Manifiesto de Sandhurst

Nos encontramos ante un fragmento del Manifiesto de Sandhurst, una fuente primaria de carácter político y documento público, aunque dirigido especialmente a los políticos liberales. Firmado por el Príncipe Alfonso, aunque redactado por Cánovas del Castillo, el texto se sitúa al inicio de la Restauración, tras el fin de la I República, marcando el retorno de los Borbones a España.

El 1 de diciembre se firma este texto con la finalidad de exponer la disposición de Alfonso XII a aceptar la corona española. El tema principal es el ofrecimiento de Alfonso de Borbón para asumir el trono, presentándose como el legítimo representante de la Corona española tras la abdicación de su madre: “soy el único representante yo del derecho monárquico en España“. Además, hace un llamado a que España “vuelva los ojos a su acostumbrado derecho constitucional y a aquellas libres instituciones que ni en 1812 le impidieron defender su independencia ni acabar en 1840 con otra empeñada guerra civil“.

Otros temas complementarios incluyen el respeto a las Cortes y la Constitución, así como su autoidentificación como católico y liberal conservador: “sin Cortes no resolvieron los negocios arduos los príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la monarquía” y “ni dejaré de ser buen español, ni (…) buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal“.

El Manifiesto de Sandhurst marca el inicio de la Restauración, un período de gobierno estable, conservador y borbónico, tras el fracaso de la I República. Cánovas del Castillo preparó el retorno de los Borbones, que se precipitó con el pronunciamiento de Martínez Campos. Este último formó un gobierno provisional con Cánovas al frente y facilitó el regreso de Alfonso XII.

Cánovas ideó el sistema político de la Restauración, que se extendió por más de 50 años, basado en la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona. El cambio de gobierno se realizaba cada 2 o 4 años por decisión del rey, convocándose elecciones. Para asegurar el triunfo de los candidatos designados, se recurría al caciquismo (imposición de la voluntad de la minoría frente a la mayoría de electores) y al pucherazo (alteración de los votos).

La importancia del texto radica en que el sistema de la Restauración fue el sistema político más longevo de España. El término “monarquía hereditaria y constitucional” define un sistema político donde la jefatura del Estado es hereditaria en los descendientes del rey anterior, pero con un poder limitado por una Constitución, en este caso, la de 1876. Las Cortes, institución de origen medieval que representaba a la sociedad, en el siglo XIX detentan el poder legislativo y la soberanía nacional. Los liberales, por su parte, son un grupo con una ideología política que busca acabar con el Antiguo Régimen, defendiendo los derechos individuales, la igualdad ante la ley, la soberanía nacional, la separación de poderes y el librecambismo, dividiéndose en moderados y progresistas.

Manifiesto Fundacional del PSOE

Nos encontramos ante un fragmento del Manifiesto Fundacional del PSOE, una fuente primaria de carácter político y documento público, escrito, entre otros, por Pablo Iglesias y Jaime Vera. El texto fue redactado el 2 de mayo de 1879 y firmado el 20 de julio del mismo año.

La idea principal del texto es la denuncia de la injusticia social, donde la burguesía goza de ventajas que la clase trabajadora no tiene: “esta sociedad es injusta porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas“. El manifiesto busca exponer la ideología del nuevo partido, enfocándose en la búsqueda de la igualdad entre la burguesía y los trabajadores, así como en la toma de conciencia por parte de los obreros de sus posibilidades: “los privilegios de la burguesía están garantizados por el Poder Político del cual se vale para dominar al proletariado“, “el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora“.

La finalidad del texto es la creación de un nuevo partido político y la exposición de sus ideas. Su importancia es notable, dado que el PSOE sigue siendo un partido relevante en la actualidad y ha gobernado en numerosas ocasiones durante la democracia. Tras el fracaso de la Primera República, la mayoría de los obreros se interesaron por el anarquismo y el socialismo debido a la pobreza, las condiciones laborales y el descenso de los salarios. Con la Restauración, los obreros sufrieron una dura represión y se refugiaron en la clandestinidad. El ascenso de Sagasta al poder relajó la represión, permitiendo la salida a la luz de diversas organizaciones. Ante la falta de mejoras, el movimiento obrero español se radicalizó.

El PSOE se definía como un partido marxista y revolucionario. Sus principales dirigentes fueron Pablo Iglesias y Jaime Vera. El PSOE y el sindicato UGT estuvieron estrechamente vinculados desde sus inicios. Sus principios incluían la lucha contra el capitalismo, la abolición de la propiedad privada, la desaparición de las clases sociales y la adopción de medidas para acabar con la esclavitud de los obreros. Su oposición a la Guerra de Cuba afianzó su posición.

El término “burguesía” se refiere a la clase social rica, propietaria de los medios de producción, como las fábricas. Suelen ser partidarios de la revolución liberal y constituyen la clase dirigente en el Estado liberal-democrático capitalista. El “proletariado” es la clase obrera que vive de su trabajo a cambio de un salario, en condiciones de vida precarias, buscando mejoras como la reducción de la jornada laboral y el aumento de salarios. El “poder político” es el aparato del Estado, integrado por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que protege los intereses de la burguesía y defiende la propiedad privada.