Explorando la Crítica Social y el Compromiso Canario en ‘La Chabola’ de Pedro Lezcano
Pedro Lezcano: La Chabola
Contextualización
“La chabola” es uno de los cuentos más representativos de la obra Cuentos sin geografía publicada en 1968 por el autor madrileño Pedro Lezcano. En él, da su visión particular sobre una familia que vive en míseras condiciones, mientras el mundo avanza a su alrededor.
Lezcano, considerado uno de los autores “canarios” más importantes de la posguerra, nació en Madrid en 1920, aunque a la temprana edad de catorce años se muda con su familia a Las Palmas de Gran Canaria. Sus primeros escritos aparecerán en la revista del instituto Pérez Galdós “Spes”, trabando amistad con personalidades como Agustín Millares. Estudia Filosofía y Letras en La Laguna y en Madrid, donde conoce a intelectuales de la época como Aleixandre, Alonso o Laforet. Muy pronto muestra su esencia antimilitarista y pacifista, lo que le acarreará problemas con el franquismo, como el arresto domiciliario sufrido tras la publicación de “Consejo de paz”. Su relación con los partidos de izquierda lo lleva a ser activista político en sus últimos años. Muere, finalmente, en la capital grancanaria en 2002. Además de reconocido narrador, Lezcano es valorado por su poesía, con títulos tan célebres como “La maleta” o “Romance del corredera”, y por su teatro, con La ruleta del sur. Colaboró en la creación de Teatro insular, así como fue merecedor de premios como el Ateneo de Madrid. De Cuentos sin geografía podemos destacar otros títulos: “El adulterio”, “El pescador” o “La aventura”. Pertenece a la generación de autores canarios de la segunda mitad del siglo XX, junto a Josefina de la Torre o Pedro García Cabrera. Por tanto, bebe de las fuentes literarias de la primera mitad de siglo, como el Modernismo, las vanguardias, el Novecentismo o la Generación del 27.
Lezcano vive un difícil periodo de nuestra historia, la franquista. Desde sus inicios como poeta, las divergencias políticas ya hacen mella en él: la dictadura de Primo de Rivera, la segunda República, la guerra civil… En lo que respecta al plano social, España asiste a unas décadas de dictadura que cierran nuestras fronteras al exterior. El atraso industrial y comercial se hace evidente. Como ocurriera antaño (en el Barroco, por ejemplo), bajo esta inhóspita situación surge una generación brillante de autores que reivindican un cambio y ofrecen una crítica ante lo que ellos consideran injusto.
Caracterización
Con cierto tono de humor, Lezcano hace una crítica a la desigualdad social existente en aquella época entre las clases medias y las más desfavorecidas. Tal contraste se agrava aún más comparándolo con la innovación técnica de una sociedad que avanza, mientras el mundo de los chabolistas sigue estancado y al margen del progreso.
Aparecen varios personajes; salvo uno, el extranjero, que con extraño acento pide no hacer ruido, pertenecen todos a la misma familia que habita la chabola. La abuela, Juanita, es una señora enferma y postrada en un colchón forrado, para que no sea manchado por hacerse sus necesidades; el padre de familia, Juan el “chinchorrero” es un hombre con sentido del humor que muestra cierta curiosidad sobre lo que pasa en el mundo, pues tiene la capacidad de leer (los periódicos, principalmente); su esposa, María, está a cargo de la cocina, pues prepara pescado con papas para sus hijos, así como un plato de gofio. Por otro lado están sus cuatro hijos: Pepa será la encargada de poner en cola las latas de agua, Justo tiene que ir a conseguir leche para su hermano menor, Isabela está al cuidado de su abuela y el bebé, que no para de llorar.
En lo que respecta al espacio, debemos distinguir entre el interior, la chabola, y el exterior, la ubicación donde se halla. La endeble construcción se sustenta sobre una piedra (muro) en la que se apoyan sus tres paredes hechas con hojalatas de distintos colores (Juan la llama la “ONU”). No tiene puerta principal, sino una cortina corredera. En su interior convergen la cocina de María con el colchón forrado con plástico de invernadero donde duerme la abuela; todo ello bajo un endeble techo repleto de goteras. Esta chabola se ubica a ras de la costa, en las arenas de una playa desde donde se divisan las estrellas y se respira el salitre del mar (“La chabola de Juan el chinchorrero está enclavada sobre la arena, en medio de las estrellas”).
La única referencia temporal que aparece en el cuento es que “anochece”. Denotamos, a juzgar por el interés que se crea en torno al paso de un satélite sobre el cielo de aquella noche, que nos hallamos ante una época de interés espacial, muy propio de aquellos años sesenta en los que pisar la luna, más que ser un objetivo, se convertía en toda una obsesión.
En sus escritos, Pedro Lezcano suele converger dos líneas de compromiso. Por un lado, con la condición humana. En concreto, con las clases más desfavorecidas. El simple hecho de centrar el cuento en la vida de unos chabolistas, habla por sí solo. Por otro lado, su compromiso con lo canario, con su lugar de adopción; trataremos con más detalle este aspecto en el lenguaje, que será analizado más adelante. Queda claro que el empleo de canarismos y expresiones nuestras evidencia su respeto y amor por lo isleño.
En definitiva, el autor defiende a todas las clases sociales marginales, como es el caso de la familia de Juan el chinchorrero, que vive en precarias condiciones. Además, muestra en su literatura su apoyo a los perseguidos, los excluidos y los explotados por razones políticas, laborales, sociales económicas.
Elementos Literarios
Este cuento pertenece al género de la narrativa. Debemos recordar que se trata de un relato breve con intención didáctica o moral, a diferencia de los relatos cortos convencionales. A pesar de ello, sin ser un texto lírico, podemos encontrar numerosas figuras retóricas que contribuyen a enriquecer el escrito.
Muchos son los ejemplos de símiles o comparaciones hallados en el texto: “anochece igual que hoy”, “como sus hermanas celestes”, “como una resaca pequeña y familiar”, “como si su nombre” o “como un ánima”. Estos contribuyen a hacer más descriptivo y preciso el relato, junto a la adjetivación empleada por Lezcano: “un señor rubio y elegante, que con extraño acento”.
El mismo afán caracterizador lo observamos en las sinestesias “color sangre” y “silenciosa arena” (mezcla de sentidos), que embellecen, además, la narración; esto último ocurre en la metáfora “anima el fuelle” (sustitución de un elemento real por otro imaginario).
Asimismo, la prosopopeya “la arena queda sembrada” (aporte de cualidades a un elemento que no las posee) y la metonimia (nombrar una parte para referirse a un todo) “una mano desconocida” dotan de retoricismo la narración.
Para resaltar las precarias condiciones en las que vive la familia, utiliza hipérboles o exageraciones como “la humedad perpetua” o “cañazo al niño”, esta última con tintes sarcásticos.
Para terminar, la economía lingüística aparece en oraciones con elipsis u omisiones, que le sirven, además, para expresar el marcado acento del extranjero: “Rogamos desconecten televisión”.
No cabe duda, a juzgar por los recursos analizados anteriormente, de que Lezcano posee un lenguaje marcadamente descriptivo y preciso, siendo minucioso hasta el más mínimo detalle.
Su buen hacer queda plasmado, además, en el manejo que hace de diferentes modalidades oracionales, según la intención. Por ejemplo, a las enunciativas le acompañan muchas interrogativas, como “¿Te vas a callar, condenado?” o imperativas, “que Pepa esta madrugada vaya a poner en cola las latas del agua” y exhortativas, “rogamos desconecten televisión”.
El lenguaje coloquial queda evidenciado en expresiones como “¿Cuálo dijo que hiciéramos?”, o “quién sabe qué rezados”. Como hemos podido apreciar en alguno de estos ejemplos, la narración en tercera persona se combina con el estilo directo, lo que favorece el dinamismo y el carácter divulgativo.
Lezcano nutre este cuento de expresiones canarias y palabras propias de nuestro acervo lingüístico. Tal es el caso de “cómo se privan con un volador”, “más chico”, “altas mareas del Pino”, “papas nuevas” o “gofio”.