La Monarquía Española bajo los Borbones: Centralización y Racionalización Administrativa

El ascenso al trono del primer Borbón, Felipe V, marcó un cambio radical en la estructura política de España, pasando de una Monarquía Hispánica compuesta a una monarquía administrativa centralizada. Este cambio, fundamentado en los principios del absolutismo, buscó solucionar los problemas del país mediante la unificación y centralización del poder político.

La Unificación Política

La unificación política se basó en la implementación de una administración territorial de nueva planta, siguiendo el modelo castellano. Esta reorganización implicó los siguientes cambios:

  • Abolición de las peculiaridades jurídicas y políticas entre los distintos reinos: La victoria de Felipe V permitió la eliminación del antiguo entramado jurisdiccional, tratando a los antiguos reinos como nuevas conquistas. Los Decretos de Nueva Planta redujeron los fueros y sometieron los territorios al uso, práctica y forma de gobierno que se tiene y ha tenido en Castilla, logrando así la uniformización administrativa.
  • Creación de un modelo único de administración territorial y local: Se suprimieron los antiguos virreinatos, convirtiéndolos en provincias. Se extendió el régimen de Capitanías Generales (el Capitán General, además de funciones militares, acumulaba funciones políticas y administrativas) y Audiencias (alto tribunal de justicia y órgano consultivo del capitán general) para la gobernación del territorio. España quedó dividida en doce capitanías generales.

Otra reforma importante fue la introducción de los intendentes. Tras varios ensayos en la primera mitad del siglo XVIII, la Real Ordenanza de 1749 dispuso la constitución de veintiocho intendencias: cuatro en Aragón, una en Navarra, otra en Canarias y veintidós en la Castilla peninsular.

En el régimen municipal, los decretos de Nueva Planta extendieron el régimen municipal castellano (corregidores) a la Corona de Aragón. En las localidades importantes, los regidores eran elegidos por decisión real.

La Centralización del Poder Político

Esta reorganización administrativa coincidió con una reorganización del poder central, basada en el principio de que el rey era el único depositario del poder político. Cualquier cargo de gobierno se ejercía por delegación regia y bajo su estricto control. La modificación más importante fue la sustitución del sistema polisinodial por uno personal: las secretarías.

Los Consejos

Los Consejos quedaron reducidos al ámbito contencioso, mientras que las funciones gubernamentales y administrativas recaían en el rey y sus ministros. Algunos consejos desaparecieron y otros vieron sus funciones limitadas. Solo el Consejo de Castilla mantuvo su importancia como cuerpo consultivo del monarca, elaborando proyectos de ley y actuando como alto tribunal de justicia.

Las Cortes

Las Cortes también fueron uniformizadas. Los Decretos de Nueva Planta extinguieron las cortes de Cataluña, Aragón y Valencia (excepto las de Navarra), incorporando sus procuradores a las de Castilla. Sin embargo, los monarcas consideraban las cortes una institución incompatible con el absolutismo, limitando sus atribuciones a un papel meramente formal.

Las Secretarías de Despacho

Frente al antiguo sistema, Felipe V y sus sucesores crearon una estructura paralela basada en la eficacia técnica: las secretarías de despacho. Inicialmente una sola, la Secretaría del Despacho Universal, se dividió posteriormente, dando origen a los futuros ministerios. Para coordinar las Secretarías, Carlos III creó la Junta Suprema de Estado, precursora del Consejo de Ministros.

El Regalismo

La centralización política y el absolutismo monárquico también se manifestaron en la relación con la Iglesia a través del regalismo. Esta política se caracterizó por:

  • La defensa de las prerrogativas regias frente a las eclesiásticas.
  • La intervención estatal en los asuntos eclesiásticos.
  • El establecimiento del Regium exequatur.
  • El establecimiento de los recursos de fuerza.
  • El control de la enseñanza.