La Primera República Española (1873-1874): Federalismo, Cantonalismo y Reformas Económicas
La Primera República Española (febrero 1873 – enero 1874) fue un breve pero intenso período de la historia de España, marcado por el intento de establecer un sistema político republicano y federal, así como por importantes reformas económicas.
La Primera República (febrero 1873 – enero 1874)
La Asamblea Nacional designó a Estanislao Figueras como presidente de una República Unitaria, pero inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido fue convocar unas Cortes Constituyentes por sufragio universal para todos los varones mayores de 21 años para promulgar una nueva constitución. Los problemas más graves radicaban en la grave crisis de la Hacienda, la incipiente guerra carlista (1872-1876), el problema de Cuba y la escasa colaboración del ejército, más inclinado al moderantismo y simpatizante de los alfonsinos. En sus meses de gobierno pudo poner en marcha ciertas medidas democráticas, tales como la promulgación de la amplia amnistía o la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Pero la república carecía de apoyos sociales, de manera que el resultado de las primeras elecciones dio el triunfo a los republicanos federales. Las nuevas Cortes proclamaron la República Democrática Federal siendo proclamado como presidente de gobierno Pi i Margall.
El Proyecto Federal y la Revolución Cantonal
Con el triunfo de los republicanos federales surgieron entre ellos discrepancias sobre los pasos que debían seguirse en la organización de la España federal. La comisión de las Cortes encargada de elaborar la nueva constitución tenía como referencia la de Estados Unidos y contemplaba la nación dividida en 17 estados, entre los que figuraban como tales Cuba y Puerto Rico. Cada estado podría elaborar su propia Constitución que, en cualquier caso, debía estar comprendida en el marco que delimitaba la Constitución federal, sin sobrepasar sus límites. Se produjo una división política:
- Los transigentes o federalistas, que constituían la mayoría, encabezados por Pi i Margall, consideraban primordial conseguir el orden social para luego proceder a construir una República Federal desde arriba.
- Los intransigentes que defendían que se debía comenzar por la construcción de la federación desde abajo, lograda la cual debía llegar la paz social.
Ambos grupos presentaron a las Cortes sus propios proyectos para una Constitución Federal. Pero en Cartagena comenzó una sublevación popular exigiendo el establecimiento de cantones libres – revolución cantonal – y luego se extendió por otras ciudades del sur y del levante peninsular. Por lo tanto, la Constitución Federal de 1873 fue otra de las non natas que, debido a las circunstancias anteriormente expresadas, no llegó a aprobarse.
En esta revolución cantonal (en la que cada población que quería se declaraba cantón independiente del poder central) confluyeron tres revoluciones distintas: la regionalista, la política y la social. Las clases populares, creyendo encontrar en el federalismo la panacea de sus males – igualdad plena y un mayor reparto de las riquezas- , siguieron a los federales intransigentes, que querían dar el poder de decisión a las regiones y acabar con el centralismo.
De Salmerón a Castelar: El Fin de la República
Pi i Margall, al no poder alcanzar la aprobación del proyecto y viéndose desbordado por la revolución de los cantones, dimitió, sucediéndole Nicolás Salmerón. Éste, durante su escaso mes y medio de mandato, se limitó a establecer militarmente el orden y a reprimir de modo especial los movimientos obreros internacionalistas, especialmente en Alcoy.
Salmerón dimitió por problemas de conciencia (no quiso firmar unas penas de muerte contra los revolucionarios) y el 6 de septiembre fue elegido nuevo presidente del gobierno el catedrático de universidad Emilio Castelar. Su programa se redujo básicamente a restablecer el orden, porque si bien había finalizado el movimiento cantonal, quedaban otros focos de desorden: la guerra carlista en el norte y Cuba –1868 hasta 1878.
Este intento de conseguir la estabilización del régimen fue interrumpido por el golpe de Estado del general Pavía (enero 1874), quien con las fuerzas de la Guardia Civil, disolvió las Cortes Constituyentes, dando fin a la Primera República.
Situación Económica Durante el Sexenio Democrático
Los progresistas y demócratas, que fueron los que dirigieron el país durante estos seis años, pusieron en marcha una serie de medidas encaminadas a potenciar el crecimiento económico. La figura principal durante el gobierno provisional de Serrano fue Laureano Figuerola quien propuso reformas importantes:
- Creó una nueva moneda en 1868, la peseta.
- Intentó llevar a cabo una reforma fiscal que suprimiera los “consumos”, pero se frustró ante los apuros económicos de la Hacienda.
- Creó el Banco Hipotecario en 1872.
- Otorgó al Banco de España el monopolio de la emisión de billetes.
- Ley Arancelaria de 1869 que rebajaba los impuestos aduaneros para facilitar la importación de bienes de consumo. Se pretendía que la industria española se pusiese en pocos años en condiciones de poder competir con el exterior.
- Ley de Sociedades Anónimas y la Ley de Minas de 1871. Ésta última facilitó la llegada de capitales y la exportación masiva de minerales en las décadas siguientes.
Balance del Sexenio Democrático
El Sexenio vino a mostrar la debilidad de los apoyos sociales e institucionales con que contaba la democracia en España. La burguesía, atemorizada por el desarrollo del movimiento obrero y el peligro carlista, se replegó hacia posiciones conservadoras y autoritarias. A pesar del fracaso democrático, el sexenio produjo importantes transformaciones en la legislación y en la economía, posibilitó el desarrollo del movimiento obrero y creó el primer precedente de constitucionalismo democrático y federal.