Invasiones Bárbaras y Reinos Germánicos: Un Recorrido por la Alta Edad Media
Fechas Clave y Etapas de las Invasiones Bárbaras
Varias fechas importantes caracterizan los principios y los fines del periodo de las invasiones bárbaras:
- 380: Declaración de confesionalidad cristiana del Imperio Romano.
- 395: División del Imperio Romano.
- 405: Entrada de los pueblos germanos.
Con la irrupción del poder islámico y los primeros pasos de lo que sería el Imperio Carolingio a comienzos del siglo VIII, se cierra esta etapa.
El Establecimiento de los Bárbaros
La penetración y asentamiento de los germanos constituyó un larguísimo proceso desde finales del siglo II hasta mediados del siglo XII. Lo dividimos en dos etapas:
- Etapa A: Primeras invasiones, con la entrada de los visigodos en el Imperio en 376 y la de los lombardos a Italia en 568.
- Etapa B: Segundas invasiones de vikingos, húngaros y piratas sarracenos en los siglos IX y X, con una repercusión menos relevante que las precedentes.
Los Germanos y el Imperio
Desde el siglo III, el Imperio vivió una crisis bastante profunda caracterizada por:
- Pérdida de funciones por parte de las ciudades.
- Ruralización de la vida.
- Debilitamiento de las relaciones de carácter público en beneficio de las de tipo privado.
- Creciente peso de la fiscalidad imperial.
- Difusión de religiones menos cívicas y colectivas, y más salvíficas.
Los invasores eran de muy diferentes etnias, los llamamos “germanos”. Desde el siglo I, los romanos ya sabían de sus movimientos, que fueron más bien migraciones de pueblos que invasiones, ya que su objetivo en un principio era instalarse y desarrollar agricultura y ganadería en algunos casos. Durante los siglos II y IV, el Imperio acogió sin dificultades algunos grupos familiares o partes de tribus. Pero más adelante eran pueblos enteros, con sus jefes, guerreros, con fuerte cohesión étnica reforzada por tradiciones y religiones propias. Solo los godos se convirtieron al cristianismo. Estos, eran visigodos y ostrogodos, y entraron en el Imperio en el 376. Tras varias batallas y sublevaciones, se instalaron en Mesia como tropas de Roma.
Cronología de las Invasiones (396-451)
- 396: Otros pueblos germanos, presionados por los hunos, entraron en el Imperio. Durante 15 años se sucedieron las llamadas “invasiones germanas”, donde los enfrentados eran romanos y germanos romanizados en vez de bárbaros.
- 400: Vándalos y alanos entran en Retia y Nórica (Austria y Suiza).
- 405: Grupos de estos mismos pueblos, junto con ostrogodos, entran en Italia.
- 406: Los protagonistas de la entrada del 400, junto con los suevos, cruzan el Rin.
- 407: Tropas romanas en Britania vuelven para cerrar la brecha del Rin.
- 408: Muere asesinado Estilicón, facilitando la entrada de los visigodos.
- 410: Los visigodos de Alarico saquean Roma. Esto inquieta tremendamente al Imperio, que busca desesperadamente alguna nueva fórmula de pacto.
- 415: Con la entrada en Hispania, el emperador accede a un acuerdo.
- 418: El foedus convierte a los visigodos en federados del Imperio, suponiendo el reconocimiento imperial del primer reino bárbaro en Occidente.
- 429/430: Los vándalos, bajo el mando de Genserico, cruzan el estrecho de Gibraltar y dominan el litoral norteafricano, interrumpiendo las relaciones marítimas entre Roma y el norte de África.
- Desde el norte vienen los hunos, bajo el mando del famoso Atila.
- 451: El general Aecio detiene el avance huno, sin mucho éxito, ya que posteriormente la propia Roma se verá amenazada. La unidad de pueblos que constituían el pueblo huno se descompone a la muerte de Atila.
En los últimos años del Imperio, en lugar de emperadores hay jefes militares germanos como: Ricimerio, Odoacro…
Modalidades de Asentamiento de los Bárbaros
- Penetración de grupos familiares o fracciones de pueblos que buscaban tierras.
- La conquista y expoliación: anglos y sajones en Inglaterra; vándalos en el norte de África; lombardos en Italia, desde el 568.
- La modalidad más común, la firma de un foedus entre el Imperio y un pueblo bárbaro. Este tratado mantenía la ficción jurídica de que eran aliados de Roma y, a cambio, se les permitía asentarse.
Distribución Germana en el Imperio
La dificultad práctica del reparto de tierras entre romanos y germanos hace creer que la distribución germana en el Imperio aparecía clara 30 años después de la extinción del poder romano en Occidente:
- Los visigodos ocupaban el sur de la Galia e Hispania.
- Los vándalos, tras abandonar la península, se instalaron en el norte de África.
- Los francos, en pequeños reinos por la zona del Rin y, más adelante, en casi toda Francia.
- Los ostrogodos, tras eliminar a los hérulos, en Italia.
- Los anglos, sajones y jutos, en el extremo del Imperio, ampliaron su dominio en Britania.
Circunstancias Demográficas y Económicas
Las circunstancias demográficas del periodo eran de poca población y poblamiento laxo, debido al abandono de las ciudades e instalación en el campo en pequeñas aldeas (integradas algunas en villas o grandes explotaciones), e inestable por las condiciones políticas y materiales. La zona meridional estaba más poblada y la septentrional más vacía. Estas dos áreas fueron dominio de bosque, marisma y ríos de inestable curso, de ahí su baja densidad.
Estas circunstancias, junto con las rudimentarias técnicas de explotación, reducen la producción agraria y se comienzan a imponer tradiciones alimenticias de diferentes regiones:
- Al norte: Más boscoso y ganadero, era más rico en proteínas animales (mantequilla, manteca, sidra y cerveza).
- Al sur: Con la tradición y clima mediterráneo, sigue el cereal, la vid y el olivo (aceite y vino).
Nueva Percepción de los Espacios en Occidente
- A escala microespacial (comarca, aldea…), la convivencia de agricultura y ganadería.
- A escala macroespacial, tierras remotas como Escocia o Irlanda comienzan a sentirse más próximas con la intensificación de la actividad de monjes y misioneros.
Ruralismo y Pervivencia de la Sociedad Antigua
La instalación de los pueblos germanos en ciertas áreas del Imperio de Occidente fue insuficiente para modificar sus estructuras; más bien se adaptaron a las circunstancias de las regiones ocupadas, queriendo heredar el poder del Imperio.
En los siglos VI y VII, se fueron constituyendo sociedades regionales y nacionales que llegaron a mostrar ciertos rasgos de unión y autoridad. La frágil pervivencia de las ciudades nos hace dudar en cómo calificarlas: villa urbana o civitas ruralis. Estas habían ido perdiendo población en beneficio del campo y sus edificios habían sido descuidados, por lo que la única novedad fue la muralla urbana. El sistema de urbe ordenadora del antiguo Imperio Romano se perdía, sustituida por ciudades invadidas por campos cultivados y rebaños. Con sus muros y parcelas agrícolas, y ya sin pavimento de piedra, estaban anunciando el modelo de ciudad alto medieval: del concepto clásico de lugar civilizado por excelencia, al concepto de lugar corrupto frente al campo.
Disminución de la Actividad Mercantil
Con la pérdida de concentraciones urbanas, disminuye la actividad mercantil. El carácter del comercio cambia: el objetivo ahora no es abastecer a la población, sino satisfacer las necesidades de una minoría rica. En el intercambio apenas se utilizaba la moneda; en su lugar, oro y esclavos, tanto en el comercio interior como exterior de los reinos. Muchos de los intercambios respondían a modelos más vinculados a la estructura y manifestación del poder que a la satisfacción de necesidades.
La Iglesia juega un papel importante en esta fórmula cuando entra en el circuito como destinataria de ofrendas y limosnas que debían devolverse en forma de beneficios espirituales. El papel de la moneda, entonces, cobra más significado político y de autoridad que económico.
Revalorización del Campo y Estructura Social
Esta forma de vida hace que el campo cobre valor, se revalorice, y la tierra se convierte en una forma de enriquecerse. De modo que la estructura social va en base a las propiedades rústicas. De hecho, la fuerza de la aristocracia se asentaba en la riqueza del campo, aunque los miembros distinguidos de la organización eclesiástica no quedaban atrás. Precisamente durante los siglos VII y VIII, la riqueza acumulada por obispos y monasterios hizo que algunos monarcas germanos, atemorizados de su poder, expropiaran parte de sus bienes.
En el otro extremo de la escala social, y sin escalones intermedios debido a la desaparición de artesanos, mercaderes y funcionarios, se encontraban los esclavos, siervos y colonos, que constituían una masa poco diferenciada respecto a una minoría de privilegiados:
- Esclavos: Eran simples instrumentos, vivían en cobertizos y hacían tareas domésticas en la casa del señor o labores del campo bajo mando de un capataz.
- Siervos: Eran reconocidos como hombres y estaban instalados en tendencias familiares por la villa, en aldeas o entre campos de propietarios, cosa que le otorgaba cierto reconocimiento social frente al esclavo. Obligados a trabajar varios días, pero con posibilidad de hacerlo también en su propia tierra.
- Colonos: Eran jurídicamente libres. Ocupaban pequeñas explotaciones junto a los latifundios. Normalmente eran pequeños propietarios que entregaban sus tierras a un gran propietario y realizaban algunas labores a cambio de protección.
Pervivencia y Debilidad del Poder Público
La crisis del Imperio fue también una crisis del Estado.
La sociedad se caracterizaba por la búsqueda de protección en los grupos familiares y en las encomendaciones clientelísticas. Mientras el papel de los grupos de parentesco se fortalecía, la familia de sangre se ampliaba. Para los romanos, las vinculaciones familiares eran agnaticias (predominio parentela paterna); para los germanos, cognaticias (parentela paterna y materna al mismo nivel como sujetos de derecho y referencia para los individuos concretos). La Iglesia contribuyó también a ampliar el marco de los parentescos, regulando la figura de los padrinos de bautismo y reforzando el sentido de la compaternitas. También prohíbe el matrimonio entre padrinos y ahijados.
Las encomendaciones al patronato de un poderoso constituyeron otra fórmula de búsqueda de seguridades reales. Además de la de la conversión a colono, otra muy común fue la encomendación que incluiría la prestación de un servicio de armas. Eran los vasallos (vassi o vassalli), que según los reinos tenían un nombre (gardingos, leudes,…). Según la riqueza del patrono, el vasallo iba a pie o a caballo y luchar con él no solo era un deber, sino también un honor.
Fusión de Etnias y Privatización del Poder
El triunfo de la riqueza rústica y la ampliación de los vínculos privados afectaron tanto a los componentes romanos como a los germanos de las sociedades bárbaras y contribuyó a la fusión entre ambas etnias. Aunque su grado fue diferente según el reino: en Inglaterra o el norte de África, los germanos dominaron la sociedad romana sin contemplaciones. Después, en Italia, ocurriría igual con los lombardos. Sin embargo, también en Italia con los ostrogodos o en España con los visigodos, se produjo esa fusión.
Había aspectos que propiciaban la fusión y otros la división, pero ambas poblaciones, en la mayoría de los casos, en mayor o menor medida (según el territorio), tendieron a converger.
En la cima de esta minoría (aristocracia eclesiástica y guerrera) estaba el palatium, constituido por los poderosos más cercanos al monarca. Oficialmente, los administradores superiores del reino; en la práctica, un grupo cuyos miembros, mediante mutua vigilancia y control del rey, evitaban que ninguno adquiriera un poder que lo hiciera destacar.
Al principio eran solo germanos; luego se unieron poderosos provinciales romanos.
La distribución del poder efectivo en la sociedad explica que la presencia del monarca a su frente se compaginara con la privatización de competencias de la administración.
Contradicción en el Poder Germánico
La marcha bárbara de sus asentamientos originales a los definitivos en el antiguo Imperio dio prestigio a distintos caudillos y a convencer de la utilidad de un único poder real.
El panorama sociopolítico germánico tenía una contradicción entre la autoridad del rey, que supuestamente prolongaba el gobierno del Imperio, y la debilidad efectiva de su poder.
En el tema sucesorio, los monarcas germanos intentaron hacer triunfar la tradición hereditaria, pero solo los francos lo consiguieron. En los otros reinos, la aristocracia se impuso.
A pesar de las ceremonias de entronización y coronación, e incluso sacralización del monarca, el prestigio de este siguió basándose en su componente guerrero y en que sus decisiones fueran aceptadas.
Ejercicio del Poder: Militar, Fiscal y Judicial
Proceso visible en el ejercicio del poder militar, fiscal y judicial.
En el caso del derecho, se suponía que radicaba de la conciencia de las comunidades y se expresaba a través de los miembros de la asamblea de hombres libres. El juicio de un acusado se basaba en la credibilidad del reo, que dependía del nivel de jerarquía social, y no en pruebas testificales. Si no se le creía, podía recurrir a la de los miembros de su parentela y, sino, debía aceptar el juicio de Dios sometiéndose a alguna ordalía.
Estas tradiciones se recogieron por escrito en textos como: el Código de Eurico (visigodos), la Ley Sálica (francos) y el Edicto de Rotario (lombardos).
Destinos de los Reinos Romano-Germánicos
La llegada de los lombardos a Italia en el año 568 puso fin al intento de constituir en la parte occidental del antiguo Imperio Romano un reino germano unitario.
En este intento, como en tantos anteriores, intervinieron unos elementos:
- Los germanos: Con la dificultad de acomodar a sus bandas a los territorios, con una monarquía en proceso de consolidación y con una desigual actitud de respeto o rechazo hacia la tradición romana.
- Los romanos: Con su pérdida de sentido público del territorio y la autoridad, y su creciente privatización de las relaciones sociales.
- La Iglesia: Que, tras identificar catolicismo y patriotismo romano, se dispuso a aceptar a los germanos como interlocutores válidos.
- El Imperio Romano de Oriente: Además de disputar política y doctrinalmente con el papado, se hizo presente en el siglo VI en Hispania, África e Italia, y moralmente (como referencia de autoridad) en todo Occidente.
La mezcla de los 4 elementos en proporciones desiguales en cada uno de los reinos, dio como resultado una gran diversidad de situaciones.
Los soberanos germanos pasaron de considerar el reino como una suma de ciudades a estimarlo un continuum territorial, un marco general de ejercicio de su autoridad.
Reinos Menores o Efímeros
Por un lado, tenemos los llamados a dejar escasas huellas en el espacio en que se instalaron (vándalos, suevos, ostrogodos y lombardos); por otro lado, los avocados a constituir el embrión de futuros desarrollos nacionales (francos, anglosajones), o simplemente los que tienden a fijar una larga memoria histórica de unidad perdida (visigodos).
Vándalos en África
La guerra civil que había ensangrentado la parte occidental del Imperio fue aprovechada por un grupo, los vándalos, para cruzar el estrecho de Gibraltar y llegar a las costas del norte de África. Desde allí ocuparon las islas del Mediterráneo occidental, interrumpiendo el tráfico marítimo de la metrópoli con sus bases de aprovisionamiento. Así, en el norte de África emprendieron una sistemática persecución contra los cristianos católicos, que constituían la mayoría de la población.
La desarticulación de las estructuras de gobierno fue total, lo mismo que la de las económicas, por lo que ni la Iglesia arriana ni el ejército vándalo fueron capaces ni de reemplazar las antiguas estructuras ni de aglutinar la población sometida. Así que no extraña que el primer ataque de las tropas bizantinas enviadas por Justiniano acabara con el reino de los vándalos.
Suevos en Galicia
Los suevos, en un principio, estaban instalados en Gallaecia y, 20 años después, se convirtieron al catolicismo, siendo el primer pueblo bárbaro pagano que lo hacía, lo que no impidió que realizaran incursiones hasta la Bética y la Cartaginense.
Durante un siglo no se supo nada de ellos, hasta que, a partir del 560, el obispo Martín de Dumio los convirtió definitivamente al catolicismo.
La conclusión de estos esfuerzos llevó a los suevos a enfrentarse otra vez con los visigodos, los cuales dominaban el resto de la península. Así que, finalmente, con el rey Leovigildo desaparecieron porque este se anexionó el reino suevo con una excusa absurda.
Ostrogodos en Italia
La entrada de los visigodos en el Imperio había sido aprovechada por los ostrogodos para intentar hacer lo mismo.
Como en otras ocasiones, la diplomacia del Imperio Romano de Oriente desvió de Constantinopla la corriente migratoria ostrogoda, que penetró en Italia eliminando a Odoacro y a los hérulos.
Estuvieron instalados en un principio en el norte de Italia en un régimen de hospitalidad bajo el poder del emperador Teodorico el Amalo, a quien el propio emperador de Oriente había reconocido como su delegado en Occidente. Fue miembro de una de las parentelas más distinguidas de los godos y defensor de la tradición romana, lo que le hacía poder mantener la paz entre ambas partes (ostrogodos y gente católica de Italia).
Pero no resultó, pues los bizantinos veían la amenaza de que, bajo hegemonía ostrogoda, se acabaría convirtiendo el Imperio en un espacio germánico. Además, resultó que su tolerancia respecto a la mayoría católica de Italia y su respeto de la tradición romana no eran compartidos por algunos de los jefes ostrogodos. Pero, además, el monarca no acababa de fiarse de la lealtad de los dirigentes católicos de su reino, comprometidos con el emperador de Constantinopla.
A su muerte, lo sustituyó su nieto Atalarico, quien dio fuerzas a la oposición de los romanos católicos, que quisieron desquitarse del terror de los últimos años del reinado de Teodorico.
Las cosas resultaron más difíciles que en el norte de África, pues los ostrogodos pusieron mucha resistencia. Con Totila se mantuvo la llamada “guerra gótica”, que, junto con las epidemias y hambrunas, asoló Italia.
Lombardos
Se habían instalado en la Panonia, pero la irrupción de los ávaros los desplazó hacia Italia.
Crecieron sin ninguna influencia romana, por ello mantenían una organización política basada en la existencia de bandas dirigidas por más de 30 jefes; estos solo de forma excepcional elegían un rey.
Arruinada la estructura administrativa de los ostrogodos, con los bizantinos resistiendo en los puertos del mar Adriático, con el poder papal emergido en Roma y con múltiples poderes lombardos en el norte y noroeste, la realidad mostraba una aguda fragmentación política.
Existían unas cuantas demarcaciones territoriales que correspondían a otros tantos grupos de lombardos dotados de cierta cohesión de parentesco, encabezados por sus correspondientes duques.
Pasado bastante tiempo, hacia mediados del siglo VII, los lombardos seguían sin convertirse al catolicismo, por lo que se reconocía una dualidad de regímenes legales entre los lombardos y los restantes habitantes de Italia.
Reinos con Mayor Proyección
Anglosajones en Britania
La mayor parte de los destacamentos militares romanos asentados en Britania se marcharon al continente para intentar taponar la brecha del Rin.
Su marcha dejó la isla en manos de sus habitantes autóctonos, quienes experimentaron un proceso de fragmentación política y de recuperación de sus señas de identidad cultural.
La evangelización de la isla se debió a San Patricio, la cual se caracterizaba por una enorme capacidad misionera y por tener algunas diferencias en disciplina y liturgia respecto a Roma.
A mediados del siglo V, un grupo de anglos, sajones y jutos arrasaron la isla y arrinconaron a sus habitantes. Ante esto, una parte de ellos emigró a la región de Armórica (Bretaña francesa).
Los invasores germanos actuaron como verdaderos bárbaros en el sentido peyorativo del término.
Desde el siglo V hasta el VII, resulta difícil conocer la historia de la isla, aunque se sabe que se trataba de una sociedad muy jerarquizada (nobles, hombres libres y esclavos). Un pueblo distribuido en bandas bajo el caudillaje de unos jefes guerreros que vivían de la actividad militar.
La autoridad de cada caudillo podía tener una traducción geográfica de variadas escalas (eran 4):
- El pequeño reino cuyas gentes se consideran vinculadas a alguna poderosa familia.
- El reino regional de número variable (entre 6 y 9).
- La hegemonía de alguno de esos reinos sobre el resto.
- La teórica unidad de todos bajo la autoridad de un bretwalda.
Las hegemonías de los distintos reinos se sucedieron a un ritmo semejante al de los avances evangelizadores. Estos, por su parte, fueron protagonizados por dos grupos de misioneros: irlandeses (herederos de la tradición de San Patricio) y romanos (enviados por el papa Gregorio Magno). La diversidad de interpretaciones de unos y otros sobre ciertos aspectos de la organización eclesiástica retrasó la consolidación del cristianismo en la isla.
Visigodos en Hispania
Antes de instalarse en Hispania, los visigodos habían pasado bastante tiempo familiarizándose con las estructuras del Imperio. Pero su instalación no fue completa hasta la derrota de Vouillé con la muerte del rey Alarico II, hecho que les obligó a entrar masivamente en la península.
En 531, aprovechando el asesinato de Amalarico (nieto de Teodorico), último representante de la dinastía de los Baltos, los visigodos eligieron un nuevo rey, Teudis, dando comienzo a una nueva etapa en su historia.
Los visigodos situaron su capital en Toledo y desde allí hacían frente tanto a los francos como a los bizantinos, que lograron instalarse en las tierras de Murcia y de Andalucía.
Con el rey Leovigildo se consiguió eliminar el reino de los suevos y mantener a raya a los vascones. Este buscó la unificación ideológica del reino o, al menos, de los visigodos en el arrianismo. También intentó individualizar el reino e integrar a sus súbditos. Solo fracasó en los intentos religiosos, pero triunfó en lo demás:
- Diferenciación política de la autoridad visigoda respecto a cualquier otra (reforzó el carácter germánico de su poder, subrayó el contenido regio de su caudillaje militar y adoptó signos externos de realeza).
- Unificación de jurisdicciones que convertían al conde en juez único de su demarcación.
- Creación de un mínimo aparato político y administrativo: el officium palatinum (sustituyó al consejo de ancianos guerreros godos) y el territorium de las antiguas ciudades (se configuró como unidad de administración territorial).
La muerte de Leovigildo dio a su hijo Recaredo el trono con la intención de que siguiera con los propósitos de su padre, pero este optó por renunciar al arrianismo y por acoger el catolicismo.
Su decisión implicó contemporizar con el sector de la aristocracia goda que no la aprobó y sentar las bases para el engrandecimiento de la Iglesia católica del reino. Así que, en poco tiempo, esta consiguió la inmunidad fiscal de sus dependientes respecto al Estado y el reconocimiento de la inalienabilidad de las propiedades eclesiásticas y de la fuerza legal de sus concilios.
El IV Concilio de Toledo formuló, por boca de Isidoro de Sevilla, un principio, el cual afirmaba que el rey solo merece serlo si actúa correctamente, de acuerdo con los intereses de la Iglesia y de la aristocracia.
Los progresos de la fusión de las dos sociedades (goda e hispana) continuaron en los años siguientes, y como signo de ella, el monarca Recesvinto confirmó oficialmente la unificación del derecho con la promulgación del Liber Iudiciorum, único código de aplicación para el conjunto de la población (reconocía el principio de territorialidad de las leyes y se inspiraba claramente en el derecho tardorromano; además, refrendaba la importancia de los vínculos privados en las relaciones sociales y políticas). Pero este código suponía la aparición de dos esferas del ejercicio de la autoridad: una pública (hasta donde el poder del rey fuera tolerado por los intereses de la aristocracia) y otra privada (en la que los poderosos campaban a sus anchas).
Wamba intentó poner coto a esa situación y recuperar el poder monárquico, pero fue destronado.
Por debajo del éxito de estos poderes fácticos, la sociedad hispanogoda se desmoronaba: las persecuciones a judíos, las fugas de esclavos duramente reprimidas, eran indicios del malestar social.
Las malas cosechas y las epidemias, con su secuela de hambres, contribuyeron a este proceso.
El resultado fue que la mayoría de la población quedaba marginada, mientras que una pequeña parte (la aristocracia) aceleraba la fragmentación del espacio político en numerosas y pequeñas células. Todo ello facilitó, desde el 711, la entrada y el dominio de los musulmanes.
Francos
Al desaparecer el Imperio en 476, los francos aparecerían como uno de los poderes en que la autoridad imperial se había fragmentado en la Galia. Los otros 3 eran: visigodos, burgundios y un pequeño grupo encabezado por Siagrio. Estos 4 poderes fueron reducidos por los francos.
Con su conversión al catolicismo, Clodoveo consolidó su alianza con la aristocracia galorromana; a través de ella consiguió el apoyo moral del papado y de Bizancio, y la ayuda práctica de las grandes familias del sur de la Galia. Estas circunstancias, unidas a su jefatura militar, permitieron a Clodoveo derrotar a los visigodos en Vouillé y expulsarlos de la Galia. Así, los francos reforzaron su presencia en el norte, haciendo de París su capital.
Antes de morir, Clodoveo repartió el reino entre sus 4 hijos, quienes iniciaron una historia caracterizada por una mezcla de autocracia primitiva y anarquía, y por un argumento que parece moverse en dos planos complementarios:
- La secuencia de sucesivos repartos y unificaciones (de manos de Clodoveo, Clotario I, Clotario II, Dagoberto…).
- La existencia de tres ámbitos territoriales (Austrasia, Neustria y Borgoña) con personalidad propia.
Constituido por el vigor de esta realidad socioespacial compartimentada. A ello contribuyeron:
- La diversidad de grupos étnicos francos establecidos en la Galia.
- La instalación franca se efectuó en asentamientos que estimularon identidades ya existentes y acabaron dando nacimiento a ducados y a 3 reinos (Austrasia, Neustria y Borgoña).
- El poder de los obispos, verdaderos representantes de los intereses de la aristocracia galorromana, actuó en dos direcciones:
- Colaborando con los monarcas merovingios frente a otros germanos no católicos o en la tarea de articular la sociedad y el espacio de los reinos mediante su residencia en las ciudades y su participación en los concilios.
- Los obispos constituían piezas importantes que podían tomar partido por algunos de los bandos de las aristocracias de los reinos y, con ello, entrar en colisión con los monarcas.
- El papel de los monasterios solo fue parcialmente semejante al de los obispos. El proceso de creación sirvió para fijar la población y crear nuevas células de colonización. Ello no implicó una dependencia jerárquica respecto a los obispos.
Los distintos elementos en presencia en la Francia merovingia (reyes, aristocracias, obispos y monjes) se entrecruzaron de forma variable.
A la muerte de Dagoberto I, la fuerza de estos se impuso definitivamente a través del ejercicio del poder por parte de sus respectivas aristocracias. Estas convirtieron a los sucesores de Dagoberto en “reyes holgazanes”.
La figura del monarca palidecía tras la de los mayordomos de palacio, los cuales trataron de designar a los ocupantes de las sedes episcopales a la vez que se hacían con el control de los resortes de la administración.
Los mayordomos de Austrasia eran los más poderosos, tanto que Pipino de Herstal unificó bajo su mando los tres reinos francos.