El Pacto del Turno y las Reformas Liberales (1885-1890)

Este incluía el acuerdo de respetar el reparto ordenado del tiempo en el gobierno entre ambos, que comenzó con la cesión del poder a los liberales ese mismo año y dotó a la regencia de gran estabilidad. Este gobierno liberal (1885-1890), emprendió reformas de gran calado:

  • La ley de asociaciones legalizó los sindicatos obreros y reguló las órdenes religiosas.
  • La ley del jurado (1888) eliminó la censura previa a la prensa.

También se llevaron a cabo medidas de racionalización de la administración, como el nuevo código civil de 1886, o reformas de la hacienda pública. Aunque se intentó una reforma del ejército que modernizase su funcionamiento, la oposición de los propios militares frustró el intento. No obstante, quizá las reformas con mayor impacto fueron:

  • La abolición de la esclavitud en Cuba en 1886.
  • La ley de sufragio universal de 1890, que, pese a todo, no eliminó la práctica frecuente del fraude.

El Fin del Turnismo y la Crisis del 98

La división en el seno del Partido Liberal causó el fin del largo gobierno de Sagasta y el ascenso de nuevo de Cánovas. Los últimos años del siglo se caracterizaron por el respeto del turnismo. En 1897, el presidente Cánovas es asesinado por un terrorista anarquista de un disparo, acabando con la vida del principal artífice y sostén del sistema de la Restauración.

Además, en Cuba se reaviva el conflicto independentista:

  • En 1879 con la Guerra Chiquita.
  • De forma más virulenta, en 1895, con la llamada Guerra Necesaria, desencadenada por un levantamiento liderado por el líder independentista José Martí, conocido como el Grito de Baire.

En ese contexto, Estados Unidos declara la guerra a España y apoyó a Cuba (y en su propio interés) infligiéndole una rápida y dolorosa derrota que se conocerá como el “desastre” de 1898. En el Tratado de París, España cedía Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam a Estados Unidos, mientras que Cuba se convertía en independiente, aunque bajo la estrecha influencia de los norteamericanos.

El Sexenio Democrático y el Ascenso de Alfonso XII

En julio de 1873 se produjo en Alcoy una huelga general que derivó rápidamente en una insurrección obrera en la que tomó parte gran cantidad de internacionalistas y que hubo de ser reprimida con dureza. Prácticamente a su vez se iniciaba la revolución cantonal, promovida por republicanos federalistas “intransigentes” iniciada en Cartagena y que se extendió por varias ciudades con objetivo de forzar la república federal “desde abajo”.

En estas circunstancias, el general Pavía lanzó un golpe de Estado rodeando el Congreso y expulsando a los diputados. Impusieron un Gobierno presidido por el general Serrano, con el objetivo de poner fin al desorden y a la deriva federalista, que era de facto una dictadura personal encubierta. Los alfonsinos, liderado por Cánovas del Castillo, se prepararon para la reinstauración de la monarquía de los Borbones en la figura de Alfonso, hijo de Isabel II.

El general Martínez Campos se sublevó en Sagunto en diciembre de 1874. El Manifiesto Sandhurst, recogía las ideas clave del proyecto de restauración monárquica:

  • Carácter integrador de la monarquía constitucional.
  • Fidelidad a la tradición católica española compatible con el ejercicio de la libertad personal.
  • Superación de las divisiones.

El éxito del levantamiento pone fin al experimento democrático que supuso el sexenio. Don Alfonso fue aclamado a su llegada a España y coronado como Alfonso XII, dando inicio al periodo conocido como la “Restauración”.