatal y a subvencionar obras públicas, especialmente el ferrocarril. Otra novedad fue la de aceptar sólo dinero en metálico como medio de pago, aunque con posterioridad se admitieron títulos de la deuda.

Socialmente tuvo dos consecuencias:

  • No contribuyó a una mejora considerable de la agricultura, puesto que no iba acompañada de medidas que modernizasen la agricultura.
  • El deterioro para las familias campesinas por la privación de los bienes comunales y de propios.
  • La tensión con la Santa Sede por la violación del Concordato, debido a la liquidación paulatina del patrimonio de la Iglesia.

7. Sexenio Revolucionario (1868-1874)

Un decreto de 1868 disolvía la Compañía de Jesús, incautaba sus bienes y expulsaba a sus miembros. Este decreto se completó con la extinción de conventos, casas religiosas y derogación del fuero eclesiástico.

Consecuencias de la Desamortización

  1. Los procesos de desamortización fueron claves para poner en marcha y consolidar el sistema liberal. Desde el punto de vista urbanístico, transformó el paisaje urbano.
  2. El proceso afianzó un considerable número de propietarios agrícolas:
    • Hacendados, medianos y pequeños propietarios en pueblos, especialmente al norte del Tajo.
    • Surgió un tipo de terrateniente o hacendado de nuevo cuño.
    • Aumentó la propiedad de los ya latifundistas.
  3. En cuanto a los grupos sociales, en general, se potenció lo que ya había. En las ciudades (especialmente Madrid) se benefició la naciente burguesía de los negocios. Donde había labradores acomodados y medianos, los primeros se fortalecieron y muchos de los segundos pasaron a ser acomodados. Donde había terratenientes, estos solían aumentar las propiedades. Las pequeñas tierras fueron adquiridas por los habitantes de las localidades próximas y las de mayor tamaño y valor cayeron en manos de personas más ricas que solían vivir en ciudades o en las cabeceras comarcales.
  4. En cuanto a la distribución geográfica:
    • En la zona meridional, la desamortización mantendrá o incluso acentuará la concentración de la propiedad.
    • En la zona septentrional, tierras de predominio de explotaciones medias y pequeñas, la desamortización potencia este tipo de estructura.
  5. El leve incremento de la productividad a partir de la década de 1870 supuso una mejora cualitativa con la utilización de abonos químicos.
  6. Una mejor selección de tierras para el cultivo, de acuerdo con las condiciones peculiares de cada zona.
  7. El tendido de la red ferroviaria, que provoca la integración de mercados.
  8. Mejoras técnicas y creación de explotaciones modernas (industrialización del entorno, regadíos, sistema crediticio, electrificación, creación de una mejor red de comunicaciones y canales de comercialización, concentración parcelaria, importación de maquinaria agrícola, etc.)
  9. Aparición de nuevos cultivos como los cítricos (naranja), maíz, patata y remolacha; el cultivo del viñedo y la extensión del olivo en dos zonas: la andaluza (con centros en Jaén y Córdoba) y la ibérica (con núcleos del bajo Aragón y Cataluña).