Casa de Bernarda Alba: posibilidades de agrupaciones y personajes
La madre, Mª Josefa
Genial hallazgo de Lorca: en sus palabras se mezclan locura y verdad, tiene una lúcida locura. Grita: ¡Déjame salir!, lo que la convierte en portavoz de un anhelo común. Hará dos apariciones decisivas: al final del Acto I y hacia el final de la obra. Realza la tensión dramática de esos momentos en los que se plantea el tema de la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y de maternidad, el ansia de libertad de espacios abiertos…
Poncia
Su relación con Bernarda es contradictoria: oscila entre la familiaridad y el odio. Ella asume su condición pero está llena de rencor contenido por el interés y la necesidad.
En las conversaciones con las hijas, su modo abierto y descarado de hablar de lo sexual aportará un elemento de contraste y turbias incitaciones. Sobre todo, destaca por su sabiduría rústica, por su desgarro popular y por el sabor, la riqueza y la creatividad de su habla.
La criada
De menor relieve. Siente rencor por Bernarda y por el difunto marido que la acosaba, aunque se muestra sumisa e hipócrita. Obedece a Poncia pero es altanera y ruda con la mendiga (ejemplo de un mundo rígidamente jerarquizado).
Vecinas, Voces de los segadores:
Su papel es el
del coro en la tragedia clásica, Pepe el
Romano:
Es la encarnación del Hombre.
No aparece pero conocemos su doblez: va por el dinero de Angustias; enamora a
Adela.
Otra posibilidad de agrupamiento
1. Diferenciación sexista: personajes femeninos in praesentia / masculinos in absentia. Los personajes femeninos dominan físicamente la escena, pero a su vez están dominados por los masculinos o personajes “invisibles”.
2. Diferenciación socioeconómica: también es causa de conflictos. En este sentido Bernarda y sus hijas se sitúan en un plano superior, y el resto, en otro inferior. Dentro de la misma clase, Angustias se sitúa por encima de sus hermanas.
En la caracterización de los personajes el autor ha empleado diversas técnicas:
a) Caracterización indirecta: a través del diálogo, un personaje informa del comportamiento, de la actitud o de la ideología de un tercero, de manera que adelanta información sobre dicho personaje (si no ha aparecido antes en escena). Por ejemplo, el diálogo inicial de las criadas presenta a una Bernarda autoritaria y dominanta, pero también los apartes de las vecinas y las conversaciones de las hijas sirven para caracterizarla.
b) Caracterización por autodefinición: el personaje habla de sí mismo. Por ejemplo, Martirio se reconoce débil y fea, mientras que Adela presume de juventud y belleza; Poncia se considera una criada fiel y ejemplar: Soy una buena perra…
c) Caracterización por la acción y el diálogo: la actuación inflexible y rígida de Bernarda contrasta con la actitud sumisa de de sus hijas y de las criadas. Magdalena y Amelia prácticamente se resignan a su suerte. Angustias vive ficticiamente feliz por su proyecto matrimonial. Adela se mueve por impulso amoroso y expresa su deseo de liberarse del yugo materno, etc.
En la actuación de los personajes se advierten unos rasgosque actúan como desencadenantes de la acción: el instinto sexual de Adela y de Martirio, la ceguera de Bernarda y de sus otras hijas (en especial, de Angustias), que no ven la realidad.
El lenguaje
se emplea también con intención caracterizadora e identificadora. En el habla
hay peculiaridades acordes con la psicología de cada personaje:
Bernarda: lenguaje conminativo, en el que predominan intervenciones secas y cortantes; impera la función conativa del lenguaje utilizando expresiones imperativas e interrogativas. Encontramos mandatos expresados en imperativo, con infinitivos, preguntas retóricas, locuciones adverbiales, mandatos absolutos expresados con el futuro imperfecto de indicativo; los sustantivos suelen tener valor interjectivo.
Adela: también fuerza y violencia verbal; usa imperativos y frases cortantes y enérgicas
El resto de las hermanas emplean una lengua más anodina y vulgar.
Mª Josefa usa un lenguaje surrealista y simbólico, mezcla de lenguaje infantil y habla perturbada con expresiones disparatadas, diminutivos, onomatopeyas…
El lenguaje más rico y variado es el de Poncia. Por un lado, posee la gracia del lenguaje popular -coloquialismos, expresiones rurales y vulgares, insultos-; por otro, es maestra en la insinuación cargada de ambigüedad y, a la vez, usa expresiones de encanto poético.
d) Caracterización por sus movimientos escénicos: un dramaturgo como Lorca, que domina la técnica teatral y conoce los entresijos del escenario, mueve a sus personajes de manera que sus movimientos correspondan a su personalidad y función dramática. De esta manera, la coordinación entre gestos, movimientos, tonos de voz, contenido y expresión de las palabras, y actitud del personaje es absoluta.
Los movimientos de Bernarda son vigorosos y violentos (golpea el suelo con su bastón, arroja el abanico de Adela, etc). Su dinamismo se ve contrarrestado por el estatismo de sushijas que permanecen casi siempre sentadas, en actitud de espera. Ello nos remite, nuevamente, a una sensación de monotonía: permanecen sentadas al comenzar el II y el III Acto; en la escena de los segadores van sentándose a la vez que se lamentan resignadas. Este estatismo y los movimientos delicados de las mujeres contribuyen a dotar a la obra de un ritmo lento, que provoca, una vez más, la sensación de vidas apagadas, sombrías, mortecinas…
e) Caracterización por los objetos que poseen: esta forma de caracterización revela que Lorca ha aprovechado al máximo todas las posibilidades a su alcance. Cuatro de sus personajes poseen objetos propios significativos:
Bernarda, su bastón, simboliza el poder, la autoridad. Se sirve de él para imponer silencio y para golpear a sus hijas. Por eso, cuando Adela se enfrenta a su madre y rompe el bastón, proclama su victoria sobre la autoridad materna
Adela, un abanico de colores y un traje verde, son signos de su rebeldía, de su oposición a las normas de poder autoritario.
Angustias, el retrato de Pepe el Romano, simboliza el deseo y la frustración de las hermanas: pertenece a Angustias, quien, en realidad, “ha perdido” ya al Romano; Martirio lo esconde porque ella no pue aspirar a conseguir el original
Mª Josefa, las flores del pelo son también signos de rebeldía de libertad y de amor. La oveja que lleva en brazos en el III Acto admite varias interpretaciones. Puede entenderse como un signo de locura; también puede aludir al instinto maternal frustrado.