La Reconquista en la Península Ibérica

Los Primeros Núcleos de Resistencia

Tras la conquista musulmana de la mayor parte de la Península Ibérica en el 711, surgieron diversos núcleos de resistencia cristiana en las montañas del norte:

a) Los Enclaves Cantábricos

Habitados inicialmente por una población hispana escasamente romanizada, pronto se unieron nobles visigodos y eclesiásticos que rechazaban la dominación musulmana. En Asturias, surgió un núcleo de resistencia en torno a la figura de Don Pelayo, quien se proclamó rey tras su victoria en Covadonga. En los siglos siguientes, los reyes de Asturias aprovecharon el desinterés de los gobernantes de Córdoba por las tierras del norte para expandir su territorio. Alfonso III trasladó la capital de Oviedo a León, creando así el reino de León. El siglo X fue difícil para León, que sufrió los ataques del Califato de Córdoba y la independencia del Condado de Castilla, impulsada por el conde Fernán González.

b) Los Núcleos Pirenaicos

En los Pirineos, aparecieron tres zonas de resistencia:

  • En la zona del Pirineo catalán, Carlomagno, buscando crear una frontera segura contra el avance musulmán, creó la Marca Hispánica. En el siglo X, los condes catalanes lograron independizarse del control franco.
  • En el Pirineo central, surgieron varios condados, entre los que destacó Aragón.
  • En el Pirineo occidental, se constituyó en el siglo IX el reino de Pamplona, del cual emergería en el siglo X el importante reino de Navarra.

Etapas de la Reconquista

El término Reconquista se refiere a la expansión territorial que, desde el siglo XI, llevaron a cabo los reinos cristianos del norte de la Península a costa de los territorios musulmanes de Al-Andalus. Las relaciones entre ambos bandos fueron complejas, con avances, estancamientos e intercambios culturales. Los factores que facilitaron la conquista cristiana fueron: la necesidad de tierras para alimentar a la población, la división y crisis en Al-Andalus, la creciente fortaleza política de los reinos cristianos y la introducción de la idea de Cruzada.

Las etapas de la Reconquista fueron:

  1. Siglo XI: Avance asimétrico hasta la línea de los ríos Ebro y Tajo.
  2. Siglo XII: Tras la victoria cristiana en las Navas de Tolosa, se produce un gran avance. Fernando III conquista Córdoba, Sevilla y Cádiz. Su hijo, Alfonso X, se adueña de Huelva y Murcia. Jaime I de Aragón avanza hasta Alicante y las Islas Baleares, y los reyes de Portugal llegan hasta el Algarve.
  3. Siglos XIV y XV: A pesar de pequeñas conquistas, la Reconquista castellana se detiene por diversos factores. A finales del siglo XV, los Reyes Católicos conquistan Granada.

Modelos de Repoblación

La Repoblación consistió en poblar con colonos los territorios conquistados para lograr su control efectivo, encargándose de su defensa, explotación económica e integración de la población. Fue un fenómeno paralelo a la conquista y dio lugar a una nueva organización territorial. Existieron diferentes modelos de repoblación:

  1. Siglos VIII-X: El primer modelo fue la presura, que consistía en dar la propiedad de la tierra a quien la ocupara, siendo luego confirmada por el rey. Se utilizó en la zona del Duero y en zonas de Cataluña, dando lugar a pequeñas propiedades en manos de campesinos libres. También se produjo repoblación nobiliaria y monacal, que generó señoríos.
  2. Siglos X-XI: Para promover la repoblación entre el Duero y el Tajo, y en el valle del Ebro, los reyes crearon concejos y ciudades con fueros y cartas pueblas, que otorgaban libertades y privilegios a sus habitantes para atraer población a zonas fronterizas. En estas zonas, coexistieron tres tipos de propiedades: la pequeña propiedad campesina, la propiedad comunal y la gran propiedad.
  3. Siglo XII: El gran avance reconquistador hizo que la repoblación tuviera un marcado carácter nobiliario y eclesiástico. Hasta Sierra Morena, los principales beneficiarios fueron la nobleza y las órdenes militares, que recibieron grandes extensiones de tierras dedicadas a la ganadería. Los reyes otorgaron la mayor parte de las tierras del valle del Guadalquivir a la nobleza castellana. Se mantuvo la repoblación concejil. En la zona oriental y en parte de Andalucía, se utilizó el repartimiento.

Sociedad Estamental

La sociedad de la época era feudal y estamental, muy jerarquizada. La alta nobleza y el alto clero ocupaban el estrato superior. En el nivel inferior se situaba la gran masa de campesinos, libres o semilibres, que vivían de sus pequeñas explotaciones agrícolas o trabajaban en los latifundios de la nobleza. Dos estamentos, la nobleza y el clero, disfrutaban de privilegios, mientras que la mayoría de la población carecía de ellos y solía estar sometida, en las zonas rurales, al vasallaje de un señor.

Una Cultura Plural

Durante la Edad Media, al tiempo que se producía el enfrentamiento armado entre cristianos y musulmanes, y conflictos con la comunidad judía, tuvo lugar la coexistencia pacífica entre las tres culturas y religiones presentes en la Península. Hubo comunidades judías en territorio cristiano y musulmán, así como cristianos en Al-Andalus y musulmanes en zona cristiana, lo que permitió las interconexiones culturales.

Hasta finales del siglo XI, Al-Andalus fue culturalmente superior a los reinos cristianos. Córdoba era un gran centro cultural que recibía influencias de todos los territorios islámicos. La zona cristiana tuvo un impulso importante con la formación de las lenguas romances y el surgimiento del Camino de Santiago, que se convirtió en un vehículo de difusión cultural a través del cual entraron elementos europeos y se difundieron los hispano-musulmanes.

El impulso más importante lo dio Alfonso X con la Escuela de Traductores de Toledo, donde estudiosos judíos, musulmanes y cristianos traducían al árabe, latín y castellano obras griegas y romanas. Pero junto a estos periodos de convivencia, hubo otros en los que prevaleció la confrontación religiosa, causada tanto por la mentalidad de cruzada como por la de yihad. En el siglo XV, se generalizó una mentalidad intolerante que dio lugar a la persecución y expulsión de los judíos, a la conversión forzosa y asimilación cultural de los moriscos, y finalmente a su expulsión.

La Crisis de la Baja Edad Media

Los siglos de la Baja Edad Media se caracterizan por una profunda crisis que afectó tanto a Aragón como a Castilla e interrumpió la fase expansiva de la Plena Edad Media.

Aspecto Demográfico

Se produjo un aumento de la mortalidad y un descenso de la población: la Corona de Aragón perdió un tercio de su población y el reino de Castilla un quinto. Las causas fueron las hambrunas producidas por las malas cosechas, debidas a una climatología adversa, y sobre todo a las epidemias.

Aspecto Económico

Hubo un descenso de la actividad económica por el agotamiento de las tierras y la falta de mano de obra. En Castilla, se desarrolló la ganadería trashumante y los ganaderos más poderosos obtuvieron privilegios para la Mesta. Solo el comercio se mantuvo en parte: Castilla exportaba lana a través de los puertos del Cantábrico y Cataluña textiles.

Aspecto Social y Político

La situación trastocó la convivencia y las relaciones sociales y políticas. Los campesinos iniciaron luchas contra los abusos de los señores. Estos, a su vez, presionaron a la Corona para conseguir más privilegios. Esta pugna entre la nobleza y la Corona dio lugar a frecuentes conflictos. Castilla los sufrió en los reinados de Pedro I, Juan II, Enrique IV e Isabel I. En Aragón, estos conflictos fueron más graves en la segunda mitad del siglo XV, durante los reinados de Juan II y Fernando II. La llegada al trono de los Reyes Católicos marcó el final de la crisis bajomedieval. También fueron frecuentes los ataques a las juderías.

La Expansión de Aragón

La expansión de Aragón se inició en el siglo XIII, una vez concluida la ocupación del este peninsular. Tras conquistar las Islas Baleares, los reyes de Aragón decidieron proseguir la expansión por el Mediterráneo. A principios del siglo XIV, se presentó la oportunidad de conquistar Sicilia, empresa que llevaron a cabo los almogávares, tropas catalano-aragonesas dirigidas por Roger de Flor.

Este éxito indujo al emperador de Bizancio a contratar a los almogávares como mercenarios para defender las fronteras de su Imperio, amenazadas por los turcos otomanos. Un incidente llevó a estas tropas a romper sus compromisos con el emperador, saquear varias ciudades y adueñarse del ducado de Atenas y Neopatria, que estuvo bajo control aragonés hasta finales del siglo XIV. Circunstancias favorables permitieron a la Corona catalano-aragonesa apoderarse de Cerdeña y de Nápoles poco después.

Esta expansión benefició a las burguesías catalana y valenciana, que se enriquecieron con el comercio mediterráneo. Pero exigió una gran cantidad de recursos militares y económicos, y los monarcas tuvieron que pedir apoyo a los estamentos, que a cambio exigieron privilegios. Además, tuvo un efecto colateral: inició una época de conflicto con Francia, ya que el expansionismo aragonés chocó con el francés, que perseguía el dominio de las ciudades italianas. Ello dio origen a las guerras de Italia, que prosiguieron en tiempos de los Reyes Católicos y finalizaron con la victoria de Carlos I sobre Francisco I de Francia en la batalla de Pavía.

Las Rutas Atlánticas

La posición de Castilla y Portugal orientó su expansión hacia el Atlántico. Portugal inició una expansión marítima a principios del siglo XV. Enrique el Navegante impulsó las operaciones que llevaron a la conquista de Ceuta y, enseguida, de las Azores y Madeira. Estos territorios constituyeron un buen punto de partida para los viajes con los que los portugueses intentaron abrir una nueva ruta comercial que, bordeando África, llegara a China e India.

La apertura de esta ruta se hizo más urgente desde que los turcos conquistaron Constantinopla y dificultaron el tradicional comercio europeo con las Indias. En 1487, Bartolomé Díaz dobló el cabo de Buena Esperanza, y 10 años más tarde, Vasco da Gama llegó a la India.

Los castellanos lograron el control del estrecho de Gibraltar a mediados del siglo XIV, aunque, por razones diversas, permitieron la supervivencia del reino de Granada hasta 1492. A principios del siglo XV, Castilla comenzó la conquista de las Canarias, empresa iniciada por Juan de Bethencourt y rematada en tiempos de los Reyes Católicos.

Portugal consideraba propias las rutas marítimas atlánticas y temía que Castilla fuera un serio competidor en su “carrera a las Indias”, por lo cual se opuso al dominio castellano de Canarias. El conflicto se zanjó con el Tratado de Alcaçovas, que confirmó el dominio castellano de Canarias a cambio de la renuncia a los territorios africanos.