La Oposición al Régimen de Primo de Rivera y el Fin de la Dictadura

En muchos sectores era patente un descontento creciente contra el régimen de Primo de Rivera:

  • Los Republicanos

    Se habían organizado en la llamada Alianza Republicana.

  • Los Intelectuales

    Una gran parte de los intelectuales como Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez o Menéndez Pidal se opusieron al régimen. Unamuno fue destituido de su cargo de rector de la Universidad de Salamanca y desterrado a Fuerteventura. La oposición en el mundo universitario se centró en las revueltas estudiantiles organizadas por la FUE (Federación Universitaria Española). Las revueltas de los universitarios en el curso 1928-29 acabaron con represiones y con el cierre de la Universidad.

  • Los Anarquistas

    Crearon en 1927 la FAI.

  • El PSOE

    Pasó a la oposición sobre todo a partir de 1929.

  • Los Nacionalistas Catalanes

    Las medidas que había tomado Primo de Rivera contra el uso del catalán en actos públicos, de la bandera, etc., hicieron que fuera muy impopular en Cataluña.

  • Parte del Ejército

    Estaba descontento porque Primo de Rivera favorecía a los militares de Marruecos. La armonía dentro del cuerpo militar se rompió y esto favoreció la caída del régimen.

Aparte de esta oposición, a la caída del régimen también contribuyó la crisis económica que estalló en 1929. El crack de la Bolsa de Nueva York se produjo en octubre de ese año y dio inicio a lo que se conoce como Gran Depresión. España, al igual que los demás países, sufrió sus consecuencias. Primo de Rivera se encontraba cada vez más solo. Alfonso XIII se fue distanciando cada vez más del dictador, que al final presentó la dimisión en enero de 1930.

La “Dictablanda” y el Hundimiento de la Monarquía

Después de la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII intentó volver al sistema constitucional anterior a la dictadura, es decir, al sistema de la Restauración y de la Constitución de 1876. Para ello nombró jefe de gobierno a otro militar, el general Berenguer, pero no encontró casi apoyos. Este gobierno transmitía una imagen de debilidad que popularmente se ridiculizó con el nombre de “Dictablanda”. En noviembre de 1930, Ortega y Gasset publicó un artículo titulado “El error Berenguer” en el que criticaba duramente la situación y concluía con la frase “Delenda est Monarchia” (la monarquía debe ser destruida).

De hecho, gran parte de la oposición se había puesto de acuerdo en el llamado Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), para terminar con la monarquía. Este pacto había sido firmado por nacionalistas catalanes, socialistas, republicanos y algunos intelectuales. En octubre se unieron al pacto el PSOE y la UGT.

En diciembre de 1930 en Jaca hubo un intento de pronunciamiento militar para proclamar la República, pero los dos capitanes que lo promovieron acabaron fusilados por parte de militares republicanos. Otros pronunciamientos republicanos no prosperaron de momento (diciembre de 1930).

Berenguer dimitió en enero de 1931 y pasó a ser el jefe de gobierno el almirante Aznar.

Se convocaron unas elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Los resultados fueron más favorables en proporción a los monárquicos que a los republicanos; pero estos últimos triunfaron indiscutiblemente en las grandes ciudades donde no cabía pensar en las manipulaciones caciquiles, y se consideraron vencedores. Los monárquicos se sintieron derrotados. El mismo Aznar reconoció el triunfo moral de la República. El 14 de abril de 1931 salió de España Alfonso XIII, y aquel mismo día se proclamaba la Segunda República.

El Gobierno del Frente Popular y el Levantamiento Militar

La campaña electoral de 1936 fue muy tensa. En estas elecciones acudió toda la izquierda unida en una coalición llamada Frente Popular. Incluía a republicanos, comunistas y socialistas. Su programa defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados tras los sucesos de octubre de 1934, y sobre todo, la aplicación de la política reformista iniciada en el primer periodo de la República.

La derecha, en realidad, mejoró sus resultados en las dos Castillas, León, Navarra y parte de Aragón, pero la izquierda era mayoritaria en las grandes ciudades y en las regiones del litoral. Tuvo gran importancia la participación de los anarquistas de la CNT, que esta vez pidieron el voto para el Frente Popular.

Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República, y Casares Quiroga, jefe de gobierno. El nuevo gobierno puso rápidamente en marcha el programa electoral:

  • Se decretó una amnistía para los detenidos por los sucesos de octubre de 1934 y se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de las huelgas que se produjeron.
  • Se restableció el Estatuto de autonomía de Cataluña, mientras se iniciaban las negociaciones para la aprobación de un estatuto para el País Vasco y otro para Galicia.
  • Se reanudó la Reforma Agraria, acelerándose el asentamiento de campesinos.

La vuelta de la izquierda agravó el clima de tensión social:

  • Los partidos y los sindicatos de izquierda adoptaron posturas revolucionarias: en las ciudades se convocaban huelgas; en el campo se producían ocupaciones de tierra antes de que se decretara su legalidad. Los socialistas, liderados por Largo Caballero, radicalizaron sus posturas hacia la revolución socialista.
  • Los sectores de la derecha reaccionaron negativamente al nuevo impulso reformador. Muchos propietarios de tierras se oponían a la reforma agraria; algunos empresarios industriales cerraron fábricas y expatriaron capitales. La iglesia temía el retorno a la política anticlerical.

Entre los partidos de derecha, empezó a tener un fuerte protagonismo Falange Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera. Recurría constantemente a la violencia callejera, utilizando la “dialéctica de los puños y las pistolas”, en palabras del propio José Antonio. Grupos de falangistas formaron patrullas uniformadas y armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas; los enfrentamientos entre militantes de derecha e izquierda se multiplicaron entre febrero y julio de 1936.

Este clima de violencia favoreció que, entre los sectores más conservadores de la sociedad, empezara a rondar la idea del golpe de Estado militar como la única solución.

La Preparación del Golpe de Estado

La conspiración militar llevaba ya meses planeándose. De hecho, ya en abril de 1936 hubo un primer intento de golpe que fracasó debido a la falta de organización. El gobierno republicano se limitó a dispersar a los militares sospechosos: Franco a Canarias, Mola a Navarra, Goded a Baleares.

Los militares golpistas, desde sus nuevos destinos, continuaron adelante con su plan. El general Mola, desde Pamplona, se encargó de dirigir la conspiración y buscar apoyos políticos. El general Franco, desde Canarias, debería volar a Marruecos para ponerse al frente del ejército de África, una fuerza clave para el éxito del alzamiento militar, por ser el mejor preparado. El plan consistía en conseguir que el máximo número de cuarteles se pronunciaran simultáneamente por toda España, considerándose claves para el triunfo los de Madrid y Barcelona, así como el ejército africano.

El golpe se precipitó debido al encadenamiento de una serie de acontecimientos. El 12 de julio de 1936, el teniente Castillo, de la Guardia de Asalto (cuerpo policial creado en la República, de tendencias izquierdistas), fue asesinado. El 14 del mismo mes, secuestraron y asesinaron al líder del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo.

El día 17 de julio, las tropas de Marruecos se sublevaron. Al día siguiente hicieron lo mismo numerosos cuarteles españoles. Sin embargo, el alzamiento no logró imponerse en las dos ciudades más importantes, es decir, en Madrid y Barcelona, quedando España dividida en dos zonas de prácticamente el mismo tamaño. Esto desembocó en una guerra civil que duraría tres largos años.