Capítulo 26: Imitando a Amadís

Tras la marcha de Sancho, Don Quijote, solo e indeciso, decide imitar las actitudes melancólicas de Amadís de Gaula, a quien elogia y propone como modelo a seguir. Tras dedicar tiempo a la oración, compone una poesía que describe el paisaje que lo rodea. Ante la falta de alimento, se ve obligado a buscar hierbas para subsistir.

Mientras tanto, Sancho llega a la venta y se encuentra con el cura y el barbero. Al reconocerlo, le preguntan por Don Quijote, y Sancho relata sus aventuras, incluyendo la carta que debía entregar. Cuando el cura y el barbero le piden leerla, Sancho se da cuenta de que la ha perdido y se esfuerza por recordar su contenido. Los dos hombres, al notar la incoherencia del relato de Sancho, se ríen de su mala memoria. Finalmente, le ofrecen comida y deciden ir en busca de Don Quijote para llevarlo de vuelta con su amada Dulcinea del Toboso.

Capítulo 27: La historia de Cardenio

El cura, el barbero y Sancho se visten con ropas adecuadas para su misión de encontrar a Don Quijote y convencerlo de que Dulcinea lo requiere. Sancho va en busca de su amo mientras los otros dos esperan. Durante la espera, Cardenio se acerca y, al reconocer al cura y al barbero, decide continuar relatando su historia:

Cardenio cuenta cómo Don Fernando separó a Luscinda de él y cómo recibió una carta de ella donde le informaba del inminente matrimonio con Don Fernando, impuesto por su padre. Ante esto, Cardenio se apresuró a reunirse con su amada antes de la boda. Luscinda le prometió que, si no lograba impedir el enlace, se quitaría la vida con una daga que llevaba escondida. Cardenio, al presenciar cómo Luscinda pronunciaba el “sí, quiero” sin oponer resistencia, se refugió en los montes para vivir el resto de sus días.

Al terminar el relato de Cardenio, se escucha una voz que también se lamenta por penas de amor.

Capítulo 28: Dorotea y su desventura

Al buscar el origen del llanto, encuentran a una mujer con una historia que contar. Ella se presenta como Dorotea y explica que se encuentra allí porque Don Fernando le prometió matrimonio, pero la abandonó tras conseguir sus propósitos. Días después, se enteró de que Don Fernando se casaría con Luscinda, pero esta, en el momento de la boda, se desmayó y se le encontró una nota en el vestido donde declaraba su amor por Cardenio y su intención de suicidarse si no la dejaban estar con él. Esta intención se confirmó al encontrar también una daga entre sus ropas. Tras este incidente, Fernando entró en cólera e intentó matar a Luscinda, pero los invitados lo impidieron. Días después, Fernando abandonó la ciudad sin dejar rastro, y Luscinda hizo lo mismo poco después.

Capítulo 29: La princesa Micomicona

Cardenio revela su identidad a Dorotea y le promete que no descansará hasta verla reunida con Don Fernando. En ese momento, llega Sancho con la noticia de que ha encontrado a Don Quijote desnudo y hambriento, y que este se niega a presentarse ante Dulcinea hasta convertirse en un caballero digno de ella.

Deciden que Dorotea se haga pasar por la princesa Micomicona, quien busca a Don Quijote para que mate a un gigante. Dorotea, montada en la mula del cura, sale en busca de Don Quijote. Al encontrarlo, le explica que no puede emprender otra aventura hasta que vengue al gigante que invadió su reino. Don Quijote accede caballerosamente y ordena a Sancho que prepare a Rocinante para seguir a la princesa. Cuando se encuentran con el cura, el barbero y Cardenio, fingen un encuentro casual para acompañarlos. Durante el camino, el cura le cuenta a Don Quijote que él y el barbero fueron a cobrar unos impuestos, pero que se los robaron unos galeotes que, probablemente, fueron liberados por un loco. Don Quijote no sabe qué decir, pues él fue quien liberó a los galeotes.

Capítulo 30: El reino de Micomicona

Sancho revela a todos que fue Don Quijote quien liberó a los galeotes. Don Quijote se defiende argumentando que su deber como caballero es ayudar a los desfavorecidos, sin importar si sus penas son reales o falsas. Para calmar la situación, Dorotea continúa inventando la historia de la princesa Micomicona:

Ella es hija del rey Tinacrio el Sabidor y de la reina Jaramilla. El rey predijo que el gigante Pandafilando le pediría matrimonio a la princesa, pero como ella no desea casarse con él, ha salido en busca de un caballero que la salve y que luego se case con ella. Don Quijote se lo cuenta a Sancho, quien se alegra al saber que tendrán un reino que gobernar. Sin embargo, Don Quijote le aclara que, aunque matará al gigante, no se casará con la princesa, pues está enamorado de Dulcinea. Sancho se enfada y llega a decir que Dulcinea no merece a Don Quijote, lo que provoca la ira de este, quien lo golpea. A lo lejos, ven a un hombre montado en el asno de Sancho, quien comienza a gritarle para que se detenga. El hombre huye, dejando libre al asno. Sancho, al reencontrarse con su animal, lo besa como si fuera una persona. Don Quijote le recuerda que aún le debe tres asnos más. Luego, le pide a Sancho que le cuente todo lo sucedido en su viaje a la casa de Dulcinea.

Capítulo 31: Las mentiras de Sancho

Sancho, sin saber qué decir, inventa una serie de mentiras sobre su encuentro con Dulcinea. Le cuenta a Don Quijote que Dulcinea rompió la carta al no saber leer, y que luego insistió en que Don Quijote fuera a verla al Toboso. Don Quijote insiste en saber exactamente qué dijo Dulcinea, pues le interesa la verdad. Llega un momento en que Don Quijote duda si ir primero con Dulcinea o a matar al gigante. Sancho le aconseja que vaya primero a por el gigante, pues teme perder el señorío que le prometieron.

Capítulo 32: De vuelta a la venta y los libros de caballerías

Don Quijote y Sancho regresan a la venta donde ya vivieron otras aventuras. Allí se encuentran con el cura, el barbero y los demás ocupantes habituales. Se produce una larga discusión sobre la autenticidad de los libros de caballerías. El cura y el barbero argumentan que son mentiras e invenciones, mientras que el ventero y los demás defienden su veracidad. El cura y el barbero proponen quemar todos los libros de la venta. Tiempo atrás, encontraron una maleta con tres libros: Don Cirongilio de Tracia, Félixmarte de Hircania y la Historia del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba. Además, encontraron unas hojas con una novela escrita en buena letra, titulada La novela del curioso impertinente, que el cura lee en voz alta.

Capítulo 33: La novela del curioso impertinente (Parte 1)

Este capítulo relata la novela del Curioso Impertinente, tal como se encuentra en las hojas halladas en la venta.

La novela trata de dos amigos, Lotario y Anselmo, quien se casó con Camila gracias a la mediación de Lotario. Su amistad era tan grande que los llamaban “los dos amigos”. Anselmo, deseando poner a prueba la fidelidad de Camila, le pide a Lotario que le ofrezca regalos y joyas. Lotario se niega al principio, considerando a Camila una mujer honesta y pura, y argumentando que el plan solo serviría para demostrar su virtud y la poca confianza de Anselmo en ella. Finalmente, Lotario accede, pero le cuenta a Anselmo conversaciones ficticias en las que Camila rechaza sus ofrecimientos. Anselmo lo amenaza con buscar a otra persona, pero Lotario le jura que volverá a intentar el plan. Anselmo deja solos a Camila y a Lotario durante ocho días para que este último ponga en marcha el plan. Durante tres días no ocurre nada, pero al cuarto, Anselmo se decide y le revela a Camila lo que está sucediendo.

Capítulo 34: La novela del curioso impertinente (Parte 2)

Camila se da cuenta de los sentimientos de Lotario y le escribe una carta a su marido contándole lo sucedido. Anselmo, viendo que el plan funciona, le responde diciéndole que no se preocupe y que pronto volverá. Al regresar, le pregunta a Lotario qué sucede, y este le confirma la pureza de Camila, quien sigue rechazando sus proposiciones.

Camila le cuenta todo a su criada Leonela, quien aprovecha la situación para llevar a su amante a la casa todas las noches, sabiendo que si Camila la delata, ella revelará la verdad sobre el amor de Lotario por Camila. Lotario le dice a Anselmo que ha visto salir a un hombre de la casa, pensando que ha estado con Camila, cuando en realidad ha estado con Leonela. Lotario, Camila y Leonela convencen a Anselmo para que se esconda en una habitación de la casa y así poner en marcha un plan para que tanto Camila como Lotario queden bien y se resuelva el problema. Al final del plan, Anselmo sale a hablar con Lotario para expresarle su alegría por la pureza de su esposa y para felicitarlo por su buena amistad y comportamiento.

Capítulo 35: La batalla de los cueros de vino

Antes de que el cura termine de leer la novela, aparece Sancho anunciando que Don Quijote está librando una gran batalla contra el gigante enemigo de la princesa Micomicona. Al oír esto, el cura se levanta rápidamente al escuchar un gran ruido y las voces amenazantes de Don Quijote. Al entrar en la habitación, ven a Don Quijote luchando a cuchilladas con los cueros de vino. Lo más extraño es su aspecto: tiene los ojos cerrados porque está soñando, lleva una camisa que apenas le cubre los muslos, las piernas sucias y llenas de vello, y en el brazo izquierdo tiene envuelta la manta de la cama. Al ver el desorden y el vino derramado, el ventero se abalanza sobre Don Quijote y le propina una serie de puñetazos. Si no fuera por Cardenio y el cura, Don Quijote habría quedado allí para siempre. El barbero logra despertarlo echándole un cubo de agua fría en la cabeza. Después de que Don Quijote vuelve a dormirse, continúan leyendo la novela del Curioso Impertinente.

La novela continúa con Leonela escapando con Camila y Lotario, dejando a Anselmo solo en la casa. Al descubrir que lo han abandonado, Anselmo decide irse a una casa de campo de un amigo, donde muere tras escribir un epílogo de su vida, en el que explica cómo muere por Camila. Al terminar la lectura, el cura la califica de poco creíble, pues no se explica cómo Anselmo, que lo tenía todo, pudo complicar tanto las cosas para comprobar la sinceridad de su esposa, quien al final lo abandona.

Capítulo 36: Luscinda en la venta

El ventero, desde la puerta de la venta, ve acercarse a un grupo de huéspedes. Cardenio le pregunta cuántos son, y el ventero responde que son cuatro a caballo, dos a pie y una mujer vestida de blanco. Al oír esto, Cardenio entra en la habitación de Don Quijote. Cuando los caballeros llegan a la venta, se apean de los caballos y trasladan a la misteriosa mujer de un sillón a una silla cerca de la habitación de Don Quijote. Todos se preguntan quién es, pero nadie responde a las preguntas de Dorotea. Cardenio, al enterarse de quién es la mujer, la reconoce y comienza una larga conversación con ella, como si la estuviera disputando con Fernando, el caballero que la trasladó. Se descubre que la mujer es Luscinda, y no Micomicona como había dicho Sancho.

Capítulo 37: Sancho, Don Quijote y la verdad

Sancho cree que Dorotea es una princesa y que el gigante es Fernando. Don Quijote sigue durmiendo. En la venta, todos están contentos porque la llegada de tantos huéspedes significa buenas ganancias para el ventero. Solo Sancho está triste, pero pronto Don Quijote se despierta y comienza a hablar con él. Don Quijote le cuenta su aventura imaginaria con el gigante, al que ha vencido de tal manera que compara su sangre con enormes ríos de agua. Sancho lo corrige, diciéndole que más que ríos de agua eran ríos de vino tinto, refiriéndose a los cueros de vino que Don Quijote destrozó. Don Quijote le pide una explicación, y Sancho le cuenta lo sucedido y lo que está ocurriendo en la venta. Don Quijote baja al salón y comienza a hablar con Dorotea, quien intenta interrumpirlo en alguna ocasión, pero Fernando no se lo permite, pues le interesa la conversación. Al final, Fernando se compromete a llevar a Don Quijote a su casa, lo que alivia y alegra a los venteros.

Capítulo 38: Don Quijote habla del soldado

Don Quijote habla del soldado, describiéndolo como la persona más pobre del mundo, ya que tiene que sobrevivir con pocos recursos y aun así logra superar cualquier situación difícil. También dice que los menos premiados y los más importantes en la guerra son los pobres soldados, que suelen morir en ella. Compara el trabajo de los letrados con el de los soldados, afirmando que estos últimos trabajan mucho más y reciben menos recompensas. También reconoce la importancia de los letrados, ya que sin ellos no habría leyes, y sin leyes no se podrían defender los reinos ni los caminos, lo que pondría en peligro la seguridad de la gente. Al terminar el discurso de Don Quijote, el cautivo anuncia que ahora escucharán el verdadero discurso, y cuando todos están preparados, comienza a relatar su historia.

Capítulos 39, 40 y 41: Historia del cautivo

El cautivo relata cómo su padre dividió su hacienda en tres partes, una para él y las otras dos para sus tres hijos, quienes debían dedicarse a las armas, las letras y el comercio, respectivamente. El cautivo cuenta que él se dedicó a las armas y que, tras varios viajes, fue capturado por el rey de Argel. Mientras estaba preso en Argel, recibió dinero y una carta de una mujer que le proponía fugarse con él y casarse. Con el dinero, el cautivo logró escapar de la cárcel y, junto a unos amigos, fue a buscar a la chica. Allí encontraron un tesoro que contenía escudos de oro. Tras múltiples aventuras, entre ellas la pérdida de gran parte del tesoro camino a Mallorca, llegaron a las montañas leonesas para buscar, junto a su amada, a algún pariente que aún viviera.