El primer obstáculo es la resistencia de la población penitenciaria dadas las características psicológicas y socioeducativas.

Los procesos serán motivadores y con el papel protagonista al propio sujeto.

Las acciones educativas encaminadas a permitir la adquisición de conocimientos serán muy útiles, y deben considerar al individuo como principal recurso para el desarrollo de su propia salud y por ello deben iniciarse los procesos a partir de sus demandas y necesidades utilizando las potencialidades endógenas de las personas.

Las actividades deben responsabilizar a los propios individuos en la búsqueda de soluciones a sus problemas, desde una “concienciación autónoma y crítica y con una visión política  de las acciones”.

De esta forma, las actuaciones que deben llevarse a cabo, frente a los problemas de salud prevalentes en este medio, serán también más efectivas si se plantean en el marco de la promoción de salud.

Se deben desarrollar procesos participativos donde los internos aporten sus propios análisis y soluciones desde su contexto y actúen para superarlos.

El educador debe facilitar estos procesos y facilitar potencialidades, crear confianza y motivar, haciendo uso de todas las técnicas abiertas de diálogo.

    • Reforzar la acción comunitaria: antes, durante y después del ingreso en prisión. Papel del voluntariado en la promoción de la salud en el medio penitenciario.

Para conocer una comunidad y poder intervenir desde ella misma, implica profundizar en los cuatro elementos que la constituyen: territorio, población, demanda, recursos, y sus interacciones.

Cuando diseñemos un programa no debemos olvidar que a la comunidad a la que va dirigida procede de otra comunidad de origen, donde regresará al finalizar el periodo.

Hay que tener en cuenta las características socioculturales comunes que hacen la comunidad de personas privadas de libertad.

  • Acción comunitaria antes del ingreso en prisión:

Debe partir de la comunidad de origen y no hay que olvidar que la prisión es, en la mayoría de los casos, el final de una serie de fracasos en la protección social en el desarrollo integral y socializador de la persona.

Para romper el círculo “territorio fábrica-prisión-territorio fábrica” hay que “insertar” a las personas antes de tener que “reinsertarlas” mas tarde.

Este planteamiento resulta a veces ineficaz.

  • Acción comunitaria durante el ingreso en prisión:

Una comunidad con casos de privación de libertad tiene indicadores de “enfermedad social”. Operaciones:

-Implicación de grupos comunitarios y de agentes de la comunidad en la protección y promoción de la salud.

El propósito, aparte del específico, es salvaguardar el vínculo comunitario para la verdadera reinserción.

-Trabajar en la creación de una conciencia comunitaria en los internos, para conocer los recursos y necesidades.

  • Acción comunitaria después del ingreso en prisión:

Cuando vuelvan a su comunidad de origen se encuentran con déficit de alternativas y oportunidades para realizar cambios en su vida.

Para rentabilizar los avances conseguido durante la estancia, hacen falta programas para la salida y una actitud menos estigmatizada y más acogedora con ofertas reales de acceso a salud, educación, vivienda y empleo.

La autentica inserción social debe llevarla a cabo la propia sociedad, que debe reinsertarse, ella misma en la atención a los mas débiles.

Las acciones iniciadas en el ámbito comunitario deben llevarse a cabo con la persona de la institución penitenciaria y continuarse después de la estancia en prisión.

El voluntariado actúa en el proceso de capacitar a las personas y también desempeña el papel de defensa de los intereses y derechos de los internos, es decir, un papel mediador.

El mediador basa sus actuaciones en el análisis y estudio de la realidad, planificando sus intervenciones con un sentido de complementariedad con los profesionales, actuando hacia fuera, y creando una red integradora para hacer accesible la sociedad a los que están aislados de ella y romper la exclusión.

    • Creación de un entorno favorable a la salud.
      • Entorno físico: se han construido nuevos centros penitenciarios y reformado los ya existentes, con modernos elementos modulares, alejados de las áreas urbanas y con zonas para actividades sanitarias, educativas, socioculturales y deportivo-recreativas.

El entorno es un determinante de la salud y el verdadero reto es conservarlo mediante la concienciación del cuidado del medio por parte de los internos.

  • Entorno social: la dirección del centro ha de facilitar que las relaciones interpersonales entre los ocupantes del medio contribuyan a los objetivos de reeducación u reinserción social.

Se promoverá el uso adecuado de las áreas comunes lo mas parecido posible al que sería habitual en situación de libertad.

Es fundamental la colaboración de organizaciones no gubernamentales que pondrán sus programas en marcha procurando que se adapten a la realidad y a las demandas de la población a las que van dirigidos.

Otro aspecto importante es la organización del tiempo de internos y profesionales y la influencia del funcionamiento del departamento de comunicaciones de la prisión.

    • Reorientación de los servicios.
  • La sanidad penitenciaria en los últimos años: En 1988 la Dirección General de Instituciones Penitenciarias inició una reforma de la atención sanitaria de los centros.

La reforma constaba de las siguientes líneas de actuación:

-Creación de un sistema de atención integral, con profesionales a tiempo completo organizados en equipos de atención primaria. Al frente de cada uno habrá un jefe de servicio médico.

-Establecimiento de una serie de programas asistenciales y de salud pública: programas de prevención y control de enfermedades transmisibles, educación para la salud e intervención con drogodependencias.

-Establecimiento de un sistema de información sanitaria integrado en el resto de sistemas análogos existentes.

-Refuerzo de las relaciones con el sistema nacional de salud, con el objetivo de integrar la atención primaria intrapenitenciaria en la atención especializada extrapenitenciaria.

Cuando una personas ingresa en un establecimiento o centro penitenciario, se le práctica un examen de salud individual a partir del cual se detectan sus problemas de salud y se inician las intervenciones posteriores y durante el periodo de estancia en prisión todos los internos pueden acudir a los servicios médicos.