Persecuciones Cristianas en el Imperio Romano: De Nerón a Constantino
Las Persecuciones Antes de Decio
Mientras el estado romano no iniciaba una búsqueda activa de los cristianos, estos podían vivir ejerciendo oficios, como el de artesanos, procurando evitar la idolatría. Sin embargo, ante el peligro, huían. Si morían, eran considerados testimonios de fe, “porque ellos con su martirio quieren libraros también a vosotros de vuestros prejuicios injustos” (Justino).
Existía una diferencia entre Oriente y Occidente:
- Oriente: Las persecuciones no fueron tan intensas.
- Occidente: Las persecuciones terminaron con Constancio Cloro.
A finales del siglo II, prevaleció la tendencia a no molestar a los cristianos.
Figuras Clave y Eventos
- Trajano (98-117): Bajo su reinado murió Ignacio de Antioquía, representante postapostólico que reveló la situación interna de la iglesia (110). “Busco al que ha muerto por nosotros; quiero al que ha resucitado por nosotros. Mi nacimiento es inminente.”
- Marco Aurelio (161-180): Filósofo en el trono imperial, no protegió a los cristianos. Durante su reinado murió Justino el apologeta. Celso (14) realizó un ataque literario, mientras que Atenágoras y Melitón de Sardes defendieron a los cristianos ante el emperador, indicando una situación inestable en el imperio.
- Cómodo (180-192): Los cristianos tuvieron una intercesora en Marcia, la mujer del emperador. Se celebró la Pascua, pero hubo mártires como los de Scilli (África) y Apolonio (Roma).
- Séptimo Severo (193-211): Prohibió las conversiones para frenar el crecimiento del cristianismo. Hubo persecuciones en Egipto y África, destacando las muertes de Perpetua y Felicidad (202), bautizadas antes de su arresto.
Sucesores Sirios de Severo y Tolerancia
Los sucesores sirios de Severo, con poco carácter y habilidad política, permitieron la entrada triunfal de cultos orientales en Occidente.
- Heliogábalo (218-222): Emperador en Roma, actuó como sacerdote de su dios sirio, promoviendo un culto sincrético, lo que facilitó la tolerancia hacia el cristianismo.
- Alejandro Severo (222-235): Fue benévolo con los cristianos. Su madre, Julia Mamea, se relacionó con Orígenes e Hipólito de Roma, permitiendo a los cristianos adquirir bienes y construir edificios de culto.
A finales del siglo II, aumentó la conciencia histórica de los cristianos. En el Apologeticum de Tertuliano se afirma que el estado y la sociedad son sostenidos por la oración de los cristianos, explicando el crecimiento del Imperio Romano.
Las Persecuciones Generales
El antagonismo del estado creció al conocerse las ideas de la nueva religión, hostiles al paganismo. Roma, que inicialmente la habría aceptado tácitamente, decidió destruir la iglesia organizada jerárquicamente.
En el siglo III, el imperio sufrió crisis políticas y económicas. Para el año 250, la iglesia había progresado significativamente.
Decio y el Primer Intento de Aniquilación
Decio desencadenó la primera persecución general, el primer intento de aniquilar el cristianismo. La persecución se inició porque los cristianos se negaron a participar en los sacrificios oficiales contra las epidemias. Los que sacrificaban debían obtener un justificante (libelo). Hubo mártires, apóstatas (lapsi) y confesores. La persecución terminó con la entrada de los godos en Dacia y la muerte del emperador.
Valeriano, Galieno y Diocleciano
- Valeriano (253-260): Mantuvo las medidas de Decio. En 257, atacó a figuras clave de la iglesia: clérigos, jueces y senadores. Entre los mártires destacan el Papa Sixto II (258), Lorenzo (diácono) y Cipriano.
- Galieno (hijo de Valeriano): Derogó los edictos de persecución, iniciando una época de 40 años de paz, durante la cual la iglesia se fortaleció.
- Diocleciano (284-305): Influenciado por su yerno y coemperador Galerio, quien odiaba la nueva religión, inició una nueva persecución. Diocleciano dividió el imperio en 96 provincias, 12 diócesis y 4 prefecturas. Tras tres edictos (303), la persecución general comenzó con un cuarto edicto (304).
Fin de las Persecuciones y Libertad Definitiva
En Occidente, la persecución decayó (305) cuando Constancio Cloro llegó a ser emperador. En Oriente, tras la abdicación de Diocleciano, Galerio la prosiguió (305), pero finalmente tuvo que declararse derrotado y publicó un Edicto de Tolerancia (Sardica, 311), reconociendo el cristianismo.
La victoria de Constantino el Grande (312) sobre Majencio trajo la libertad definitiva al cristianismo. Junto con Licinio, promulgó el Edicto de Milán (313). Sin embargo, Constantino y Licinio se separaron, y Licinio comenzó a perseguir a los cristianos. La victoria final de Constantino (324) lo convirtió en único soberano, y la iglesia quedó definitivamente libre.
Se replanteó la readmisión de los lapsi, surgiendo varias escisiones (cismas). La más importante fue la secta de los donatistas en el norte de África (s. 29).