El Romanticismo

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El Romanticismo es el movimiento cultural que se opone, de forma más o menos explícita, a los principios característicos de la Ilustración. Es el resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio, como lo fueron las primeras décadas del siglo XIX. La crisis de los valores tradicionales, la despersonalización del individuo dentro de la nueva sociedad industrial, el auge del materialismo y la tecnificación, las bruscas transformaciones que se producen en la vida de los hombres y los conflictos de identidad personal o colectiva conducen a dos actitudes opuestas: el rechazo de la nueva sociedad o la reivindicación de un progreso más acentuado que permita configurar una sociedad en la que tengan cabida la fantasía, la espiritualidad, la libertad o la justicia. Los orígenes del Romanticismo hay que buscarlos en el siglo XVIII, sobre todo en la filosofía y la cultura alemanas. Se produce allí el movimiento llamado Sturm und Drang (tempestad y pasión), que propugna la creación literaria al margen de las reglas clásicas y revaloriza la expresión artística de los sentimientos y de las vivencias. Esta sensibilidad prerromántica se manifiesta también pronto en Inglaterra y, con mayor o menor intensidad, se extiende por toda Europa.

Rasgos del Romanticismo

  • Irracionalismo: se niega que la razón explique por completo la realidad.
  • Subjetivismo: si la razón tiene sus límites, son necesarias otras formas de conocimiento.
  • Idealismo: el hombre romántico siente predilección por lo absoluto o por lo ideal.
  • Individualismo: el hombre romántico tiene una conciencia aguda y dolorosa de la propia personalidad.
  • El genio creador: el artista ya no es el artesano que elabora sus obras.
  • Inseguridad radical: el romántico es, por naturaleza, alguien inseguro e insatisfecho.
  • Desengaño: el choque entre el “yo romántico” y la realidad, que no da satisfacción a sus anhelos e ideales, produce en el artista un hondo desengaño vital que lo lleva a rebelarse contra las normas morales, sociales, políticas o religiosas.
  • Evasión: para escapar de ese mundo en el que no encuentra cabida su idealismo extremo.
  • Soledad: además de la evasión temporal, adquiere especial importancia la huida de la realidad mediante el refugio en sí mismo.
  • Naturaleza dinámica: frente al Neoclasicismo, el artista romántico representa la naturaleza en forma dramática.
  • Nueva sensibilidad: el Romanticismo lleva a primer plano la intimidad, la nostalgia, la tristeza, la melancolía y la soledad.
  • Nacionalismo: los románticos encuentran una liga a su entorno. Así se comprende la revitalización de las antiguas leyendas y tradiciones locales, el nuevo cultivo que alcanzan las lenguas y la exaltación de la patria.

Estas ideas románticas se oponen al espíritu universalista de la Ilustración. Extender las ideas de progreso y libertad por igual a todos los hombres se ve ahora como una forma intolerable de uniformidad y amputación de lo que es más característico, espontáneo y profundo de una comunidad. Todos los rasgos románticos anteriores permiten comprender que, en el rechazo de su mundo, los artistas románticos hayan tomado dos direcciones opuestas: la nostalgia por los antiguos valores tradicionales o la rebelión, no solo frente a su mundo, sino también frente a lo antiguo. Por eso puede hacerse la distinción entre un romántico tradicional o conservador y un romántico liberal o progresista.

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Consideraciones generales sobre el amor y la muerte en El amor en los tiempos del cólera

La novela es un tratado sobre el paso del tiempo y sobre el amor, presentado este con todas las variantes posibles: amor luminoso, ilusionado, atormentado, oscuro, decepcionante, romántico, insatisfecho, apasionado, resignado, exacerbado, sexual, hiperestésico… El relato es un perfecto tratado del tiempo, destructor de vidas, pero imposible de romper el de Florentino a Fermina Daza. Se trata de un amor intenso y concluyente, un amor que sobrepasa los límites del tiempo y que podría quedarse temblando incluso después de la muerte. También es amor domesticado, como el que se profesan los esposos Juvenal Urbino y la citada Fermina Daza: amor convencional. Queremos decir que el amor de Florentino Ariza era un amor lleno de lirismo y pasión; el de los esposos citados es un amor práctico.

El narrador sabe que el amor auténtico está asociado a la idea de la muerte, y que esta es intransigente y severa. Pero también que cualquier recuerdo puede llegar a instalarse en el alma del enamorado, sobrepasando a la muerte. El amor, el gran protagonista de la novela, habita en el corazón de Florentino Ariza y se presenta ante su eterna amada, Fermina Daza. El temor de que la muerte pudiera dejar inconclusas las expectativas amorosas de Florentino sobrecoge al enamorado. No ocurre así; gana la partida el amor. Así, pues, volviendo al recuerdo del poeta Florentino Ariza, que llegó a identificar con maestría los sentimientos que despiertan el amor y la muerte, llegamos a la conclusión de que tanto uno como otra se convierten en los dos grandes temas en El amor en los tiempos del cólera. No hay amor sin muerte. Incluso podemos afirmar que la muerte puede llegar a mitificar el amor intenso.

El amor en los tiempos del cólera puede describirse como una novela de amor, pero también de muerte. Desde el primer párrafo, asistimos a la presentación de una doble visión temática, paralela a la del amor y la muerte. Es muy reveladora, en este sentido, la hermosa declaración del narrador: “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. Lo que se cuenta en la obra es, sobre todo, la historia de un amor al que solo la muerte puede poner fin. Morir de amor fue el deseo que transmitió el padre casual de Florentino, a través de un texto escrito. Ya hemos señalado cómo, nada más comenzar la novela, la muerte hace su aparición. Pero la muerte de Jeremiah de Saint-Amour no es una muerte inesperada, sino que está programada de antemano (suicidio). En esta ocasión, absurda e inesperada: dos muertes, pues, abren una hermosa historia de amor. Y tras la muerte, de nuevo el amor. Con la muerte de Juvenal Urbino, se cumple el deseo de Florentino Ariza, que, retomando el hilo de su historia de amor antiguo, ve la oportunidad de conseguir sus aspiraciones aplazadas. Esa muerte supone el reinicio de las estrategias amorosas de algo que quedó pendiente y, por lo tanto, de algo que viene a ser el final de una prolongada espera.

Estructura y contenido narrativo de El amor en los tiempos del cólera

¿Por qué ha escogido este título para esta historia?

El contenido

Cuenta una historia de amor triangular entre los personajes fundamentales: Fermina Daza, Juvenal Urbino (esposo de Fermina) y Florentino Ariza (eternamente enamorado de Fermina a lo largo de 53 años). A los 13 años, Fermina conoce a Florentino; aquella rechaza a este.

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Cuando Juvenal muere, Fermina y Florentino retoman su amor, a pesar de sus edades.

El amor

El título de la novela es lo suficientemente descriptivo como para entender inmediatamente cuál es su contenido: es una historia de amor. El amor, pues, sustenta todo el entramado de la historia. Aparece en todas sus formas posibles con variada intensidad:

  • Por una parte, hablamos del amor idealizado, platónico, que comparten en su juventud Florentino y Fermina. Se trata de un amor de cintura para arriba.
  • Por otro lado, podemos describir la segunda manifestación emocional como amor de cintura para abajo. Es el que se manifiesta de manera concupiscente, claramente sexual. Es esa clase de amor que llena el vacío de la vida de Florentino mientras “espera” a Fermina.
  • Ese amor de cintura para abajo también arrastrará al recto y ejemplar doctor Urbino hacia Lucrecia, mujer que provoca el único episodio de infidelidad del médico.

El amor profesado por Florentino y Fermina queda reflejado en las intensas y cálidas cartas de amor que intercambian durante su juventud. Florentino recuperará la necesidad de manifestar sus sentimientos con cartas. Vuelve, por tanto, aquel amor idílico de juventud. También el amor sexual o carnal, el amor caprichoso conducido por la curiosidad y el vértigo, el amor en forma de necesidad de supervivencia ante el abismo de la soledad y la muerte, el amor sin prisas, el que se vive de manera absoluta, como meta, como principio y fin. El amor de los ancianos se convertirá en un amor eterno.

El cólera

Todo lo enunciado en las palabras anteriores se vive “en los tiempos del cólera”, segunda parte del título. En la novela se cuenta cómo las epidemias de peste asolaban la zona, mientras los días y las horas transcurrían imperturbables para Fermina y Florentino, quienes, entregados al amor, recíproco o ajeno, consumían el tiempo sin enterarse del acontecer diario. Pero la región se desangraba sin remedio:

  • “Su padre había muerto en la epidemia de cólera asiático que asoló la población seis años antes”.
  • “Dos niños habían muerto de cólera en distintos lugares de la ciudad”.
  • “La visión de los muertos que se hinchaban al sol por todas partes, desde la estación de tren hasta el cementerio. El jefe civil y militar de la plaza les dijo: ‘es el cólera’”.

Son muchas las alusiones que podríamos recoger de esa enfermedad que llega a convertirse en el decorado de fondo de estos amores. Es más, se llegan a confundir significativamente los síntomas de la enfermedad con los del amor. Así, el amor y el cólera aparecen como una patología idéntica:

  • El encuentro de Fermina, a la que creían enferma de cólera, y Juvenal.
  • El viaje sin fin por el río (el viaje de Florentino y Fermina), amparados por la bandera que indicaba que los que en ella navegaban habían contraído esta enfermedad.

Incluso el narrador, en un momento determinado, juega con la doble significación del vocablo “cólera”, según sea el género con el que designa dicho concepto; ‘el cólera’ y ‘la cólera’ son homónimos (tienen idénticos significantes), pero funcionan como portadores de conceptos distintos:

  1. LA CÓLERA (ira, enojo, enfado). El amor de Fermina y Florentino sobrevive a la amenaza, no de la enfermedad, sino de la ira de Lorenzo Daza.
  2. LA CÓLERA (ira, enojo, enfado). Cuando el cadáver del doctor Urbino yace ante la

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mirada de los visitantes.

Estructura: secuencias, tiempo y espacio

La novela presenta una construcción horizontal en el contenido, ya que cada capítulo es una ampliación del anterior. Así se va enriqueciendo el conjunto. Sin embargo, la estructura es circular en la forma: el primer capítulo se continúa en el sexto, cerrando así la novela. El contenido de la obra aparece distribuido en seis secuencias narrativas:

  • La primera secuencia narrativa plantea una ordenación lineal de los hechos.
  • Las cuatro secuencias narrativas centrales son una retrospección, una mirada hacia el pasado que nos hará entender el contenido de las últimas páginas.
  • La segunda secuencia comienza la historia: la atención narrativa se centra principalmente en Florentino.
  • La tercera secuencia nos cuenta los amores de Juvenal y Fermina.
  • La cuarta y quinta secuencia seguirán el hilo de la vida.
  • Finalmente, la sexta secuencia narrativa retoma la historia donde la dejamos en el primer capítulo.

Globalmente, la trama narrativa no respeta la linealidad temporal, ya que la novela no presenta la historia secuenciada. Dichas secuencias centrales responden a un flashback, una retrospección marcada por el alcance de los hechos, de mayor a menor, encuadrados por un día concreto.

El tiempo. La concepción del tiempo en la novela se convierte en el elemento estructurador de la historia.

Personajes principales

  • Florentino Ariza: hijo de Pío Quinto, empresario de la Compañía Fluvial del Caribe. Florentino usaba lentes porque padecía miopía y estreñimiento crónico, y su vestimenta era muy sombría y lo hacía parecer más viejo de lo que era. También le encantaba escribir y leer poemas de amor. Estaba locamente enamorado de Fermina Daza, hasta le prometió su fidelidad cuando era joven; también había prometido mantenerse virgen para Fermina Daza, pero no lo logró: en el buque donde iba lo sedujeron; él intentó averiguar el nombre de la mujer, pero solo consiguió averiguar un nombre: Rosalba. Al regresar a casa, se entera de que Fermina no volvería después de un año o más, se pone muy mal, pero su madre, Tránsito Ariza, recibió a una vecina que había perdido la casa y ella le pedía ayuda para tener una cama para dormir, ya fuese en cualquier lado; Tránsito acepta, pero le dice que en su vivienda no queda espacio, le ofrece la habitación de Florentino. En el pueblo conocían a la señora como La Viuda de Nazaret, y la madre trata de enamorarles (a Florentino y la viuda) para que olvidase a Fermina.
  • Fermina Daza: de ojos almendrados, con pelo largo color miel y siempre peinada con una sola trenza, esposa de Juvenal Urbino. En su juventud vivió un inocente romance con Florentino Ariza. Le gustaban mucho los animales y las flores. Tenía el don de reconocer el olor de cada persona en cualquier lugar. Tenía un carácter vivo, siempre toda una dama, como decía su padre, Lorenzo Daza.
  • Juvenal Urbino de la Calle: médico que se encargó de acabar con el cólera en su pueblo. De viejo tenía un bastón, se vestía con un chaleco largo para que le ayudara con su apariencia y su personalidad; en su juventud era el soltero más codiciado por su forma de tratar a las personas y su gran colaboración humanitaria. Esposo de Fermina Daza.

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Personajes secundarios

  • Lorenzo Daza: el padre de Fermina Daza. Lo acusan de negocios sucios, era traficante de mulas, muy estricto con Fermina.
  • Tía Escolástica: tía de Fermina Daza por parte de su padre, facilita la correspondencia entre Fermina y Florentino; cuando Lorenzo se da cuenta, ordena que la tía se vaya de la casa.
  • Lotario Thugut: un telegrafista alemán; anima a Florentino Ariza a la telegrafía; dueño del hotel de paso donde Florentino Ariza vivió de joven.
  • Tío León: tío de Florentino que le da trabajo en la CFC (Compañía Fluvial del Caribe).
  • Tránsito Ariza: la madre de Florentino Ariza; a cierta edad se vuelve “loca” y cree que es La Cucarachita Martínez, un personaje de cuentos infantiles, muy antiguo. Es protectora y se preocupa por Florentino.
  • Hildebranda Sánchez: la prima con quien Fermina Daza comparte sus confidencias; se comportan como hermanas; le enseña a Fermina a fumar.
  • Sara Noriega: escritora, participó en los juegos florales y conoció a Florentino Ariza al comentar el resultado ganador de los poemas participantes. Florentino la acompaña a su casa y tienen un romance fugaz, dejando en el aire la posibilidad de escribir un poema entre los dos.
  • Olimpia Zuleta: mujer casada (palomera) con la que Florentino tuvo un romance; asesinada por su esposo, al ser descubierta.
  • Barbara Lynch: mulata amante y paciente del doctor Juvenal Urbino; su relación dura aproximadamente cuatro meses.
  • La Viuda de Nazaret: primera amante de Florentino Ariza.
  • Esmeralda Arau: era una flaca, pero intensa mujer que lo paseaba entre los árboles para encuentros furtivos.
  • América Vicuña: pariente de Florentino Ariza, quien es su tutor porque es enviada de otra parte del país a un internado en esta ciudad; Florentino tiene un romance con ella, es su última amante antes de entregarse a Fermina Daza.
  • Leona Cassiani: es una gran amiga de Florentino Ariza y su confidente después de la muerte de su madre.

Temas tratados en La casa de Bernarda Alba

Temas principales y secundarios

La situación de la mujer

Lorca, a través de La casa de Bernarda Alba, denuncia la marginación de la mujer en la sociedad de su época. Para ello, enfrenta dos modelos de comportamiento femenino: el basado en una moral relajada (Paca la Roseta, la prostituta a la que contratan los segadores y la hija de la Librada) y el basado en una determinada concepción de la decencia, a la que Bernarda somete a sus hijas. Las mujeres del primer grupo llevan una vida de aparente libertad. La primera de ellas, Paca la Roseta, es condenada moralmente y repudiada por la opinión de los vecinos. La segunda mujer, “vestida de lentejuelas”, ejerce una profesión que la sitúa al margen de la sociedad. El comportamiento femenino basado en la honra y en la decencia aparentes implica una sumisión a las normas sociales y convencionales, que discriminan a la mujer en beneficio del hombre. Se distingue, netamente, el trabajo de los hombres y mujeres: los primeros trabajarán en el campo, mientras que las mujeres cuidarán de la casa.

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También se alude a la desigualdad de hombres y mujeres ante la ley, en el pasaje en que Martirio cuenta la historia del padre de Adelaida. Mientras que a la mujer le está vedada cualquier inclinación o impulso amoroso, al hombre le está permitido mantener relaciones extramatrimoniales.

El amor sensual. La búsqueda del varón

El drama de estas mujeres encerradas se concreta en la ausencia de amor y el temor a quedar solteras. Recordemos que, para las mujeres de Lorca, la soltería y la esterilidad son los dos grandes problemas. Conocemos cómo Bernarda, por medio de engaños, alejó a Enrique Humanes, que pretendía a Martirio. Su dominio tiránico y el luto riguroso impuesto condenan a sus hijas a la ausencia del amor. No tienen posibilidad de entablar ninguna relación, pierden toda esperanza de casarse.

La sociedad española de la época

Ese drama de mujeres en los pueblos de España, del que Lorca advierte que tiene intención de documento fotográfico, presenta de manera rotunda y denunciadora aspectos muy duros de la España trágica. Muchos eran los problemas rurales de la España de 1930 y el escritor se acerca a la miseria en la que viven innumerables pueblos de Andalucía, Extremadura y Castilla, y escribe el drama de sus mujeres, sacrificadas por la ausencia de los hombres que se han marchado todos en busca de las ciudades. En el subtítulo «drama de mujeres en los pueblos de España», Lorca nos extiende la anécdota del texto por considerar que los males que denuncia son característicos de la España rural de su tiempo. Aunque la lectura del texto tenga, a veces, sabor andaluz, el dramaturgo no se circunscribe a su Andalucía natal. Las alusiones a este clasismo son más abundantes en el primer acto. Más adelante, el autor se centra en las relaciones humanas (odios, envidias, autoritarismo). Encontramos, unido al tema anterior, un testimonio y una crítica de cierto tipo de sociedad patriarcal, de la infelicidad y sufrimiento que esa sociedad provoca. La obra nos muestra con detalle cuál es el papel asignado a la mujer -la familia, los hijos- y cómo es la vida y convivencia en el hogar.

La hipocresía, las falsas apariencias y la honra

Este es uno de los motivos recurrentes en la obra: la preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, el deseo de aparentar lo que no se es. Todo ello enmascara la realidad. El mundo de las falsas apariencias y de la hipocresía afecta, sobre todo, a Bernarda y a Martirio, cuya falsedad es rasgo característico de su carácter. A Bernarda solo le interesan las apariencias, como lo demuestra, tras el episodio del robo del retrato de Pepe, al aconsejar a Angustias.

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El ambiente asfixiante, encerradas en una casa sin posibilidad de salir, vigiladas y dominadas eternamente por su madre; las relaciones de odio y envidia entre las hermanas, la imposibilidad de manifestar el amor y la pasión, permiten únicamente dos salidas: el suicidio de Adela y la locura de María Josefa.

El odio y la envidia

Las relaciones humanas están dominadas por el odio y la envidia: a Bernarda la odian las criadas y los vecinos, es un personaje detestado; Angustias es odiada y envidiada por sus hermanas; Martirio acusa a Adela por celos, envidia y odio. Las mujeres viven encerradas en un mundo inhóspito y salvaje: los deseos de amar y de ser libres, y la imposibilidad de alcanzarlos, impulsan a las hijas de Bernarda a alimentar fuertes sentimientos de odio y envidia. También la desigualdad y la injusticia social provocan el odio de las criadas hacia Bernarda. Su orgullo y rigidez, su clasismo, le atraen el odio de las mujeres del pueblo.

La casa de Bernarda Alba, García Lorca y el teatro español anterior a 1936

[Tema PAU] El teatro español vive bastante ajeno a las corrientes renovadoras europeas, entre otras razones por la presencia de un público burgués inmovilista y deseoso de evasión. El teatro español se reparte en dos frentes:

  • Teatro comercial, orientado a un público burgués. Es el teatro que triunfa en las salas teatrales de la época. En este grupo se incluye: Comedia burguesa, Teatro en verso, Teatro cómico, costumbrista.
  • Teatro innovador, que pretende ofrecer un nuevo tipo de obras, bien por su carga crítica. En este grupo se incluye: Teatro de los autores del 98, Teatro de los autores del 27.

EL ESPERPENTO es un intento de presentar la realidad española, pero dando no una visión natural y real, sino presentando los hechos de una manera exagerada y burlesca. Nos presenta una realidad deformada, para que el espectador quede sorprendido y tome conciencia de la misma.

La realidad como referente

[Tema PAU: Realidad y poesía] Lorca fue dramaturgo y poeta, por lo que no es extraño observar que la realidad y la poesía se mezclen en esta obra. Lorca muestra un caso extraño dentro de lo posible, pero se inspira en unos hechos que son reales. La historia que aparece en la obra es extrema, aunque testigos de la época no la consideraran tan irreal.

Autoritarismo/Libertad

[Tema PAU: Enfrentamiento entre una moral autoritaria y el deseo de libertad] Lo que impresiona al lector o espectador de La casa de Bernarda Alba, más que la anécdota argumental, es el mundo interior representado en escena: las relaciones humanas y sociales que se establecen entre los personajes, los conflictos que se desarrollan dentro de la casa,

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los sentimientos apasionados que provocan el drama. El tema central de la obra es el enfrentamiento entre una moral autoritaria, rígida y convencional (representada por Bernarda) y el deseo de libertad (encarnado, sobre todo, por María Josefa y Adela). Aunque algunos temas secundarios cobren singular relevancia en el transcurso de la obra, no pueden considerarse ejes nucleares de la acción dramática.

El tema central: el enfrentamiento entre la moral autoritaria y el deseo de libertad. El tema central de la obra constituye la clave fundamental del teatro lorquiano: la represión ejercida por una moral estricta y autoritaria y las ansias de libertad de aquellas personas esclavizadas. Es el enfrentamiento entre dos actitudes vitales y dos ideologías.

Personajes

[Tema PAU: Los personajes en La casa de Bernarda Alba]

  • Bernarda Alba: “Con fuerza de oso”. Simboliza fuerza y blancura; temperamento y obsesión por las apariencias.
  • Angustias: personaje triste y apagado. Intenta eludir la envidia y el odio soterrado de sus hermanas.
  • Magdalena: débil, con tendencia al llanto.
  • Martirio: vida atormentada por la falta de valor para realizar sus deseos.
  • Amelia: sin miel, sin dulzura.
  • Adela: de carácter noble.

Caracterización indirecta, a través del diálogo y de la opinión de otros personajes. A través del diálogo, un personaje nos informa del comportamiento.

Caracterización por autodefinición. El personaje habla acerca de sí mismo. Martirio se ve “débil y fea”.

España a comienzos del siglo XX

La industria española se concentra en Cataluña y el País Vasco. La alianza entre terratenientes y grandes financieros constituye la oligarquía, que, debido a la debilidad de la burguesía, posee el poder económico y político. El sistema político de la Restauración permanece prácticamente inalterado en las dos primeras décadas del siglo XX. El atraso económico y social de España posibilita la corrupción del sistema parlamentario desde su raíz. A finales del siglo XIX se produce el desastre de 1898, fecha en la que España, derrotada militarmente por Estados Unidos, pierde los restos dispersos de su antiguo imperio. Por otro lado, el poder ha de dar respuesta también al regionalismo, un fenómeno importante en Cataluña. Ya en el siglo XX, la inestabilidad política y las convulsiones sociales caracterizan el reinado de Alfonso XII. En política exterior, España participa con Francia y Alemania en la distribución de zonas de influencia en el norte de África. La corrupción y el descrédito de la Monarquía alientan las críticas tanto de los obreros como de la burguesía liberal, que irán confluyendo y acabarán por perfilar una alternativa política.

Modernismo y Generación del 98

El término Modernismo fue aceptado por los nuevos autores, pero entendido de modo positivo, como culto a la belleza, búsqueda de lo ideal y rechazo de la mediocridad. En las letras hispánicas, el Modernismo literario tiene su cuna en Hispanoamérica, donde se había iniciado una renovación estética en dos direcciones: renuncia a la retórica del Romanticismo hispanoamericano y como reacción espiritual frente al materialismo y deshumanización del mundo.

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Se distinguen dos frases en el Modernismo español: el Modernismo militante o polémico y el Modernismo asimilado o domesticado. Durante los primeros años de siglo es cuando el Modernismo conoce su época de esplendor. Azorín utilizó el concepto de Generación del 98 para referirse a los autores de esta época. Se extendió la distinción entre los escritores que se refugiaban en el esteticismo y, como Unamuno, Baroja y el propio Azorín, mostraban una actitud crítica ante la realidad. En realidad, los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación personal y literaria constante. La mayoría de los nuevos escritores tienen una actitud rebelde frente a los valores burgueses. Con el paso de los años, la inutilidad práctica de sus esfuerzos y su integración social atenúan hasta la desaparición ese radicalismo de juventud. Pero todo ello no es un rasgo particular de los autores españoles de este momento, supuestamente agobiados por la sensación de decadencia y desastre que acompañaría a la pérdida de las últimas colonias en 1898.

Rasgos generales de la literatura de principios de siglo

En los escritores de esta época destaca el afán de ser originales como una manifestación externa del desprecio por las convenciones, mesura….propios de la sociedad del bienestar del momento. Miran al pasado, lo revalorizan no como recuperación histórica del pasado, sino renegando de la Historia y deseando encontrar la verdad en lo imperecedero. Algunos defienden un nuevo mito Castilla, en ella ven la esencia de España y buscan antiguos valores en vías de desaparición con el desarrollo de la sociedad burguesa y urbana. Manifiestan cierto gusto por lo mortecino y ruinoso, llamando a esto decadentismo como signo de rebeldía ante una civilización que exalta el triunfo de lo material. Se extiende una sensación de general de hastío vital que se expresa en el escepticismo, pesimismo, insatisfacción, abulia, melancolía el llamado mal del siglo. Esta exacerbación sentimental choca con los ideales racionalistas propios del a sociedad burguesa. Es muy característico en estos escritores el enfrentamiento entre intelectualismo y vitalismo de forma que el pensamiento y la reflexión conducen al dolor puesto que hacen al individuo consciente de su finitud.Al lado de la angustia, del dolor y de la muerte, es muy frecuente en la literatura modernista el erotismo.El rechazo de la vulgaridad general que estos artistas ven en la sociedad de su tiempo se manifiesta en el gusto por lo exótico, que busca en las civilizaciones asiáticas, musulmán y otras culturas. Y ese deseo de huir de la mediocridad más próxima está en la base de otra característica de algunos de estos escritores como Rubén Darío: el cosmopolitismo.La insatisfacción con el mundo es también la causa de la angustia existencial que lleva a estos escritores a buscar lo trascendente más allá de lo aparente , búsqueda que se manifiesta en un espiritualismo torturado (Unamuno), en la identificación de Dios con la Naturaleza (el panteísmo de algunos poemas de J.R. Jiménez), en el interés por los fenómenos inconscientes o subconscientes en la afición (Valle-Inclán en “La lámpara maravillosa”) por las doctrinas esotéricas.Este anhelo de trascendencia conduce a una nueva estética en la que se exalta la Belleza como ideal prioritario

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1-EL AMOR EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ. El amor es uno de los ejes temáticos de la poesía de M.H.  (“La vida, el amor, la muerte”). Su obra se escribe en un periodo de tiempo de apenas 10 años, y siempre está ligada a su experiencia vital.  En “Perito en lunas” aparece ya el tema amoroso con encendido sensualismo. El amor apasionado y hasta brutal (“Negros ahorcados por violación”) En “El rayo que no cesa” la temática es casi exclusivamente amorosa. 27 sonetos formalmente perfectos y de fuerza apasionada. Amor ardiente y exaltado, como destino trágico del hombre. El cuchillo, un carnívoro cuchillo, “Viento del pueblo” es un libro de poesía social, donde el “yo” del poeta da paso a un sujeto lírico colectivo: el pueblo. “El hombre acecha”: el amor aparece como elemento salvador del hombre. Así lo encontramos en el poema “Carta”, o en el requerimiento a los poetas, a los que invita a hablar del amor. “Florecerán los besos sobre las almohadas”..“Cancionero y romancero de ausencias” es un poemario escrito en la cárcel. Tristeza y soledad.  Es un diario de la desolación. La enfermedad y las condiciones tan tremendas en las que vive se reflejan en sus versos.  2. LA VIDA Y LA MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNANDEZ. Nacido en 1910 en el seno de una familia humilde, el oriolano Miguel Hernández Gilabert está considerado como uno de los poetas más significativos del siglo XX. Aunque cronológicamente pertenece a la Generación del 36, varios factores lo relacionan estrechamente con la del 27. El más importante es la fusión de tradición e innovación en su obra, fruto de la temprana lectura de los clásicos españoles y de la influencia de las vanguardias. La mayor parte de los primeros poemas contiene un soporte de cierta despreocupación consciente, de vitalismo despreocupado y hasta, en ciertas ocasiones, de optimismo natural. En su primera etapa, son muchos los poemas en los que se rinde homenaje a la naturaleza circundante con un júbilo casi exultante: las plantas, las piedras, los insectos, etc. Las “heridas” hernandianas (“la de la vida, la del amor y la de la muerte”) comienzan a sentirse en El rayo que no cesa (1936), cancionero de la pena amorosa, del sentimiento trágico del amor y de la idea de que la vida es muerte por amor. El toro se convierte aquí en la figura que representa la coherencia de la voz del poeta: grito, mugido, rabia indisimulada, fracaso amoroso anunciado, presagio de destrucción… En las composiciones de este poemario, la vida siempre se presenta amenazada por fuerzas incontrolables (el rayo, el cuchillo…) y el amor está marcado por un sino sangriento. Sin embargo, es en Cancionero y romancero de ausencias, su último volumen, donde los poemas se oscurecen definitivamente con el desengaño y la carencia de todo. La muerte de su primer hijo, la pérdida de la guerra, el odio de la posguerra, la condena a muerte, la posterior enfermedad y la soledad configuran este poemario de la desolación, cercano a la desnudez de la verdad más dura y terrible. 3 IMÁGENES Y SIMBOLOS EN LA POESIA DE MIGHEL HERNANDEZ. Grosso modo, su lenguaje poético atraviesa por las siguientes fases:Con respecto a los símbolos que le sirven a Hernández como vehículo expresivo, se aprecia que varían en intensidad y significado según la etapa evolutiva y la trayectoria poética del vate de Orihuela. La crítica establece dos fuentes esenciales en la simbología hernandiana, y ambas proceden de la naturaleza.

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La luna, motivo central en la obra de Miguel Hernández, adquiere dos significados claramente diferenciados: por una parte, sugiere el paso del tiempo o el ciclo de la vida; por otra, es signo de fatalidad y de muerte, en contraposición al sol, emblema de luz y vida.  A partir de su segunda etapa, aparecen elementos punzantes como el rayo, el cuchillo, la navaja o la espada, asociados al dolor, a la frustración amorosa o al deseo no satisfecho. Con todo, en los poemas pertenecientes a la etapa bélica, el rayo se transmuta en símbolo de la fuerza y el coraje de los soldados. Por último, la tierra y el toro son otras referencias características del autor. Metonimia de la naturaleza, la tierra es la madre, la cuna y sepultura del hombre.En definitiva, el lenguaje poético de Miguel Hernández experimenta una serie de cambios a lo largo de la trayectoria del poeta; transformaciones que afectan del mismo modo a una métrica que varía en función de la temática y la intención expresiva del autor.4 EL COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ. Cuando en marzo de 1934 viaja por segunda vez a Madrid, comienza para él una nueva etapa en la que se introducirá en la intelectualidad de la capital y se desprenderá definitivamente del influjo del ambiente oriolano, lo que provocará una crisis personal y poética de la que saldrá su voz definitiva. Empezará a colaborar en la revista Cruz y raya y entablará amistad con algunos miembros de la Generación del 27, sobre todo con Vicente Aleixandre, cuyo poemario La destrucción o el amor se convertirá en su libro de cabecera, con lo que se decantará por la poesía impura. El estallido de la guerra civil en julio de 1936 obliga a Hernández a dar el paso al compromiso político. Ingresa como voluntario en el Quinto Regimiento5y más tarde es nombrado Jefe del Departamento de Cultura, puesto desde el que se encargará de la edición de varias publicaciones, de la organización de la biblioteca y de la propagación de su poesía en el frente a través de los altavoces.  Esta poesía quedará recogida en Viento del pueblo, obra publicada en Valencia en 1937 que demuestra que Hernández comprende el poder transformador de la palabra así como su función social y política. El optimismo de Miguel Hernández comienza a diluirse al comprobar la insensibilidad de Europa hacia el drama que se vive en España. Al acabar la guerra, Miguel Hernández es detenido. En septiembre de 1939, al salir provisionalmente de la cárcel y antes de volver a ella de manera definitiva, entregó a su esposa, Josefina Manresa, un cuaderno manuscrito que había titulado Cancionero y romancero de ausencias, que contenía poemas que comenzó a escribir en 1938 a raíz de la muerte de su primer hijo. En síntesis, el compromiso social y político de Miguel Hernández se percibe con nitidez en su voz poética, que exalta a los hombres que luchan por la justica, lamenta el dolor de las víctimas oprimidas y reprende a los explotadores de la patria.5 TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ. Calificado como “genial epígono4” del 27 por Dámaso Alonso, Miguel Hernández se inspira en la tradición literaria. Garcilaso, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todo, Luis de Góngora se convierten así en sus principales referentes desde bien temprano. De hecho, el gongorismo es una tendencia que ya se aprecia en su primer poemario de 1932, Perito en lunas, una obra que se inserta en la corriente de la poesía pura y que incorpora una amplia gama de recursos característicos del creador del Polifemo: hermetismo,


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 complejidad metafórica, léxico culto, bruscos hipérbatos… Se trata, en síntesis, de un volumen herméticocuyos poemas se transforman en verdaderos acertijos poéticos, es decir, en imágenes vanguardistas cercanas a la greguería, lo que lo aproxima a Ramón Gómez de la Serna, autor novecentista que sirvió de inspiración al poeta de Orihuela. Gustavo Adolfo Bécquer influyó igualmente en Miguel Hernández. En este sentido, Cancionero y romancero de ausencias representa un hito en la utilización del cantar, enlazando de esta manera con una corriente revitalizadora que se inicia con los posrománticos españoles y que continúa con Machado y la Generación del 27.Por otra parte, en los años treinta llega una nueva vanguardia: el surrealismo, que va a producir una “rehumanización del arte”, un nuevo romanticismo e irracionalismo que dará cabida no solo a lo humano sino también a lo social y político. El trayecto del poeta oriolano es, en consecuencia, una acertada recopilación de todas las tendencias poéticas del momento, lo cual enriquece sobremanera la obra de una de las figuras más representativas de las letras castellanas del siglo pasado. 6-1. LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.  Los primeros movimientos literarios que debemos citar aquí son el Modernismo y la Generación del 98, entre los que no hay una separación clara. El Modernismo es, genéricamente, la versión hispánica de la crisis artística y espiritual europea de fines del siglo XIX. En ese movimiento se dan dos orientaciones: el Modernismo propiamente dicho, basado en una literatura elitista y de evasión, que nace en Hispanoamérica y es difundido en España por el nicaragüense Rubén Darío. Su importancia fue decisiva para la renovación del lenguaje y de los temas poéticos. La otra orientación, la Generación del 98, está caracterizada por un espíritu crítico con la situación española. Algunos autores, como Antonio Machado, cambian de una a otra tendencia. Otros, como Juan Ramón Jiménez, exploran nuevos caminos (la poesía pura y la poesía abstracta). Y hay algún autor, como Valle-Inclán, que resulta de difícil clasificación. Al finalizar la Primera Guerra Mundial surge en Europa un arte muy renovador que pretende anular las normas estéticas y morales anteriores. Son los vanguardismos, entre los que destacan el futurismo, el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo. En España, su principal difusor fue Ramón Gómez de la Serna, creador de las greguerías. Dos movimientos poéticos de vanguardia tienen especial importancia en nuestro país, el Creacionismo (fundado por el chileno Vicente Huidobro) y el Ultraísmo, que renuevan el uso de la imagen y la metáfora.  A lo largo de la década de los veinte, un grupo de poetas alcanza su madurez y producen un momento de esplendor en la poesía española. El la llamada Generación del 27, que se caracteriza sobre todo por hacer una poesía que integra la tradición de los clásicos españoles con los experimentos vanguardistas, y la poesía popular con la intelectual. Evolucionan desde la poesía pura, intelectual, hasta la de temas humanos, que suele adquirir la forma de un surrealismo controlado. La guerra provocará la muerte (García Lorca) o el exilio de la mayoría de sus integrantes. Destacan en este grupo autores como García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Dámaso Alonso.  En la poesía de posguerra hay que destacar varias tendencias.