El Teatro Español desde los Años 40 hasta Nuestros Días

La mala condición de vida en la posguerra contribuyó al desarrollo del teatro. La censura y el miedo a padecer represalias hicieron que gran cantidad de autores no se expresasen con libertad, y los empresarios teatrales tampoco estaban dispuestos a que no hubiera éxito, por esto el teatro con más éxito seguirá siendo el burgués y humorístico. Los años 50 y 60 se caracterizaron por un teatro realista de denuncia social, gran valor ético y testimonial. En las tres últimas décadas del siglo XX, surgirá un teatro experimental, más minoritario y vanguardista, y otro creado por Grupos de Teatro Independiente. Del teatro en el exilio nombramos a autores como Rafael Alberti (Noche de guerra en el Museo del Prado), Alejandro Casona (La dama del alba) y Max Aub (El rapto de Europa).

El Teatro de los Años 40 a los 60

El Teatro Burgués

Teatro evasivo, de distracción, que no intenta innovar ni debatir el orden establecido, ya que va destinado a un público burgués. En la comedia de evasión (de final feliz) nombramos a autores como José López Rubio o José María Pemán. También alcanzó el éxito Juan Ignacio Luca de Tena con su comedia costumbrista (Don José, Pepe y Pepito). Gran éxito también tendrá Alfonso Paso.

El Teatro Humorístico

Presenta una comicidad próxima al absurdo. Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo del almendro o Los ladrones somos gente honrada, idea circunstancias inverosímiles y llenas de ingenio; quiere “renovar la risa” acercándose al “teatro del absurdo”. La obra más importante de Miguel Mihura es Tres sombreros de copa, donde critica de forma absurda la falsedad de las personas que impiden su felicidad.

El Teatro Social de Finales de los 40 hasta los 60

El autor principal es Antonio Buero Vallejo, quien crea un teatro ético que pretende hacer razonar sobre la justicia existente y la búsqueda de la verdad. Además, consiguió varios premios, entre ellos el Premio Cervantes en 1986. De la 1ª etapa es Historia de una escalera, de enfoque social. De la 2ª etapa es El tragaluz (1967) con un enfoque ético-social e histórico. De la última etapa destacamos La Fundación y La doble historia del doctor Valmy, de tema sociopolítico y con forma escénica experimental.

El Teatro de Agitación y Concienciación Política de los Años 50

Representado por Alfonso Sastre con obras como Escuadra hacia la muerte, prohibida por la censura; o La mordaza. Revela mayor radicalidad sociopolítica, teniendo gran polémica con Buero Vallejo, más adepto al “posibilismo”. Siendo un país sin libertad, escribía como si lo fuese, ya que defiende que el teatro debe ayudar a la transformación social. Por esto, fue muchas veces censurado y además encarcelado. En sus obras se denuncian las injusticias hacia el ser humano y sugiere una reflexión existencial y pesimista sobre la condición humana. Fue además Premio Nacional de Teatro por La taberna fantástica (1985).

El Teatro Realista de Denuncia y Protesta de los Años 60

Con temas sobre la explotación del hombre por el hombre, marginación, hipocresía, etc. Con lenguaje directo, claro y desafiante, opuesto al altisonante, formal y neutro del teatro burgués, por esto hay diversas prohibiciones. Destacan Lauro Olmo (La camisa, sobre chabolismo y emigración) o Carlos Muñiz (El tintero, sobre burocracia y el trabajo como esclavitud).

El Teatro Experimental de los Años 70

Características del Teatro Experimental

Recoge influencias del teatro vanguardista europeo. La falta de libertad, la injusticia, la alienación provocada por el maquinismo y el consumismo son algunos de sus temas. Introduce elementos musicales, circenses o de danza; con personajes deshumanizados (a veces animales) y situaciones y lenguaje alegóricos o simbólicos referidos a la política española. Es un teatro dirigido a un público minoritario y crítico. Autores representativos son Francisco Nieva y Fernando Arrabal. El teatro de F. Nieva (1924), denominado “teatro furioso”, es un teatro transgresor, irracional y neobarroco, que utiliza el simbolismo y el surrealismo, como en La carroza de plomo candente (1971). Fernando Arrabal, que desarrolla su obra en Francia y en francés, mezcla el esperpento de Valle-Inclán, el surrealismo y el teatro del absurdo en lo que llamará “teatro pánico”, un teatro desenfrenado y provocador que exige la total libertad creadora del artista. Algunas obras suyas son El cementerio de automóviles, Pic-Nic, El triciclo, El arquitecto y el emperador de Asiria

Los Grupos de Teatro Independientes de los Años 70

Realizan obras de creación colectiva, donde el espectáculo gana más importancia que el texto (para lo que introducen recursos de todo tipo: cine, danza, circo, cabaré…), intentan romper la llamada “cuarta pared” para integrar al público, y aúnan lo experimental y lo popular, lo crítico y lo lúdico, buscando una especie de ritual de liberación colectiva. Entre los grupos más destacados figuran Los Goliardos, Tábano, Akelarre, Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cuadra, La Zaranda (grupo de Jerez), etc.

El Teatro de Antonio Gala

Antonio Gala (1930), vinculado al teatro realista pero de gran éxito comercial, cultiva el drama simbólico-moral (Los verdes campos del Edén, 1963), el realismo poético (Los buenos días perdidos, 1972) y la farsa histórica (Anillos para una dama, 1973).

El Teatro desde los Años 80

Tras la instauración de la democracia surgen diversas tendencias en un contexto de subvenciones, festivales (como el FIT de Cádiz) y descentralización. Por una parte, persisten los Grupos de Teatro Independiente (Els Joglars, La Cubana, La Fura dels Baus…), por otra, se vuelve al teatro de autor, con temas relacionados con nuestra Guerra Civil, como en Las bicicletas son para el verano (1982), de Fernando Fernán Gómez, o en ¡Ay, Carmela! (1987), de J. Sanchis Sinisterra; y, por otra parte, se explora un nuevo realismo costumbrista, como en La estanquera de Vallecas (1981) y Bajarse al moro (1985), de José Luis Alonso de Santos. Asimismo, persisten autores de décadas anteriores, como Buero Vallejo (fallecido en 2000), Alfonso Sastre (Los últimos días de Emmanuel Kant) y Antonio Gala (Petra regalada).