Miguel comparte con los del 27 ese rasgo definitorio del grupo que es el difícil equilibrio entre tradición y vanguardia, la tradición de los poetas españoles del Siglo de Oro (Garcilaso, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, pero sobre todo Lope, Góngora y Quevedo) y la influencia inmediata de sus antecesores del 98, Machado y Unamuno, por una parte y, por otra, la influencia de las Vanguardias europeas: Futurismo, Ultraísmo (esencial en la creación del nuevo lenguaje poético de esta generación, a través especialmente de Gerardo Diego), Creacionismo, Surrealismo (que suministra el contenido de imágenes del subconsciente y que dota de enorme expresividad y originalidad a la poesía de Alberti, de Lorca y de Aleixandre), etc.

Influencia de Juan Ramón Jiménez, y la de Bécquer y otros postrománticos; y la del Modernismo, pero, sobre todo, la tendencia hacia la “poesía pura”, una poesía desnuda, sin anécdota ni trama sentimental, una poesía intelectual que desarrolla el último JRJ.

Los rasgos propios de la poesía de la Generación del 36 pueden resumirse:

  1. La metáfora y la imagen de origen surrealista pierde su interés para estos poetas que buscan un lenguaje más directo, menos simbólico.
  2. Ya no pretenden crear “poesía pura” y Góngora pierde su influjo.
  3. La poesía se humaniza y acude a sentimientos y vivencias, más que reales, realistas. La lírica amorosa renace desde un sentir diferente al intelectualismo del 27 (Salinas).
  4. Garcilaso se convierte en el modelo a seguir.
  5. Se vuelve a los metros y estrofas clásicos. Se abandona el verso libre.
  6. Con un tono de gravedad existencial se abordan los temas esenciales del hombre (Vida, amor, muerte –curiosamente, las tres heridas de Miguel Hernández–.) Con los de la Generación del 36 comparte Miguel más que algunos de estos rasgos concretos, la tendencia general a una poesía más humanizada.

Características generales de la obra poética de Miguel Hernández: Influencias

Miguel Hernández fue un precoz lector, contra viento y marea –pobreza cultural de su ambiente, prohibición del padre–. Los primeros que leyó fueron los Clásicos Castellanos; leía sobre todo poesía y algo de teatro, retenía de memoria muchos poemas y eso se nota en sus versos, especialmente en sus primeros poemas influido por, Garcilaso, Lope de Vega, Góngora y luego por Quevedo. Su primer libro, Perito en lunas, muestra la influencia de Góngora en el lenguaje metafórico, los cultismos, el hipérbaton; lo que da lugar a un artificio y oscuridad propios del barroco gongorino. En El rayo que no cesa, la métrica clásica integra en el lenguaje influencias del Surrealismo (Neruda –Residencia en la tierra– y Aleixandre –La destrucción o el amor–) y en el contenido, los temas y la estructura del soneto quevedesco. También se aprecia la temática amorosa de Garcilaso como de Quevedo. Bécquer y Rosalía de Castro influyen en Cancionero y romancero de ausencias, tanto por lectura directa como a través del eco que de ellos hay en Machado y en la Generación del 98. Al igual que Machado, Lorca y Alberti, utiliza el tono del neopopularismo, aunque él conocía el Romancero y los distintos Cancioneros. La poesía popular influyó en Viento del pueblo, con el octosílabo y el romance. Su lenguaje es moderno, ágil y expresivo. En Perito en lunas hay rasgos del Ultraísmo y del Cubismo que le conducen a cierto hermetismo aunque no pierde contacto con la realidad ni llega a la deshumanización de la poesía, sólo busca “el arte por el arte”. El rayo que no cesa plasma la crisis por la que pasa, con rasgos neorrománticos que le alejan su poesía de la de su etapa anterior.

El contenido: Los temas, los asuntos

El amor viene condicionado por las etapas de su trayectoria vital. En su primera época, hay un sensualismo mediterráneo que encubre y a la vez anuncia su vitalidad y sus pasiones. En Perito en lunas y su ciclo hay no pocos poemas donde se trata el tema del amor físico. En El rayo que no cesa adquiere el rango de tema principal, si no único. El amor es tratado trágicamente, como “herida” sangrante. El tema más repetido es el amor vivido como tortura producida en la vida por la castidad de su novia y el deseo de posesión carnal, por su ruptura temporal con ella y el intento negativo de satisfacerse en otras fuentes. Tiene la estructura externa de los cancioneros de “amor cortés” y la influencia de Petrarca. El tema del amor cede parcialmente ante la necesidad de dar testimonio o denunciar la situación política y social ante la crisis civil y la guerra. En Cancionero y romancero de ausencias donde Miguel, ya de vuelta del ardor guerrero, escéptico, pero dueño de grandes recursos expresivos, al tiempo que de una honda experiencia vital, logra adentrarse en su interior para cantar los más acendrados sentimientos de amor, de dolor, de vida. Poesía desnuda, descarnada, directa.

La muerte de los seres queridos se impone, por tanto, el lamento. Este tema caben no pocas adjetivaciones, no pocos matices o distinciones; podríamos seguir analizando el tema bajo sus divisiones en subtemas, en epígrafes como: el amor de adolescencia y la iniciación sexual y su represión religiosa; el amor anhelo y el lamento por su frustración; el amor como herida, su dolor; el amor a la humanidad, la fraternidad universal; el amor familiar, esposa, hijo; el amor esperanza; y al fin, el odio como contraste del amor.