Evolución de la Poesía Española desde 1939: Corrientes y Autores Clave
La Poesía Española tras la Guerra Civil (1939 en adelante)
Después de la Guerra Civil Española, la poesía vivió momentos trágicos. Federico García Lorca fue asesinado y Miguel Hernández murió en prisión en 1942. La mayoría de los poetas se exiliaron, como Juan Ramón Jiménez y otros miembros de la Generación del 27, y continuaron escribiendo una poesía marcada por el dolor y el sufrimiento.
Los poetas que permanecieron en España reaccionaron de distintas maneras:
- Poesía “arraigada”: Algunos apoyaron el régimen franquista y escribieron poemas que reflejaban un mundo ideal, lleno de valores tradicionales y alineados con la ideología del gobierno.
- Poesía “desarraigada”: Otros mostraron su angustia existencial por la situación política y social en España, reflejando el dolor y el desarraigo que sentían a través de revistas como Espadaña.
- Grupo Cántico: Surgió un grupo de poetas que, más que centrarse en la realidad política, se preocuparon por renovar la poesía buscando una nueva estética.
La Poesía de los Años 40
En los años 40, la poesía española se alejaba de la poesía pura y deshumanizada de las vanguardias. Durante la Guerra Civil, los poetas usaron el verso para apoyar sus posiciones políticas, lo que a menudo llevó a una pérdida de calidad estética. En esta década, se distinguen tres tendencias principales:
- La figura de Miguel Hernández: Un poeta que conectó con la Generación del 27, pero cuya muerte prematura le impidió integrarse completamente en los grupos posteriores. Su obra sirvió de puente entre la poesía anterior a la guerra y la de posguerra.
- Los poetas en el exilio: Muchos poetas españoles se exiliaron tras la Guerra Civil y continuaron escribiendo desde fuera del país. Su poesía siguió siendo un reflejo de la tragedia, la pérdida y el dolor vividos.
- Los poetas que permanecieron en España: Este grupo se dividió en varias corrientes:
- Los que apoyaron la ideología del régimen franquista (poesía arraigada).
- Los que, habiendo perdido la guerra, mostraron su descontento y sufrimiento (poesía desarraigada).
- Un grupo ajeno a la política inmediata, que buscaba renovar la poesía en términos formales y estéticos (como el Postismo o el Grupo Cántico).
Miguel Hernández (1910-1942)
Miguel Hernández fue un poeta autodidacta que comenzó escribiendo con metáforas complejas. Su primera obra, Perito en lunas (1933), muestra su habilidad con las imágenes poéticas. En El rayo que no cesa (1936), aborda temas como el amor, la vida y la muerte, que siempre fueron centrales en su poesía. Su obra refleja también la lucha social y la vida del pueblo, como en Viento del pueblo (1937) y el póstumo Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941). Además, usaba símbolos de la naturaleza, como el toro, para representar temas de virilidad y destino trágico.
Los Poetas en el Exilio
Muchos poetas se exiliaron después de la guerra, y su principal preocupación fue España. Al principio, su poesía reflejaba el dolor por la pérdida y el odio hacia los vencedores, pero con el tiempo, esta tristeza se transformó en nostalgia. Algunos poetas destacaron en el exilio, como León Felipe, quien mantuvo vivo el recuerdo de España a través de su poesía.
Los Poetas “Arraigados”
Los poetas que permanecieron en España durante la dictadura y apoyaron al régimen publicaron en revistas como Escorial (1940-1950) y Garcilaso (1943-1946). Su poesía se caracterizó por el uso de formas clásicas, como el soneto, y trató temas tradicionales como la religión, la naturaleza y el amor. Su visión era optimista y mostraba un profundo respeto por la familia y Dios. Utilizaban un lenguaje claro y sereno, sin hacer referencia directa a la guerra o a las injusticias del momento.
Algunos poetas “arraigados” importantes fueron Dionisio Ridruejo, José García Nieto, Luis Rosales y Leopoldo Panero.
Los Poetas “Desarraigados”
La poesía “desarraigada” surgió en 1944, vinculada a revistas como Espadaña. Esta poesía reflejaba una visión pesimista y desesperada del mundo, con un lenguaje crudo y directo. Los poetas de este movimiento expresaban su angustia existencial, a menudo debatían con su fe religiosa y mostraban el impacto traumático de la guerra.
Un ejemplo destacado de este estilo es Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso, que aborda la desesperanza y la falta de respuestas divinas. También se encuentra Vicente Aleixandre, quien con Sombra del Paraíso (1944) expresó la tristeza por la pérdida de un mundo ideal.
Postismo y Grupo Cántico
Postismo
El Postismo fue un movimiento efímero que surgió en los años 40 y se centró en rechazar las formas poéticas tradicionales y la poesía social o comprometida. Los poetas postistas recuperaron el espíritu de las vanguardias, usando un estilo irreverente, lúdico y experimental. Se inspiraron en el surrealismo. Los poetas más conocidos de este movimiento fueron Carlos Edmundo de Ory, Gloria Fuertes y Ángel Crespo.
Grupo Cántico
En paralelo, el Grupo Cántico (Córdoba) fue otro movimiento poético que intentó renovar la poesía sin seguir las normas políticas o sociales dominantes. Sus poetas, como Juan Bernier, Pablo García Baena y Ricardo Molina, se enfocaron más en el estilo y la estética que en la denuncia política. La poesía de Cántico se caracterizó por su musicalidad, sensualidad y la riqueza formal, utilizando la tradición literaria pero con una visión más personal y alejada de los conflictos sociales directos.
La Poesía Social de los Años 50
La poesía social surgió a partir de 1950 como una respuesta a las injusticias sociales que se vivían en España bajo la dictadura. Los poetas tomaron conciencia de que el sufrimiento no era solo individual, sino colectivo, lo que dio lugar a una poesía comprometida con la realidad social. Buscaban denunciar problemas como la pobreza, el paro, la falta de libertad y la marginación.
Esta poesía tiene como objetivo concienciar y, en última instancia, cambiar la sociedad. Por eso, España es un tema central en muchos de sus poemas, como en Que trata de España de Blas de Otero (1964), Cantos iberos de Gabriel Celaya (1955), o España, pasión de vida de Eugenio de Nora (1953). Se caracteriza por un lenguaje directo y coloquial, a veces cercano a la prosa, buscando la comunicación con “la inmensa mayoría”. Los poetas de esta generación, muchos de los cuales comenzaron con la poesía existencial desarraigada, se centraron en problemas cotidianos como el trabajo y la pobreza.
Blas de Otero es uno de los principales representantes de esta poesía. Su obra más conocida es Pido la paz y la palabra (1955). Otros poetas destacados son José Hierro, con su libro Quinta del 42 (1952), y Gabriel Celaya, con Las cartas boca arriba (1951). Este tipo de poesía, como decía Celaya, es “un arma cargada de futuro”.
La Renovación Poética de los Años 60
A mediados de los años 50 y consolidándose en los 60, surgió una nueva generación de poetas (a veces llamada “Generación del 50” o “del 60”) que, aunque partían de una conciencia crítica y comprometida con la realidad, comenzaron a alejarse del estilo directo y a veces panfletario de la poesía social. Estos poetas criticaban la pobreza expresiva de cierta poesía social y buscaban una mayor elaboración estética, usando recursos como la ironía, los símbolos, el sarcasmo y una reflexión más íntima sobre la experiencia personal y colectiva.
Los poetas de esta “promoción de los 60” incluyen a Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, entre otros. Su poesía se caracteriza por un equilibrio entre la reflexión ética y la preocupación estética.
Jaime Gil de Biedma, por ejemplo, escribió Compañeros de viaje (1959), donde explora su experiencia personal y critica la hipocresía social con un tono conversacional e irónico. Ángel González, por su parte, comenzó con Áspero mundo (1956) y luego experimentó con humor e ironía en libros como Grado elemental (1962). Otros poetas como José Ángel Valente, con A modo de esperanza (1955), buscaron una poesía del conocimiento, y Francisco Brines, con Las brasas (1960), desarrolló una lírica elegíaca y reflexiva.
Rasgos de la Poesía de los 60
- Amistad y complicidad: Muchos de estos poetas compartieron experiencias vitales y literarias, formando un grupo cohesionado.
- Superación de la poesía social: Sin renunciar a la crítica, buscan una mayor elaboración formal y profundidad lírica. Se nota la influencia del intimismo de Antonio Machado.
- Formación cultural sólida: Conocían bien la tradición española y la literatura extranjera (especialmente anglosajona).
- Lenguaje poético renovado: Elevan el lenguaje coloquial a un nivel poético, combinándolo a veces con cultismos, y exploran la ironía y el distanciamiento.
- Rechazo del patetismo: Evitan los tonos excesivamente dramáticos o sentimentales de la poesía anterior.
- Estilo personal y conversacional: Cada poeta desarrolla una voz propia, a menudo con un tono cercano al diálogo íntimo con el lector.
- Temas recurrentes: La amistad, el amor (a menudo desengañado), el paso del tiempo, la infancia perdida, la crítica social y política desde la experiencia personal, la reflexión sobre la propia escritura.
Los “Novísimos” y la Poesía de Finales de los 60 y 70
A finales de los años 60, apareció un nuevo grupo de poetas conocidos como los “novísimos”, término popularizado por la antología Nueve novísimos poetas españoles (1970) de Josep Maria Castellet. Estos poetas rompieron drásticamente con la poesía social y la estética realista de la generación anterior, buscando un estilo más esteticista, culturalista y experimental.
Se inspiraron en la cultura de masas (cine, música pop, cómics), el exotismo, el decadentismo y las vanguardias históricas. Rechazaron las formas tradicionales y adoptaron estilos innovadores, como el collage, la escritura automática o el verso libre muy amplio. Su poesía se enfocó a menudo en el “arte por el arte”, la belleza formal, la metapoesía y temas culturales o exóticos, distanciándose de la realidad española inmediata.
Entre los poetas incluidos en la antología o asociados al movimiento están Pere Gimferrer (con su influyente obra en castellano Arde el mar, 1966), Leopoldo María Panero (cuya poesía explora la marginalidad, la locura y la autodestrucción), Guillermo Carnero, Ana María Moix, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Colinas, José María Álvarez y Félix de Azúa. Aunque diversos entre sí, compartieron un afán de ruptura y renovación estética radical.