LÍRICA DEL BARROCO

A comienzos del siglo XVII nos encontramos con una crisis económica que empeora ya de por sí las precarias condiciones de vida del campesinado. En política, Felipe III y Felipe IV dejan el poder en manos de validos que favorecen la corrupción. El lujo de la corte contrasta con la miseria general. En lo social son especialmente relevantes los estatutos de limpieza de sangre que dividen a la sociedad en dos grupos: cristianos viejos y conversos.

– El optimismo renacentista cede paso a una nueva visión del mundo desengañada y pesimista. La literatura del Barroco se ve influenciada por esta visión. La fugacidad de la vida, el desengaño y la muerte son temas recurrentes. La crisis social propicia un realismo casi naturalista, con intención crítica o moralizante en muchos casos. Se retratan aspectos desagradables; la fealdad y lo grotesco se convierten en objetos de la literatura.

– La lírica parte de los temas y las formas del Renacimiento. Este legado es sometido a una exageración e intensificación hasta que se convierte en algo diferente. El ideal de naturalidad expresiva del Renacimiento es sustituido por el artificio y la dificultad. Los poetas buscan la invención y la originalidad, ir más allá de los modelos clásicos. El objetivo del arte es el asombro del espectador.

– Hay dos corrientes poéticas cuyo denominador común es la dificultad. Es una lírica cultista para minorías. Estas dos corrientes son el conceptismo y el culteranismo, cuyos máximos representantes son Quevedo y Góngora.

– El conceptismo es la búsqueda de los múltiples significados que pueden encerrar las palabras. Su estilo se basa en las dilogías, las asociaciones de ideas y en los neologismos sorprendentes. Juegos de palabras, paradojas y antítesis son algunos de sus más frecuentes recursos retóricos.

– La obra lírica de Francisco de Quevedo es muy abundante y variada, tanto en temas como en registros. Atendiendo a criterios temáticos, se podría clasificar en: poesía metafísica, poesía amorosa y poesía satírico-burlesca.

– El culteranismo se caracteriza por las alusiones mitológicas, las metáforas muy elaboradas, una sintaxis latinizante, numerosos hipérbatos y el cultismo. Es una poesía sensorial que convierte cualquier realidad en un objeto precioso. La sonoridad y la brillantez formal son elementos claves de la poética culterana.

– La poesía de Luis de Góngora se caracteriza por llevar al extremo los rasgos culteranos. Góngora crea una poesía puramente formal de una complejidad que se adelanta a su tiempo. Su obra se suele clasificar en dos vertientes: la más accesible o popular y la culterana. Dentro de la segunda destacan La fábula de Polifemo y Galatea y Las Soledades.

– En la lírica del siglo XVII, aunque Lope de Vega fue influenciado por las dos corrientes de su tiempo, él cultivó una poesía más cercana al petrarquismo tradicional.


LA NARRATIVA DEL BARROCO

A comienzos del siglo XVII nos encontramos con una crisis económica que empeora ya de por sí las precarias condiciones de vida del campesinado. En política, Felipe III y Felipe IV dejan el poder en manos de validos que favorecen la corrupción. El lujo de la corte contrasta con la miseria general. En lo social son especialmente relevantes los estatutos de limpieza de sangre que dividen a la sociedad en dos grupos: cristianos viejos y conversos.

– El optimismo renacentista cede paso a una nueva visión del mundo desengañada y pesimista. La literatura del Barroco se ve influenciada por esta visión. La fugacidad de la vida, el desengaño y la muerte son temas recurrentes. La crisis social propicia un realismo casi naturalista, con intención crítica o moralizante en muchos casos. Se retratan aspectos desagradables; la fealdad y lo grotesco se convierten en objetos de la literatura.

– En la narrativa perviven formas del siglo XVI como la novela pastoril o la de caballerías, aunque ya en decadencia. Las formas narrativas más importantes del Barroco son la novela picaresca y la novela cortesana.

– La publicación del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán marca el inicio del género picaresco. El modelo se configura a partir de la obra de Alemán y del Lazarillo y tiene las siguientes características: forma autobiográfica, uso de la primera persona narrativa, marcada evolución del protagonista, estructuración en torno al servicio a varios amos, realismo e intención de crítica social o moral.

– En el Guzmán, el protagonista, ya maduro, relata los hechos de su vida. Como pícaro, las acciones de Guzmán son más impresionantes que las del pobre Lázaro. La novela termina con el arrepentimiento del protagonista, lo que marca claramente la intención didáctica y moralizante de su autor.

– Dentro de las novelas picarescas, merece especial atención el Buscón de Quevedo. Su argumento relata el proceso por el que el joven Pablos se convierte en un pícaro y en un criminal. La novela termina cuando el protagonista, para huir de la justicia, decide marcharse a América. La novela está llena de humor negro y se diluye la intención moralizante. El relato destaca sobre todo por su estilo conceptista, más elaborado de lo habitual en las obras de esta corriente. Quevedo usa el símil, la hipérbole o la metáfora con intenciones humorísticas para hacer una descripción grotesca de su sociedad. También hay frecuentes animalizaciones y cosificaciones.

– La novela cortesana se basa en los modelos de la novela italiana que ya había adaptado Cervantes. Sus rasgos son la extensión breve, los argumentos con tendencia al enredo y las intrigas, y la intención didáctica. María de Zayas es una de las máximas representantes de este subgénero. En sus novelas se desarrollan intensos lances amorosos y se ofrece un análisis de la pasión. Como piezas clave de su narrativa destacan el erotismo y la denuncia de la desigualdad entre sexos.


EL TEATRO BARROCO

Durante el Barroco se produce un gran desarrollo de los espectáculos públicos. El teatro encuentra un lugar de representación fijo, el corral de comedias. En el siglo XVII es la creación del teatro nacional. Lope de Vega, recogiendo las aportaciones de sus antecesores, crea una fórmula teatral que tiene un éxito sin precedentes. Las obras reciben el nombre genérico de comedias, aunque no lo son. Lope se salta los preceptos clásicos, divide las obras en tres actos para favorecer la acción, no respeta ninguna de las tres unidades aristotélicas y mezcla lo trágico y lo cómico. Este teatro abarca una enorme variedad temática. Los personajes son figuras fijas. De entre esas figuras destaca el Gracioso. Sirve como contrapunto cómico y catalizador de la acción teatral. Además, introduce el punto de vista del público en la ficción y contribuye al realismo. Incluso Lope lo utiliza para hacer alusiones metateatrales. Junto con el gracioso, tenemos al galán y la dama, al caballero poderoso y al rey. Lope de Vega fue el rey del teatro popular. Dentro de su prolífica producción, destacaremos dos obras: El caballero de Olmedo, su única tragedia, y Fuenteovejuna, en la que se ensalza la figura del campesino rico.

– Calderón de la Barca dominó el teatro cortesano y el religioso. En la obra de este genial dramaturgo se distinguen dos etapas: una primera en la que sigue el modelo lopesco y una segunda etapa de madurez en la que desarrolla su personalidad propia. El teatro de Calderón presenta un mayor gusto por lo psicológico y lo ideológico, incluso con personajes simbólicos, como Segismundo. También encontramos en Calderón una mayor preocupación formal, que se muestra especialmente en un lenguaje más cuidado que recoge influencias del culteranismo y el conceptismo. El tono de su teatro es más reflexivo e introspectivo y entre sus obras están los mejores monólogos del teatro del Siglo de Oro. Aunque no tanto como Lope, Calderón fue también un autor prolífico; dentro de su producción cabe destacar sus dramas de honor, como El alcalde de Zalamea, y sus dramas filosóficos, como su obra fundamental La vida es sueño.

– Por último, cabría reseñar a Tirso de Molina, que en su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra, crea el mito de don Juan.