Revolución Española: Orígenes, Libertad y Reacción en la Monarquía Hispánica
Capítulo 1. Precedentes y Contextos de la Revolución Española
La propiedad se convirtió en el signo de la igualdad. Los sistemas de poder teocrático y absolutista, las estructuras de dominio nobiliario y eclesiástico, experimentaron una quiebra progresiva. Solo así se explica el avance del liberalismo político, económico y cultural que se expandió, con distintas formas e intensidades, en ambas orillas del Atlántico.
Se produjo la simbiosis entre el Estado y un nuevo concepto político: la nación, que pasó a significar el sujeto colectivo que tenía la soberanía del Estado. Con el despliegue del liberalismo, la nación se hizo concepto político y también idea cultural. Estas ideas fueron desarrolladas en las Cortes de Cádiz, tanto por los liberales como por los absolutistas, solapándose así las vías para relacionar individuo y comunidad, ya fuese el pacto para constituirse en nación o la identidad para enfatizar valores culturales e históricos comunes.
Cambios de la Libertad y las Fuerzas de la Reacción en la Monarquía Hispánica
Las ideas de libertad contaron con un instrumento de difusión nuevo: el periódico. Los ilustrados exigían la abrogación de las leyes que recargaban de tierra los productos de la tierra, así como instruir a los nuevos agricultores en nuevos conocimientos y nuevas técnicas. Las reformas planteadas para la agricultura chocaron con estamentos medievales que monopolizaban, bajo el régimen señorial, la tierra cultivada.
La justicia real era muy limitada y apenas entraba en los señoríos ni afectaba a los miles de eclesiásticos regidos por sus propios tribunales. Con la llegada de Napoleón, se rompieron los poderes de las dinastías del antiguo régimen, se hicieron añicos las fronteras organizadas por las familias reales en toda Europa y se invalidó el concepto teocrático del poder absoluto, encarnando la hidra revolucionaria que ya se describía en esas fechas por los absolutistas.
Capítulo 2. Nación Soberana y Libre
La soberanía es la máxima expresión del ejercicio del poder. En el absolutismo, Dios concede el poder al rey; en cambio, la soberanía recae en el Parlamento. Se creó el Estado y se secularizó el poder, que busca la prosperidad de los súbditos del Estado. Los súbditos se transforman en ciudadanos, que tienen el poder del voto.
Las reformas ilustradas chocan contra los intereses particulares de la familia real y de los privilegios de los estamentos, dando lugar a la guerra napoleónica, que lleva al liberalismo.
Los que gobernaron con José I eran tan españoles como los que lucharon contra Napoleón. Las tropas francesas estaban en territorio español por acuerdos internacionales vigentes.
La Corona en Almoneda; del Escorial a Bayona
Las reformas ilustradas fueron limitadas, confiscándose cosechas y relanzando obras públicas para dar empleo y evitar conflictos. Se encareció el mercado debido a las malas redes de transporte y trabas entre provincias y reinos. Los privilegiados controlaban la agricultura, sin capitalización de excedentes ni riqueza social. El gobierno de Godoy desamortizó la sexta parte de los bienes eclesiásticos, apareciendo motines populares, en los que la mujer tuvo un papel importante.
Tratado de Fontainebleau
Llega el ejército francés organizado en 5 cuerpos. Portugal expulsa a la familia Real, y otras ciudades de frontera reciben a Murat en las puertas de la corte. Los soldados se mantienen con lo recaudado e incautado.
No llegaba dinero de América, la desamortización no generó los ingresos deseados, y se cobraron nuevos tributos a los privilegiados. La iglesia y la nobleza intentan que Fernando VII se subleve contra su padre (Conjura del Escorial), pero Fernando VII delató a sus colaboradores. El 19 de marzo, enemigos de Godoy asaltan y saquean el palacio, y la Guardia Real fue sustituida por un regimiento de Madrid. Se frena la desamortización y Fernando forma su primer gobierno, manteniendo tropas francesas. El 21 de Marzo Carlos IV abdica y el 24 Fernando VII entra en Madrid, el 25 se instala Murat. Napoleón acude a la Península, y Fernando lo recibe en Bayona. Murat decide enviar a la familia real a Bayona.
El 21 de abril, Fernando VII cruzó el Bidasoa. Allí se entera de que Napoleón quiere cambiar la dinastía y que a él le daría la corona de Etruria. Carlos IV reclama en Bayona la corona ante Napoleón, los artífices del Golpe de Aranjuez cambian de idea y acceden a devolverle la corona. Fernando VII renuncia el 1 de mayo y Carlos IV el 2 de mayo le envía una carta negando la validez de la abdicación. El 3 firmo tratado con Napoleón cediendo derechos al trono. Fernando VII tuvo que renunciar a la corona para no enemistarse con Napoleón. Fernando VII, Carlos y Antonio, posibles herederos, firman el 12 de mayo una proclama desde Bayona que absolvía a los españoles de sus obligaciones. Todos renunciaron a la soberanía heredada. Fernando depositó el poder en una Junta Suprema de Gobierno y hubo motines. Murat exigió a la Junta de Gobierno que mantuviera el orden. Con el motín del 2 de mayo, Murat asume la presidencia de esa Junta.
El 2 de mayo, los últimos miembros de la familia real salen de Bayona. Un grupo de personas alborotó en las puertas de palacio, la guardia real mató a algunos, y el pueblo atacó a los franceses. En el Parque de Monteleón, Daoiz, Ruiz y Velarde se hicieron fuertes. Este fue el lugar donde las tropas francesas mataron a las heroínas Clara del Rey y Manuela Malasaña. Las autoridades españolas proclaman que prohibían maltratar a los franceses y el alboroto fue condenado por la Inquisición.
Murat crea comisiones mixtas con autoridades españolas para restablecer el orden. El 2 de mayo fusilan a 400 españoles.
Menos Murat, todos los puestos de poder estuvieron desempeñados por españoles. Los capitanes generales tuvieron el mando militar y el mando civil de su demarcación, pero desde finales de mayo se movieron entre la obediencia, la indecisión y el miedo a la insurrección popular.
La Asamblea de Bayona: Legalidad y Búsqueda de Legitimidad
La autoridad residía legalmente en la Junta de Gobierno presidida por Murat. Como máxima autoridad, Murat impulsó la reunión de la Diputación General y las Cortes de Bayona el 19 de mayo para promulgar un texto constitucional. Asistieron 65 diputados en la apertura y 91 en la clausura de 150. Las provincias sublevadas impidieron la asistencia de un sector. Los diputados deslegitimaron los levantamientos de las provincias en un manifiesto. Hubo 12 sesiones en 23 días, comenzando el 15 de junio. No se sabe si el texto constitucional fue redactado por Romanillos, Maret, o siguió el modelo de Constituciones implantadas por Napoleón en Westfalia y Nápoles. El texto declara que el rey y el ejecutivo ostentan la soberanía nacional.
La Constitución de Bayona establecía que los empleos serían ocupados por españoles, la religión católica sería la única, se reducirían los gastos de la Casa Real, los vales serían reconocidos como deuda pública y se declaraban sagradas la propiedad y la religión. Se fomentaría la agricultura, el comercio, la industria y la población. Se discutía en qué sistema llegarían los españoles mejor a la felicidad. El 6 de junio de 1808, Napoleón firmó un decreto nombrando a José Bonaparte rey de España e Indias.
Eclosión de las Juntas: La Soberanía Alternativa
El 9 de mayo se reunió en Asturias la Junta General del Principado y formó una milicia popular (La Alarma). La Junta, como titular de la soberanía, podía declarar hostiles a las tropas españolas y declarar la guerra a Napoleón, haciendo solo esto último. Además, envió a dos emisarios (José Maria Queipo de Llano y Andrés de la Vega Infanzón) a Londres para pedir ayuda británica. El 11 de junio, Wellington envía emisarios a Gijón, y controla la costa entre Bayona y Cabo de Peñas. Inglaterra concede ayuda. A finales de mayo y principios de junio, la sublevación en diversas provincias dio lugar a varias juntas soberanas: León, Sevilla, Granada, Zamora, Zaragoza.
En las juntas participan la nobleza de la provincia, el clero y sectores profesionales, comerciantes y hacendados. Aparecen así dos poderes: José I, y las Juntas.
Nación Declara la Guerra e Irrumpe la Libertad
Las juntas provinciales y la Junta Central declaran la guerra a Napoleón con apoyo británico en territorio portugués. El 19 de julio, Castaños derrota a Dupont en Bailén y José I se retira a Vitoria. Los franceses controlan el territorio entre el Ebro y los Pirineos. Napoleón entra en España el 4 de noviembre, cambiando el rumbo de la guerra hasta enero de 1812.
1809-1811
Las tropas francesas controlan el territorio. Tras la derrota de Tudela, la guerrilla aparece en Navarra en 1809, contando con apoyo británico. Se celebraron las Cortes de Cádiz, ciudad sitiada por los franceses, tras dos años de pugna entre las Juntas soberanas y la Junta Central. En 1808 se decretó la libertad de imprenta. Nació en Madrid el Semanario Patriótico, llegando al pueblo español. Tras la retirada de José I en 1808, se reinstaló el Consejo de Castilla presidido por el duque del Infantado. Las juntas decidieron constituir una Junta Central, unión de las Juntas provinciales, para que se convirtiese en la cabeza visible de la nación. Con rango soberano, solo 18 Juntas enviaron 2 vocales por Junta a Madrid para constituir dicha Junta Central. Cuesta y el Duque del Infantado realizaron intentos golpistas.
Junta Central
La Junta Central estaba formada por 35 miembros de igual rango: liberales (conde de Tilly), comerciantes (Calvo de Rozas), altos funcionarios (Valdés o Quintana, quien se hizo con el puesto de secretario de la Junta). También participaron ilustrados como Jovellanos y Floridablanca. La primera medida consistió en crear una Junta militar presidida por Castaños con 4 cuerpos de ejércitos a las órdenes de Blake, Castaños, Vives y Palafox. Se crearon 5 comisiones para las distintas ramas del Gobierno y se acordó nombrar ministros a personas fuera de la Junta, para diferenciar a la Junta de lo ejecutivo.