Desde el triunfo en la Guerra Civil en 1939 hasta su muerte en 1975, Francisco Franco gobernó España de forma dictatorial. Tras una larga posguerra, se produce una lenta recuperación hasta alcanzar un notable desarrollo económico a partir de la década de los 60, acompañado de notables transformaciones sociales. En un contexto de mayor bienestar, la sociedad española en general y la vasca en particular demandan libertad, mientras que el régimen no tiene otra respuesta que el endurecimiento de su política represiva.

La Posguerra y la Represión (1939-1953)

Tras la guerra, y como ocurrió en otras zonas, la sociedad vasca quedó dividida entre los que apoyaron el nuevo régimen (militares, falangistas, empresarios…) y los contrarios al mismo (nacionalistas, comunistas, socialistas…). En los años 40, una importante parte de la población sufrió una represión brutal, prohibiéndose toda manifestación cultural vasca. En el ámbito político, se desarticularon todas las instituciones creadas durante la República, incluido el Estatuto de Autonomía. En octubre de 1936, se promulgó el Decreto-Ley de Abolición de los Conciertos Económicos de Vizcaya y Guipúzcoa, y el Gobierno Vasco, presidido por José Antonio Aguirre, emprendió el camino del exilio. En este contexto, las fuerzas políticas vascas y el resto de las fuerzas políticas españolas firmaron el Pacto de Santoña en 1947 con el objetivo de restablecer la República.

Desde el punto de vista económico, los años de la posguerra fueron muy duros por las consecuencias del conflicto y por la política autárquica, acompañada del asfixiante intervencionismo estatal.

El Desarrollismo Económico (1953-1973)

El reconocimiento internacional (acuerdos con EEUU en 1953) y el comienzo del despegue abren una etapa de crecimiento económico en Vizcaya y Guipúzcoa con el Plan de Estabilización de 1959 y los Planes de Desarrollo (1962-1975). La industria siderometalúrgica, química, naval e incluso el sector financiero protagonizaron un periodo de espléndidos resultados y elevados beneficios. La gran burguesía, grupo hegemónico de la economía vasca, sería la principal protagonista del crecimiento, favorecido por el capital autóctono y extranjero.

En Guipúzcoa surge el Cooperativismo en Arrasate-Mondragón, y su promotor fue el padre José María Arizmendiarrieta, militante de los grupos católicos progresistas. En 1956 se creó la primera empresa cooperativa, llamada ULGOR, y a partir de ese momento el cooperativismo se extendió rápidamente e impulsó el desarrollo industrial (Fagor, Caja Laboral Popular…). También comenzó la industrialización de Álava en torno a su capital, Vitoria-Gasteiz.

El desarrollismo tuvo consecuencias demográficas y sociales muy significativas: gran desarrollo urbano e incremento de la población, producido por la llegada de inmigrantes. El contacto con otras formas de vida y otros modelos de comportamiento político y social, y el menor influjo de la Iglesia en la vida cotidiana, dio paso a una sociedad más materialista, basada en el placer, la permisibilidad y el consumismo; una nueva sociedad instalada en la cultura del bienestar y la tolerancia.

La Oposición al Régimen

Pero a medida que se producían estos cambios, las contradicciones del régimen se hacían más evidentes, y la oposición redobla sus acciones de protesta, implicando a nuevos sectores de la población.

Se reactivó el movimiento obrero, adoptando nuevas estrategias tanto en el plano político como en el económico, liderado por CCOO, UGT y el sindicato nacionalista ELA.

En este mismo sentido, la Iglesia vasca desempeñó un papel muy importante y fue retomando su postura militante y nacionalista. Aumentó el tono de sus críticas contra el régimen (escrito de 339 sacerdotes vascos en 1960) e incluso llegó a tener enfrentamientos directos con el gobierno franquista, como el caso del obispo de Bilbao, Antonio Añoveros Ataún, en 1974, en cuya homilía defendía públicamente el derecho del pueblo vasco a preservar su identidad.

La oposición de los grupos políticos también creció. En 1959 nace ETA, organización en la que pronto se perfilan dos tendencias: la línea más moderada, partidaria de colaborar con los movimientos obreros y que eligió la vía política, y, por otro lado, la vía más radical o militar, que optó por la lucha armada. En diciembre de 1970 se inició el Proceso de Burgos, en el que 16 miembros de la organización terrorista estaban acusados de asesinato y actos violentos. El juicio, en que se solicitó un elevado número de penas de muerte, provocó una protesta generalizada dentro y fuera de España. La decisión final fue de 8 penas de muerte, que finalmente se indultaron.

En ese ambiente, las manifestaciones de la oposición al franquismo fueron cada vez más numerosas; en cualquier acto cultural o político se aprovechaba la oportunidad para hacer públicas las reivindicaciones del restablecimiento de la democracia.

Los Últimos Años de la Dictadura

Los últimos años de la dictadura estuvieron marcados por el aumento considerable de la violencia. En el terreno económico, la crisis mundial de 1973 pondría de manifiesto los importantes problemas que hacían necesaria la reconversión industrial. Pero esto pertenece a la etapa de la transición y consolidación de la democracia.