La Unificación Italiana y Alemana y la Europa de la Segunda Mitad del Siglo XIX
La Unificación Italiana (1859-1871)
El proceso de unificación de Italia ya fue planteado en las distintas revoluciones desde 1820 a 1848. A partir de entonces, el proceso se desarrolló en varias fases:
1849 a 1860
Víctor Manuel II de Saboya, rey del Piamonte-Cerdeña, dirigió el proceso unificador. Para ello contó con la ayuda de Cavour, primer ministro desde 1852. Se alió con Francia para luchar contra Austria, que dominaba buena parte del norte de Italia. Austria fue derrotada en las batallas de Magenta y Solferino (1859). Pero el temor de Francia a Prusia, aliada de Austria, redujo el alcance de los acuerdos: el Piamonte solo recibió algunos territorios de Lombardía. En 1860 se produjo la anexión de Parma, Módena y Romaña al Piamonte, tras un referéndum en estos territorios. Se creó un Parlamento común para las zonas de Italia que dominaba Víctor Manuel II y que se declaró parlamento italiano.
1860 a 1865
Se centró en la campaña de incorporación de Sicilia, para lo que Cavour contó con el apoyo de Garibaldi, nacionalista y republicano. En 1860, los campesinos sicilianos se sublevaron contra el rey de Nápoles. Cavour aprovechó el descontento campesino y envió a Sicilia los mil «camisas rojas» al mando de Garibaldi. Sicilia, en el sur, y Las Marcas y Umbría, en el centro de Italia, fueron incorporadas al reino de Piamonte. El nuevo Parlamento reconoció a Víctor Manuel II como rey de Italia.
1865 a 1870
Solo faltaba incorporar los Estados Pontificios y el Véneto al nuevo Estado italiano. La guerra de Prusia e Italia contra Austria (1866) finalizó con la derrota austriaca, que cedió Venecia a Italia, aunque no así otros territorios, como Trentino e Istria. Roma quedó unida a Italia y proclamada capital del nuevo Estado tras la derrota de Francia en Sedán (1870). Pero el papa no reconoció la anexión, lo que planteó la «cuestión romana», que no se resolvió hasta los Tratados de Letrán (1929), que crearon el Estado de la Santa Sede en el corazón de Roma.
La Unificación Alemana (1862-1871)
El Parlamento de Frankfurt que había surgido de las revoluciones de 1848 propuso unificar Alemania en forma de monarquía constitucional con el rey de Prusia en el trono. Pero el monarca prusiano rechazó la propuesta por su carácter democrático. Desde entonces, Prusia lideró un proceso de unificación alemana de carácter conservador y autoritario. La unificación pasó por tres fases.
1859 a 1865
Los Estados alemanes, excepto Austria, habían formado en 1834 una unión aduanera (Zollverein) para fomentar la cooperación económica y como primer paso para una futura unión política. Prusia era el principal Estado alemán y pretendía liderar el proceso de unificación, para lo que inició un proceso acelerado de industrialización, de reforzamiento del ejército y de reformas políticas. En 1862, Bismarck fue nombrado canciller de Prusia. Era un defensor del aumento de la autoridad del rey frente a las tendencias democráticas y del predominio social de la aristocracia terrateniente. Dos años después, Bismarck intervino en la crisis de los ducados daneses con la anexión de dos de ellos -Schleswig y Lauenburg- a Prusia.
1865 a 1869
Prusia se enfrentaba a la rivalidad de Austria, el otro gran Estado alemán. Aprovechando que Austria estaba ocupada con la rebelión de los Estados italianos bajo su dominio, Bismarck propició la invasión del ducado austriaco de Holstein por Prusia. La derrota de Austria en la batalla de Sadowa (1866) materializó la anexión y la creación de la Confederación de Alemania del Norte.
1865 a 1870
Bismarck firmó una alianza militar con los Estados alemanes del sur. Napoleón III se oponía a su anexión a Prusia por el peligro que un país unificado podía suponer para Francia. Bismarck provocó una guerra con Francia, la cual fue derrotada en Sedán (1870). Como resultado, Alemania se anexionó Alsacia y Lorena, territorios que fueron causa de disputa con Francia hasta la Primera Guerra Mundial. Nacía así el II Reich (Segundo Imperio Alemán), cuyo rey era Guillermo I. El país se convirtió en una de las grandes potencias de la época.
Europa en la Segunda Mitad del Siglo XIX
La Inglaterra Victoriana (1837-1901)
Reino Unido se había constituido como el país más avanzado en lo político y económico, desde La Gloriosa (1788) y la Revolución Industrial (mitad del XVIII). De modo que, a diferencia de otros países, los cambios que sufre en su tendencia hacia un liberalismo democrático no se contagian de las revoluciones burguesas del XIX. Tuvieron lugar bajo el reinado de la reina Victoria y sobre las instituciones tradicionales de la monarquía parlamentaria.
En lo económico, el capitalismo sufre la primera crisis en 1873, fruto de una sobreproducción y de la aplicación del libre comercio, que beneficiaba a la industria, pero perjudicaba a la agricultura. De ahí que se produzca un éxodo rural muy acusado, las grandes emigraciones hacia los Estados Unidos y la colonización en África y Asia. En lo político, como decía, se van a producir cambios progresivos que van abriendo puertas a sectores de la población cada vez más bajos (Disraeli en 1867 o Gladstone en 1884), pero sin llegar a permitirse un sufragio universal pleno. Aparecen los laboristas en 1900, el partido de los trabajadores, pero continúan predominando los tories y los wighs.
Cabe mencionar el problema de Irlanda que venía arrastrándose desde 1800 con la Act of Union y desencadena un movimiento nacionalista que se agudiza con la crisis en una espiral de violencia a finales del siglo XIX y principios del XX. En 1916, una insurrección provoca la escisión de Irlanda del Norte (protestante) e Irlanda del Sur (católica). En 1920, de forma definitiva, Irlanda del Sur se independiza como Estado hasta la actualidad.
Francia desde el II Imperio a la III República (1852-1914)
El país galo evoluciona desde un régimen autoritario con Luis Napoleón hasta la III República. Luis Napoleón accede al poder tras la revolución de 1848, como ya dijimos. En 1851 convoca un plebiscito para promulgar una nueva Constitución que le otorgue plenos poderes. Así, en 1852 se intitula emperador como Napoleón III.
En los primeros momentos de su gobierno (1852-1860) trata de asentar las bases del bonapartismo controlando los grupos políticos y la opinión nacional. Su idea era gobernar de forma autoritaria, pero con el apoyo del pueblo. En una segunda parte (1860-1870) perdió el favor de la Iglesia por haber ayudado en la unificación de Italia y la presión del movimiento obrero obliga a conceder una serie de medidas liberalizadoras: mayor atribuciones a las cámaras representativas, libertad de prensa, derecho a la huelga, libertad de asociación, etc. Será la guerra franco-prusiana la que lleve al traste el gobierno de Napoleón. Sobre todo cuando el 2 de septiembre de 1870 los franceses caigan en la batalla de Sedán y se proclame la III República. Poco después, marzo de 1871, con las tropas prusianas asediando París, se declara la Comuna, cuya represión baña en un gran charco de sangre las calles de la capital.
Una primera república conservadora comienza su andadura en los primeros años con una Constitución que defiende el sufragio universal, consolida el papel legislativo de Senado y Asamblea, y fortalece el ejecutivo en manos del presidente. Continuó avanzando en medidas sociales como la laicidad de la enseñanza, las leyes de higiene y seguridad en el trabajo, ley de pensiones, etc. Por otra parte, Francia, junto con Inglaterra, prosigue en la construcción de un imperio allende las fronteras: en África y Asia, que le repercutirá beneficiosamente en su dañada economía tras la pérdida de Alsacia y Lorena.
El II Reich Alemán (1871-1914)
Alemania avanza y se moderniza desde su unificación liderada por Prusia. Establece un poder autoritario en manos del emperador o Kaiser Guillermo I y de su primer ministro o Canciller Otto von Bismarck (1871-1890). Económicamente Alemania se industrializa gracias a la unificación monetaria con el marco, la fundación del Banco Imperial, la nacionalización de algunas empresas como la ferroviaria, etc. La vida política se dirige desde la cancillería en juego de cierta tolerancia con otros grupos políticos como liberales, conservadores, socialdemócratas o centristas (Zentrum). La concesión de las leyes sociales (seguro de enfermedad, vejez y accidentes laborales) es muestra de ello.
En la política internacional y colonial, Bismarck se mantiene cauteloso e intenta implantar lo que se denomina una «realpolitik», es decir; mantener el equilibrio o status quo entre las principales potencias europeas en el continente y en las colonias (Conferencia de Berlín, 1885). No se muestra demasiado obstinado en practicar una política imperialista que pudiese atentar contra la paz del mundo. Sin embargo, la muerte de Guillermo I y la proclamación de Guillermo II provoca la marcha del canciller y un viraje de ciento ochenta grados en la política exterior alemana. Los grandes banqueros y empresarios demandan una mayor participación en las colonias que terminará desembocando en una política expansionista impulsada por la industria armamentística.
Los Imperios Plurinacionales
1. El Imperio Austrohúngaro
El Imperio Austrohúngaro en una amalgama de pueblos, etnias, razas y culturas que habían sido cocinados desde el siglo XVI por la dinastía de los Habsburgo, los archiduques austriacos y los emperadores del Sacro Imperio. Así, el Imperio tenía dos centros: Austria de tradición alemana, y Hungría de tradición magiar1. Y los primeros intentos, tras el Congreso de Viena (1815), de convertirlo en un territorio de 39 Estados dirigidos por Austria (Confederación Germánica) fracasaron con la derrota contra Prusia en 1866. El imperio estuvo gobernado por Francisco José I (1848-1916), primero en un conato de unificación, después (1867, El Compromiso) bajo la aceptación de dos reinos distintos: Austria y Hungría. La llamada entonces «monarquía dual» compartía la figura del emperador y los ministerios de guerra, relaciones exteriores y finanzas. Pero Austria y Hungría tenían leyes, gobierno y Parlamento propios. El problema seguía siendo el reconocimiento de otras nacionalidades minoritarias que quedaron cercados por sus fronteras (croatas, eslovenos, dálmatas, serbios, polacos, rumanos) o se anexionaron posteriormente (Bosnia, 1808). Esta olla a presión terminaría explotando en 1914.
2. El Imperio Ruso
Hablamos del sistema más anclado en el pasado y más parecido al Antiguo Régimen que describíamos en el tema primero. Rusia se había fortalecido tras el Congreso de Viena y contaba con el territorio más extenso de todos los Estados. No obstante, militaba una política expansionista en tres direcciones: Oriente (Manchuria y Sajalín), Sur (Turquestán) y Oeste (Besarabia, Polonia y Finlandia). La diversidad étnica provocaba intentos centrífugos como los de polacos, bálticos y biolorrusos. En contra, la política de rusificación practicada por los zares pretendía alcanzar una uniformidad abrazada por sus fronteras mediante un régimen autocrático de Alejandro II (1855-1881), Alejandro III (1881-1894) y Nicolás II (1894-1917):
- Abolición tardía de la servidumbre.
- Industrialización postrera y en manos de capital extranjero.
- Represión de los movimientos antizaristas: nihilismo, anarquismo y populismo.
- Apoyo de la expansión imperialista.
3. El Imperio Turco
Será el Estado en decadencia, el enfermo de Europa como se le conocía. La zona de los Balcanes compuesta de minorías cristianas e islámicas era un territorio hostil que andaba en busca de innumerables independencias. Por otra parte, las principales potencias europeas observaban atentas todo movimiento para intentar inmiscuirse en tales asuntos. De modo que cuando el Imperio Otomano se repliegue hacia lo que hoy es Turquía, o sea, la península de Anatolia prácticamente; Rusia, y Austria-Hungría principalmente querrán sacar tajada de este declive. En otros lugares, la descomposición también era inminente, cuando no real: En África, los turcos disputaban su influencia con británicos y franceses y con los islamistas radicales en la costa del mar Rojo. De esta forma, el Líbano pasó a domino francés en 1864, Egipto al británico en 1882 y Túnez a Francia desde 1881.
En este Estado teocrático, la compleja estructura político-administrativa, el pesado sistema de tributos sobre los campesinos, la corrupción y el coste del ejército tenían al país arruinado. Esto llevó a revoluciones intestinas de carácter liberal que terminaron con el sultanato autoritario (Jóvenes turcos en 1876, Sociedad para el Progreso y la Unión, el golpe de Estado de 1908) pero dejaron en condiciones de debilidad frente a nacionalismos y resto de potencias.
1. Revolución Industrial e Industrialización
Como término o expresión, el de «revolución industrial» nace en Francia a principios del XIX para referirse a los cambios tecnológicos vividos en Inglaterra a mediados del siglo XVIII en comparación con los acontecimientos políticos franceses. Las primeras definiciones se centran sobre todo en los aspectos tecnológicos y presentan dicho proceso como un fenómeno rápido y radical que se concentraría en la Inglaterra de los años centrales del XVIII y apenas duraría una década.
Revolución Industrial. Tipos y Difusión
Se han catalogado diferentes revoluciones industriales:
- La primera ubicada en Inglaterra desde mitad del XVIII a principios del XIX con el carbón y la máquina de vapor como principales exponentes.
- La segunda se extendería por otros países europeos y americanos como EE.UU. y tendría en la electricidad y el motor de explosión sus definidores más importantes.
- Una tercera con la energía nuclear e incluso
- Una cuarta caracterizada por la revolución informática y la red de redes.
Este fenómeno de industrialización, como decimos, tiene su origen en Inglaterra, pero se difundiría en diferentes momentos por otros países: Francia y Bélgica en 1830-33; EE.UU. en 1843; los estados alemanes en 1850, Japón 1878, Rusia 1890, etc.; según el acceso a las fuentes de energía y materias primas, y la capacidad de protección de los productos nacionales.
Industrialización. Características de una Sociedad Industrializada
¿Cómo podemos identificar una sociedad industrializada? Fundamentalmente debemos hablar de una nueva organización social del trabajo en base a unos medios técnicos nuevos, esto es; el trabajo asalariado, división del trabajo, aumento de la producción, mecanización del mismo, etc. que provocará la necesidad del crecimiento de los mercados y desembocará en el capitalismo industrial. Por otra parte; la aparición de nuevas clases sociales como el proletariado cuya única fuente de riqueza es su fuerza de trabajo, y la burguesía enriquecida y propietaria de los medios de producción que intentará imponer ahora su hegemonía política. El cambio demográfico es otra de las características que definen las sociedades industrializadas, con un descenso de la mortalidad y, por tanto, un aumento de la población que comentaremos más adelante.
La Primera Revolución Industrial (Mitad Siglo XVIII – Principios del Siglo XIX)
Causas o Factores que Propiciaron el Fenómeno
Entre los factores indirectos se destacan:
- La «revolución agrícola», esto es; un excedente de productos agrícolas provocaría una mejora en la alimentación, un aumento de la población y, por lo tanto, de mano de obra para la industria, y de capitales para invertir en ella. Se caracterizó por una serie de innovaciones como la rotación de cultivos, introducción de otros nuevos como la patata, uso de abonos, desecación de algunos campos y nuevo instrumental (arados, segadoras, trilladoras, sembradoras, guadañas).
- La «revolución demográfica» (XVIII-XIX) seguramente se produjo con antelación al fenómeno industrial y se potenciaría en algunos casos por éste. La causa de tan descomunal aumento demográfico (a veces por dos, e incluso por tres se multiplicó la población) fue el descenso de la mortalidad catastrófica debido a los avances en medicina preventiva (vacunas), cirugía con anestesia, microbiología y una nueva consideración sobre la higiene y el aseo personal que junto con los servicios de limpieza y la distribución de agua potable frenaron el número de muertes. Además de la ausencia de grandes guerras, por supuesto. No obstante, no todos los grupos sociales mantienen la misma esperanza de vida, las clases más bajas soportaban una calidad de vida infrahumana con una alimentación insuficiente en muchos casos. Lo que nos llevaría a hablar de una desigualdad demográfica.
- La educación e instrucción es otro de los factores indirectos más importantes ya que gracias a él se pudo avanzar tecnológicamente con unos trabajadores industriales a la altura de la situación. Los escoceses crearon escuelas en sus fábricas; en Francia los escritos de Rousseau también promovieron escuelas e institutos; las escuelas parroquiales en EE.UU., etc. También deberíamos mencionar el sistema de espionaje que copiaban las fórmulas e inventos de unos países a otros. Sobre todo desde Inglaterra donde los gremios tenían una consistencia mucho más débil que en el continente, sus progresos fueron más rápidos. De modo que para contrarrestar esto, países como Francia o Alemania contrataban ingenieros ingleses o enviaban “espías” que copiaban las formas de trabajo inglesas. Finalmente, el mercantilismo2 estatal consiguió levantar derechos arancelarios que protegían los productos nacionales frente a los extranjeros para darles salida dentro del país y potenciar su industria.
En las causas directas se destacan:
- El cambio tecnológico es sin lugar a dudas la causa más próxima que provocaría la revolución dentro del campo de la industria, en resumen; la extracción de energía de materiales inanimados o el ahorro de trabajo mediante la máquina. Las innovaciones generalmente eran poco complicadas, salvo la famosa máquina de vapor de James Watt (1769). En la industria textil se produjeron los avances más rápidos actuando de sector palanca. Destaca la Lanzadera volante de Kay o las hiladoras mecánicas como La Mula. En agricultura a los abonos y rotación de cultivos y demás debemos sumar la cría selectiva y los arados de acero. En la minería del carbón la ventilación Carliste, la pólvora, el método Cort, las bombas de agua, etc.
- La acumulación en inversión del capital (proveniente de la agricultura, del comercio ultramarino y la baja tasa de interés; incluso de la propia industria) constituiría otra de las causas.
- Por otro lado, no podemos olvidar la concentración de capital en el origen de las sociedades anónimas compuestas por banqueros (Joint-stock Company y Equitable Trust en Inglaterra, las Sociedades Generales, luego Sociedades de Capital y por último Sociedades Anónimas en Francia).
- También se ha señalado el espíritu empresarial como motivo de impulso. El empresario era en esta época un individuo con gran iniciativa que arriesgaba ante nuevas perspectivas de innovación.
Industrias Emergentes
1. La Era del Raíl
El algodón sustituye a la lana por varios motivos y la industria textil actúa en estos momentos como sector palanca debido a una gran abundancia, una materia prima barata y a la precoz tecnificación y renovación tecnológica. Gozaba de una alta demanda con un comercio y mercados estimulantes. Pero, por su parte, el hierro se convierte en el “pan de la industria” y la siderurgia en uno de los campos con más proyección. La hulla (carbón) era más barato, más abundante y con mayor poder calorífico que la madera o el carbón vegetal; y el hierro se usaba con profusión en aperos de labranza, máquinas y los raíles y vías; llegando un momento en que desplaza al algodón como motor de crecimiento y termómetro industrial. Los cambios tecnológicos en este terreno son numerosos: uso del vapor, ahorro de energía modificando el soplo y el tamaño del horno, el martillo de vapor para la fragua, el convertidor Bessemer que insuflaba aire en el hierro fundido para obtener un acero más flexible, la aplicación de la máquina de Watt al transporte, etc. Todo ello conllevó un aumento de la producción llegando a multiplicarse por 150 en poco más de un siglo.
Los factores que conducen al desarrollo de la era del rail son varios: en 1830 se creó la primera locomotora (La Fuste) y el primer tren de pasajeros entre Manchester y Liverpool. Estas inversiones eran financiadas con los excedentes de la agricultura y de la industria del algodón, extendiéndose rápidamente un mercado exterior en EE.UU., India y Europa.
Las Primeras Transformaciones Socioeconómicas
Respecto al origen y formación del proletariado debemos remontarnos al proletariado agrario de jornaleros y braceros que creció en el siglo XVI-XVII debido a la concentración de la propiedad. Como consecuencia, algunos permanecieron en comunas de acogida (speenhamland) a través de impuestos, pero la mayoría emigró a las ciudades fabriles. También podemos hablar de un proletariado rural concentrado en talleres con un sistema de fábrica a través de subcontratos. En general, el proletariado era definido como una clase social cuya única riqueza era su fuerza de trabajo y que sufría unas condiciones laborales y de vida bastante perniciosas: larga jornada de trabajo, alta humedad en las fábricas de tejidos, ausencia de seguros de enfermedad, hacinamiento, chabolismo, etc.
La burguesía, en cambio, presenta un carácter muy heterogéneo: algunos provenientes de la nobleza, ya que la metalurgia o minería dejaron de ser consideradas actividades degradantes, y junto con otros sectores más avanzados tecnológicamente suponían el incremento de sus bienes. A ésta hay que sumar los comerciantes, negociantes, banqueros o inventores que vendían sus patentes (Watt). Las asociaciones entre comerciantes y fabricantes para integrar actividades eran frecuentes. Pero no podemos hablar de una fuerza empresarial organizada hasta fines del siglo XIX porque el Estado les protegía de las amenazas obreras y no era necesario.
La Segunda Revolución Industrial (Segunda Mitad del Siglo XIX)
Los Nuevos Cambios Tecnológicos
Debemos destacar una cadena de innovaciones en el campo de la comunicación y de la telecomunicación:
- En tierra, desde 1870 se terminan los principales complejos ferroviarios, con túneles tan importantes en Europa como los de San Gotardo o Simplón, ambos en Suiza. Pero será el campo del automóvil donde se destaque este sector. En 1885 se crean los primeros vehículos con motores movidos por derivados del petróleo. El primer automóvil nace de la mano de Mannhein Carl Benz con motor de gas al que se le inyectaba vapor de gasolina. De modo que a principios del siglo XX podemos hablar de algunas fábricas automovilísticas en las que despuntan los grandes como Benz, Ford, Chrysler o Citroën. Suponiendo un estímulo industrial y un terreno novedoso de inversión acompañado por la nueva red de comunicaciones.
- En la navegación marítima o fluvial, el barco de vela es desplazado por el de vapor aumentando la posibilidad de carga y de velocidad. En estos momentos se abren canales tan importantes como los de Manchester (Ship Canal), Kiel, Suez o Panamá.
- Asistimos al nacimiento de otro campo que explotar, el de la navegación aérea. Los primeros titubeos con globos de aire caliente y gas de finales de siglo XVIII y los zeppelines (Conde Zeppelín, 1896) posteriores no dan los resultados positivos que se esperaban en un principio, produciéndose diversos desastres en el uso militar. Pero en 1908, los mecánicos de bicicletas, los hermanos Wright, consiguen recorrer casi 20 kilómetros en 3 horas con un prototipo de avioneta que abrirá al mundo los caminos del cielo.
La transmisión de información también sufre importantes avances. Destacando la Unión Postal, el sistema métrico, la información de prensa, la invención del teléfono por Bell, del telégrafo eléctrico por Morse o de la radio por Marconi. La consecuencia principal es la formación de una red mundial continental y oceánica que traerá consigo la regulación de los precios, los intercambios y las ventas. Y la división internacional del trabajo con naciones industriales europeas (Inglaterra, Francia, Alemania) rodeadas por un anillo de países proveedores de materias primas como USA y Canadá con sus famosas praderas, India, China y Australia. Y la división del mundo en países ricos y pobres con la evolución del imperialismo del siglo XIX y XX.
Y una serie de progresos científicos con importantes repercusiones en diversas industrias:
El estudio de la termodinámica o de las leyes que convierten una forma de energía en otra utilizando la naturaleza del calor tendrá repercusiones importantes en diferentes campos con la fabricación de nuevas máquinas, algunas ya citadas. Hablamos de los estudios sobre la electricidad que suponen el sector palanca de la Segunda Revolución Industrial. Faraday se centra en las leyes de la electricidad y el magnetismo, Maxwell la velocidad de las ondas electromagnéticas, Hertz las ondas que transmiten el sonido o Roentgen el descubrimiento de los rayos X.
- En la industria eléctrica destaca la evolución de los generadores con imanes a las baterías de corriente alterna y éstas a las de corriente continua. En 1879 la bombilla de Edison desplaza la iluminación por gas. Aparece el primer ferrocarril eléctrico en Berlín (1879) y el primer metro en Londres. Sin olvidarnos de los campos prometedores del telégrafo, teléfono o radio.
- La industria química se aprovecha de los efectos de la electricidad en este campo: sosa, ácido sulfúrico, fosfatos, nitratos y carbonatos. Colorantes como la malveina o productos sintéticos como el añil. Sin dejarnos atrás la revolución en explosivos con la dinamita de Nobel (1860), mezcla de nitroglicerina y kieselguhr con aplicaciones mineras y militares.
- En la industria del metal se produce un uso más amplio del aluminio. También destacan los cobres más puros por procedimientos electrolíticos y materiales como el níquel o el zinc. El hierro había sido el “pan de la industria”, pero convertido ahora en acero por Bessemer con aplicaciones nuevas en la construcción (Eiffel, Puente de Oporto) y armamento (artillería, navíos acorazados, submarinos).
El Desarrollo del Capitalismo Financiero
1. Liberalismo y Capitalismo
1.1. Teóricos y Postulados del Liberalismo
Si hablamos del padre del liberalismo económico hay que hacerlo de Adam Smith y su Riqueza de las Naciones (1776). En ella la conclusión primordial que se obtiene es que enriqueciendo a los individuos de una nación también se enriquece ésta. La intervención del Estado se demuestra inútil ya que son unas leyes naturales de oferta y demanda las que autorregulan la economía. El progreso, dice Smith, se encuentra en la inversión del ahorro. También cabría hablar de otros autores como David Ricardo y su Principios de economía política (1817) o Juan Bautista Stay y Sismondi. En cualquier caso, el liberalismo económico propugna la autorregulación del mercado, la elección del trabajo por el trabajador, el contrato laboral como un acuerdo entre patrono y asalariado; el laissez-faire, laissez-passer en resumidas cuentas. Las consecuencias de este movimiento son notorias: una separación clara de la ética y la economía y una sucesión de problemas sociales por el desamparo del proletariado ante los grandes empresarios.
1.2. La Era del Gran Capitalismo y su Crisis
Con la organización económica basada en los postulados liberales, se crea una situación de mercado mundial dominado por las grandes empresas e industrias europeas que tras el aumento de su producción y de sus inversiones buscan nuevos mercados donde dar salida a sus productos. Esta distinción de países y precios antes descrita traerá dos posibilidades:
- La vuelta al proteccionismo mercantilista de las naciones que no puedan competir o
- Una situación librecambista amparada en la abundancia de metales preciosos, los nuevos instrumentos financieros (grandes préstamos) y los asociacionismos de monopolios y «trust».
Sin embargo, se producirá una inestabilidad en el sistema explicada por los ciclos económicos de Juglar o Kondratieff en la que se verán más afectados los países más industrializados. Las causas podemos resumirlas en la reducción de la producción de oro, la bajada de precios, superpoblación y paro, invasión de productos agrícolas de países nuevos y las inversiones imprudentes.
El Movimiento Obrero
Los Orígenes del Sindicalismo y el Movimiento Cartista
Las causas del movimiento obrero están muy claras: grave situación laboral y deshumanización del sistema capitalista. Las primeras formas de lucha tienen lugar en el siglo XVIII y podemos hablar de diferentes fórmulas:
- El «luddismo» o movimiento mecanoclasta en contra de las máquinas que comandado por Ned Ludd llevó a la ejecución en Inglaterra de dieciocho dirigentes obreros en 1813 o
- Las «Trade Unions» o primeras asociaciones clandestinas con planteamientos políticos.
Pero sin duda será el «movimiento cartista» el que más peso tuvo en estos primeros instantes, redactando la famosa Carta del Pueblo de donde viene su nombre en la que recogían seis puntos fundamentales en 1838: sufragio universal masculino, elecciones y renovación anual del parlamento, votación secreta, circunscripciones electorales iguales, idénticos salarios para los miembros del parlamento y abolición de los requisitos de la propiedad para quienes se presentaban a una elección. Todos ellos habían sido apoyados mediante la recogida de más de un millón de firmas, pero desestimada por el Parlamento. O’Brien es destacado como el primer doctrinario del movimiento que luchó por el sufragio universal, pero se componía fundamentalmente de los artesanos de los viejos talleres de trabajo manual, de ahí que en los años cincuenta de la era victoriana se acabase con dicho movimiento al reducir al artesanado.
Anarquismo, Socialismo Utópico y Marxismo
Las ideas anarquistas pasan por el rechazo de la industrialización y el apoyo hacia una sociedad campesina. Se trata de un movimiento puramente sindicalista que renuncia a la lucha política, exaltando la libertad del individuo, programando la libertad de cultos, pero dentro del ateísmo más exacerbado; con la educación popular como arma de lucha contra el sistema impuesto. Propugnaban la eliminación del Estado y la desaparición de los ejércitos, rechazando todo poder y autoridad (de ahí su nombre); y organizándose en comunas autónomas con sufragio universal de hombres y mujeres. La propiedad sería colectiva con supresión progresiva del derecho de herencia. Existía básicamente dos modelos de anarquismo según su metodología de lucha: el pacífico y el violento. En cualquier caso, supuso una ideología con fuertes influencias en algunos países y momentos. Entre los pensadores más importantes podemos destacar Proudhon, Bakunin, Tolstoi, Eliseo Reclus y Kropotkin.
Por su parte, el socialismo utópico se caracterizó por prestar más atención a los proyectos que a los medios para llevarlos a cabo. Como mucho se limitaron a organizar pequeñas sociedades fraternales que no tuvieron éxito. Nació en Francia, mayor sensibilizada con las ideas políticas. Destacan autores como Saint-Simon (la industrialización suponía bienestar para el mayor número posible de personas), Fourier (modelo de sociedad abstracto denominado falansterio), Luis Blanc (talleres sociales), Blanqui y sus arengas (la insurrección como medio de transformación social), Cabet (Viaje a Icaria, 1842; basada en Platón y Thomas Moro).
El marxismo asienta las bases de una ciencia general del desarrollo humano, por lo tanto estamos hablando de algo más que de una ideología. Esto lo demuestra la modificación de los fundamentos de diversas ciencias tras el análisis de Carl Marx. Sus inicios se centraron en aspectos filosóficos, pero posteriormente se adentró en la economía con su obra clave El Capital. A diferencia de los anteriores, el axioma importante de Marx era que toda teoría lo es de una experiencia práctica y toda práctica corresponde a una teoría. Pero sin duda la idea que mayor influencia ha tenido en los acontecimientos políticos fue su interpretación materialista de la historia, según él, las raíces de los fenómenos sociales se encuentran en las relaciones de producción entre los hombres, de modo que según esto: el ser social determina la conciencia social, existe una correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y una relación dialéctica entre la base económica (infraestructura) y la ideología jurídicopolítica (superestructura). Pero también tenemos que destacar otras teorías marxistas como la lucha de clases, la dictadura del proletariado o la teoría de la plusvalía.
Las Confederaciones Internacionales de Trabajadores
Los precedentes y orígenes de estas asociaciones pueden encontrarse en las revoluciones de 1848 donde campesinos y obreros refugiados
políticos en París, Bruselas, Suiza, etc. estrecharon sus lazos afectivos y compartieron problemas comunes. En 1866 se creó La Liga Internacional para la Paz y la Libertad contribuyendo igualmente a este movimiento internacionalista. Será en 1864 cuando se funde la I Internacional de Trabajadores, disuelta en
1876. Y concebida en un principio como lazo permanente entre sindicalistas británicos y franceses; aunque realmente se trataba de una reunión de individualidades. El Consejo General en Londres y los Congresos eran los órganos esenciales de la Internacional y algunos escritos de Marx, los proyectos para la elaboración de los estatutos y el manifiesto inaugural donde se hablaba de la conquista del poder por los trabajadores y de la asociación de los medios de producción. En los primeros momentos fue en Francia donde tuvo mayor éxito, pero la caída de la Comuna de París supuso un duro golpe.
Otro de los episodios que perjudicó a la Internacional fueron los enfrentamientos Marx-Bakunin desde su entrada en el Congreso de Basilea, 1869.
En el período de transición entre las dos Internacionales se produjeron numerosos enfrentamientos entre partidarios de la acción política y anarquistas. También transformaciones en los movimientos obreros nacionales, fundándose numerosos partidos socialistas: España, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Rusia, Noruega, Holanda, Italia, etc. La II Internacional (París, 1989) fue constituida realmente en 1900 perdurando hasta la Gran Guerra (1914). Se hizo a partir de fuertes partidos nacionales con un comité socialista internacional y un secretario permanente, pero la unidad era aún menor por la defensa de autonomía de cada partido. Los primeros debates se centraron en la participación socialista, el problema campesino y la postura ante la huelga general
(1904, Ámsterdam). Pero pronto el problema colonial y la posibilidad de una guerra europea tomó relevancia en las reuniones (Sttugart, 1907). Tras la I Guerra Mundial, en 1921, se fundó la III Internacional con disciplina rígida y subordinación al partido bolchevique, pero con menos compromiso internacional que las anteriores.