La Unión Dinástica de los Reyes Católicos y la Expansión Territorial

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, herederos de las coronas con mayor peso en la Península Ibérica, dio origen a la monarquía hispánica. Esta unión dinástica, donde cada reino seguía rigiéndose por sus leyes e instituciones, formó un estado plural y no unitario. Solo tenían en común la misma monarquía. Se denominaba a España a la asociación de todos los pueblos de la Península.

Unidas, Isabel y Fernando comenzaron la unificación de los reinos hispánicos, empezando por el último territorio musulmán, consiguiendo el Reino de Granada en 1492. Más tarde se incorporó Navarra a Castilla en 1515.

Imposición de la Religión

Los Reyes Católicos, a pesar de gobernar sobre una sociedad con gran pluralismo religioso, se empeñaron en difundir el catolicismo. El instrumento central de esta política fue el Tribunal de la Santa Inquisición. También pronto se decretó la expulsión de los judíos por no aceptar convertirse al catolicismo.

Sociedad y Economía

La sociedad de la época se caracterizaba por la desigualdad. La actividad económica principal era la agricultura, y la nobleza y la iglesia eran propietarias de las tres cuartas partes de las tierras de cultivo. Los plebeyos, la mayor parte de la población, eran jornaleros y campesinos sin propiedades. La población urbana era escasa.

El Descubrimiento de América y la Expansión Colonial

Cristóbal Colón presentó a Portugal y a los Reyes Católicos su plan de llegar a las tierras asiáticas navegando hacia el oeste, basándose en la esfericidad de la Tierra. Su objetivo era encontrar una ruta más rápida para el comercio de oro y especias. Ambos rechazaron inicialmente la propuesta, pero Isabel finalmente aceptó y puso los medios para el viaje.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió de Palos de la Frontera (Huelva) y alcanzó tierra el 12 de octubre de ese año. Murió en 1506 convencido de que había llegado a tierras asiáticas.

La Conquista de América

La conquista de América se desarrolló en dos etapas principales:

  • Hernán Cortés: Se adentró en el territorio habitado por la civilización azteca, la venció y nombró al territorio Nueva España. También conquistó la meseta central mexicana y más tarde la civilización maya.
  • Francisco Pizarro: Conquistó el Imperio inca, que abarcaba los actuales Perú, Ecuador y parte de Bolivia.

Organización de las Colonias

Las tierras conquistadas fueron incorporadas a la Corona de Castilla, que tuvo un monopolio sobre la inmigración y el comercio. Las Indias copiaron la organización institucional castellana, se instauraron municipios y virreinatos, que inicialmente fueron dos: Nueva España y Perú.

Se desarrolló una legislación específica para la organización de los nuevos territorios. La primera recopilación fue conocida como las Leyes de Burgos. Las colonias se convirtieron en una fuente de ingresos para Castilla. Las tierras fueron repartidas entre los colonizadores, a quienes se les entregaba una finca y un grupo de indios para que trabajaran en ella, surgiendo así las encomiendas. Las minas eran propiedad real, pero su explotación se otorgaba a particulares.

Lo más común fue la mita, un sistema de trabajo forzoso de los indígenas que se articulaba en forma de sorteos. Se promulgaron las Leyes Nuevas de Indias para mejorar las condiciones de vida de los indígenas, aunque en la práctica fueron incumplidas.

Carlos I y el Proyecto Imperial

Carlos I, primogénito de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, nació en Gante (actual Bélgica). Fue proclamado rey en Bruselas y posteriormente llegó a España. Su herencia era inmensa: heredó los territorios de la Casa de Habsburgo (Austria, Países Bajos, Franco Condado) y los de la Corona de Castilla y Aragón.

Cuando falleció su abuelo, Maximiliano I, fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V. Su objetivo era el mantenimiento de una monarquía cristiana y universal. Aunque pasó 14 años en España, prestó más atención a su función como emperador de Occidente que como monarca español.

Por motivos de salud, abdicó en su hijo Felipe II, a quien cedió todos sus territorios excepto el archiducado de Austria y los derechos al título imperial, que cedió a su hermano Fernando.

Felipe II y la Consolidación del Imperio

Felipe II, hijo de Carlos I, no recibió el título de emperador, pero sí heredó un vasto imperio. A diferencia de su padre, se dedicó de lleno a gobernar sus reinos. Consolidó y reestructuró las instituciones de gobierno, y fijó una sede permanente para la corte en Madrid, estableciendo así la capitalidad en esta ciudad. Siguió manteniendo el ideal de defensa del catolicismo.

Economía y Sociedad en el Siglo XVI

El siglo XVI se caracterizó por un incremento continuado de la población, debido al crecimiento natural y a la llegada de población desde América. La agricultura experimentó un alza constante, aunque la expansión económica del siglo XVI no mejoró ni transformó la estructura agraria.

A principios del siglo XVI, también se produjo una expansión industrial artesanal, impulsada por la demanda del mercado americano. El comercio fue el sector con mayor desarrollo, gracias a la explotación del Nuevo Mundo. El crecimiento se centró en las ciudades castellanas y en los puertos del Atlántico.

Sociedad Estamental

La sociedad del siglo XVI se caracterizaba por la preeminencia de la nobleza y el clero, y la persecución de cualquier disidencia religiosa o ideológica. La nobleza representaba el 5% de la población, el clero entre el 5 y el 10%, y los no privilegiados el 80% restante. Dentro de este último grupo, se encontraban los campesinos, la población urbana y los grupos marginados como los moriscos y los judíos conversos, que eran perseguidos y discriminados.

La Guerra de los Treinta Años

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue un conflicto de signo religioso, al enfrentar a protestantes y católicos, pero también significó una pugna política contra el dominio de Europa de los Habsburgo austriacos y españoles.

Los contendientes, agotados por la larga guerra, pactaron la Paz de Westfalia en 1648. España reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Países Bajos). La guerra con Francia continuó hasta 1659, cuando se firmó la Paz de los Pirineos, en la que España cedió territorios que tenía al norte de los Pirineos.