SP1TZ Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Colorado

El Primer Año de Vida del Niño: Génesis de las Primeras Relaciones Objetales

Prefacio de Anna Freud

Versión española de Pedro Bárcelo y Luis Fernández Cancela

T0LLE, LEGE AGUILAR

Colección psicología y educación, asesor Gonzalo Medina

Prólogos

Edición española consultor Adolfo Maíllo

© Aguilar S.A. de Ediciones 1972

Juan Bravo 38, Madrid

Depósito Legal M 33968/1972

Tercera edición—Quinta reimpresión—1972

Código 23011

Printed in Spain. Impreso en España por Gráficas Color María Zayas 15, Madrid

Edición original © Dr. René A. Spitz 1958

La premiére année de la vie de l’enfant (genése des premieres relations objectales)

Presses Universi taires de France, Paris

Prefacio

Esta descripción, detallada y viva, de las relaciones emocionales entre las madres y sus niños en el primer año de vida va dirigida a un público más amplio del habitual de las obras psicoanalíticas. El lenguaje utilizado por el autor, subrayado por sorprendentes ilustraciones, es directo y lo suficientemente sencillo como para ser comprendido por las madres y por quienes cuidan del niño, aunque carezcan incluso de conocimientos psicológicos previos.

Por otra parte, el modo de observación empleado, los testimonios aportados por la película y los tests poseen la suficiente precisión para atraer la atención de los teóricos de la psicología. Finalmente, las premisas y conclusiones teóricas tienen tal rigor psicoanalítico que no pueden dejar de interesar a todos los especialistas en adultos y en niños que reclaman una exposición experimental sobre esta edad, que sigue siendo la más oscura de la historia del hombre.

A lo largo de su obra, el doctor Spitz trata numerosos temas que son objeto de polémica en la teoría psicoanalítica habitual; en ningún momento duda de tomar posición: para ilustrarnos acerca de lo que acontece en el primer año de la vida utiliza la observación directa y los métodos de la psicología experimental, frente a los otros autores psicoanalistas, que, para la reconstrucción de los procesos de desarrollo, se guían únicamente por el análisis de los períodos ulteriores. Indudablemente, sus observaciones previas sobre el hospitalismo y la depresión anaclítica le han permitido establecer el valor de los métodos de observación, incluso ante los ojos de numerosos psicoanalistas que permanecían escépticos.

Spitz, al describir la personalidad del niño en el período preverbal, se opone a todos los autores analíticos que pretenden hallar en IX el niño operías nacido una vida mental complicada, en la cual pueden desempeñar un papel fantasías, conflictos entre instintos opuestos, sentimientos de culpabilidad y tendencias a la reparación. Frente a ello, el doctor Spitz sostiene la teoría, por muchos compartida, de que existe un estado inicial indiferenciado a partir del cual se asiste a un desarrollo lento y continuo de fundones, al surgimiento de impulsos distintos, a estructuraciones sucesivas; en una palabra: a procesos psicológicos que emergen gradualmente de los estados fisiológicos preliminares que son su base.

Justamente en el marco de esta misma teoría de un desarrollo lento qué conduce de los estados primitivos a formas más complejas, se centra el tema esencial de este libro: el desarrollo de las relaciones objetales precoces. Una vez más Spitz rechaza el concepto de una relación objetal con la madre desde el nacimiento, idea mantenida aún por algunas escuelas psicoanalistas.

Por último, al pasar revista a las dificultades de las relaciones entre madre y niño en este estado inicial, y a sus consecuencias, que pueden ser peligrosas, Spitz va más allá que muchos otros autores al describir de forma precisa los desórdenes de índole psicotóxica en el recién nacido; desórdenes que están ligados a dificultades emocionales particulares en la madre.

Estamos ante una hipótesis sorprendente e interesante, que quedaría mucho más perfilada si las personalidades complejas de las madres pudieran ser definidas también por el psicoanálisis y no solo por la simple observación de su comportamiento mediante el método habitual.

Reiteradamente se quejan los lectores de que las obras consagradas al desarrollo del niño escritas por los psicoanalistas pecan, con frecuencia, de excesiva parcialidad y de falta de rigor: explican más el desarrollo patológico, que el normal. La obra del doctor Spitz queda absuelta de tales acusaciones y justificará las esperanzas de quienes desean consagrarse a un estudio profundo de estos problemas.

Prólogo

El presente estudio está basado en una conferencia pronunciada en el Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Romanas, celebrado en Roma el 22 de septiembre de 1953. Incluyo en este trabajo ilustraciones extraídas de las películas que se proyectaron durante la conferencia. Lo vivo de la película constituye una prueba muy superior a la de la simple ilustración. Por otra parte, he añadido algunos capítulos que quedaban fuera del propio contenido de la conferencia. Aquí sirven para presentar de forma sistemática buena parte de mis ideas e investigaciones.

Es este un estudio psicoanalítico; se utilizan conceptos de Freud e ideas dadas por él en el segundo de sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. Allí se encontrará el esbozo de buena parte de lo que he observado durante mis largas investigaciones con centenares de niños en el primer año de su vida. Experimento un sentimiento de profunda satisfacción al pensar que, por la aplicación del método de observación directa, he podido participar en el trabajo inspirado por mi maestro, Sigmund Freud.

Anna Freud.

II. El Método

9

III. El Objeto de la Libido

12

1. El estadio preobjetal

13

2. El objeto precursor en la percepción. El papel de los afectos en las relaciones entre madre e hijo. Impotencia del recién nacido

30

2. El primer año, período de transformación

31

V. Las Fuerzas Formativas en la Relación Madre-Hijo

36

1. La comunicación en la pareja madre-hijo

38

VI. Afectos de Desagrado (La angustia de los ocho meses). Evolución de los afectos negativos durante el primer año. El segundo organizador

54

VIII. Consecuencias del Establecimiento del Segundo Organizador en el Desarrollo del Niño

60

Cap. X. Deformaciones y Desviaciones de las Relaciones Objetales

78

Cap. XI. Trastornos Psicotóxicos

85

1. Hostilidad materna disfrazada de angustia

95

El Primer Año de Vida del Niño

5. Oscilaciones rápidas de la madre entre mimo y hostilidad agresiva

104

Del Niño. Génesis de las primeras relaciones objetales

6. Hostilidad materna conscientemente compensada

107

Cap. XIII. Nuestros Resultados y su Lugar en la Teoría Psicoanalítica

117

Cap. XIV. Conclusión

122

Bibliografía

129

Capítulo I. Introducción teórica

Desde el advenimiento de la psicología del yo, el objeto libidinal ha centrado el interés de la investigación psicoanalítica. Sin embargo, Freud había introducido ya en 1905 el concepto de la selección del objeto en sus Tres ensayos sobre la sexualidad (16)2. En adelante, tratará del objeto libidinal desde el punto de vista del sujeto. Habla de la selección objetal, del descubrimiento del objeto, pero no de relaciones objetales. De estas mutuas relaciones entre madre e hijo vamos a tratar en las páginas siguientes.

Basándonos en observaciones inmediatas y en experiencias con el lactante, expondremos de qué forma concebimos la iniciación, las fases, el desarrollo, los aspectos dinámicos y las anomalías de las relaciones objetales.

Freud ha subrayado la incapacidad de este para mantenerse vivo por sus propios medios. Se mantiene merced a la protección y a los cuidados que le rodean, que su familia le prodiga. (Nueva York) la ayuda prestada a la formulación de ciertos conceptos, en la obra ingrata de la revisión estilística, así como en el establecimiento de la bibliografía.

3 mer año, va a independizarse de la ayuda de aquellos. Este desarrollo se ha de producir forzosamente, por un lado, en el sector físico del recién nacido, y por otro, en el psicológico.

Me he prohibido—y lo subrayo—toda hipótesis sobre la presencia de procesos intrapsíquicos que pudieran existir en el niño desde su nacimiento. Según el concepto de Freud, confirmado unánimemente por las observaciones y experiencias de todos aquellos que han estudiado al recién nacido, el pensamiento no existe en el momento de nacer. Al nacer, el niño se halla en un estado no diferenciado: Todas sus funciones, comprendidos los instintos, se diferenciarán más adelante por un proceso que tendrá su origen, bien en la maduración, bien en el desarrollo.

Los mecanismos de defensa tampoco existen aún, al menos en la forma descrita en los textos. Durante el primer año solo podemos entrever atisbos de algunos de estos mecanismos en forma más fisiológica que psicológica. Son, por así decirlo, prototipos fisiológicos sobre los cuales el psiquismo erigirá ulteriormente un edificio muy distinto (18).

En cambio, los principios y teoremas que podemos aplicar durante el primer año son los siguientes:

  1. Los dos principios fundamentales del funcionamiento psíquico.

1 Maduración: desarrollo del proceso filogenéticamente establecido en la especie, en forma embriológica o en forma de “Anlage”.

2 Desarrollo (este concepto es con frecuencia designado por el término crecimiento, que, en mi opinión, se presta a confusión): emergencia de formas de funcionamiento y de conductas resultantes de la interacción del organismo por una parte y del medio interno y externo por otra.

  • El punto de vista tópico; es decir, la división de la psique en sistemas ICS, PCS y CS (inconsciente, preconsciente y consciente).
  • El punto de vista de las instancias o concepto estructural; es decir, la división de la psique en sí-mismo, yo y super-yo.
  • El punto de vista dinámico comprende la división de la energía física en libido y en agresión; comprende también el concepto de la carga invertida de energía psíquica (catexis). Estimo que este concepto no solo puede aplicarse a la etiología de la neurosis, sino también a todos los fenómenos de la psicología humana.
  • Todo fenómeno psicológico está basado en la interacción mutua entre un factor congénito y un factor ambiente.
  • El punto de vista genético, que establece que todo fenómeno psíquico está sujeto a las leyes de la causalidad y que la sucesión de esas causas debe ser remontada hasta su origen.

Factores congénitos

Cada cual ha nacido con su individualidad propia. Ha nacido provisto de lo que he llamado bagaje congénito, que se divide en tres partes:

  1. bagaje hereditario, determinado por los genes y los cromosomas;
  2. influencias intrauterinas durante el período de gestación;
  3. influencias que han tenido lugar durante el proceso del parto.

s Para aclarar lo que entiendo por estos tres componentes, recordemos que el bagaje hereditario incluye elementos evidentes, como el hecho de haber nacido con dos piernas, una boca y dos ojos, y también otros menos evidentes, como son las leyes de la maduración, que no solo comprenden el desarrollo progresivo de los órganos y de las funciones, sino la serie inmutable de fases por las que habrán de pasar los órganos y las funciones. Esto se aplica tanto a la fisiología como a la psicología, pues tan cierto es que el proceso de la dentición hace que los dientes de leche preceden a los dientes permanentes, como que el estadio oral precede al estadio anal, y este al fálico.

Aspectos complejos del factor compañía

Hemos escogido como tema la génesis de las primeras relaciones objetales; es decir, de las relaciones entre madre e hijo. Podría decirse, pues, que se trata de una investigación de relaciones sociales si no fuera porque esta relación es diferente de todas aquellas de que se ocupa la psicología social. Solamente un sociólogo, Georg Simmel, ha llamado la atención sobre las posibilidades de investigaciones sociológicas en el grupo madre-hijo, al que ha llamado diada, subrayando que es ahí donde podrá encontrarse el germen de todo desarrollo ulterior de las relaciones sociales.

En nuestro estudio de las relaciones objetales y de su formación en la primera infancia, empezaremos por establecer una clara separación entre el acercamiento psiquiátrico en el adulto y en el niño. El niño, ello es evidente, no tiene la misma estructura de personalidad que la madre; pero al mismo tiempo, el medio del niño es también muy diferente del de los adultos. Estos múltiples factores, así como las constelaciones dinámicas de una importancia variable, presentan campos de fuerza móviles que influyen sobre la personalidad organizada del adulto y permanecen en interacción con ella.

Para el recién nacido, el medio está compuesto, por así decirlo, de un solo individuo: la madre o su sustituto. Incluso este individuo único no es percibido por el niño en cuanto a entidad separada de él, sino que forma parte, sencillamente, del conjunto de necesidades del lactante y de su satisfacción.

Hemos seguido el método llamado longitudinal; es decir, la observación de nuestro sujeto durante períodos relativamente largos, hasta de dos años, en el transcurso de los cuales repetimos mensualmente numerosos experimentos y tests. Esto nos ha permitido mantener un máximo de condiciones invariables en un medio dado, e introducir una sola variable, formada por el mismo sujeto del experimento, ya que el hecho del medio idéntico nos garantizaba condiciones también idénticas para todos los sujetos que se encontraran en él.

Hemos sometido a cada uno de los niños estudiados a cuatro horas de observación semanal. Los informes sucesivos de estas observaciones se han incorporado a la historia clínica de cada niño. Nos hemos servido de este test con preferencia a los de Gesell y de Catell, en parte porque permiten una cuantificación mensual, y en parte porque han sido tipificados con criterio científico. Esto significa la reducción a un tercio, tanto del ritmo de los movimientos como del de la expresión fisiognómica.

Cada niño ha sido filmado la primera vez que nos fue presentado, es decir, lo más próximo posible al nacimiento, ya veces incluso durante su expulsión, en el transcurso del parto. Hemos aplicado los tests de Rorschach, así como los de Szondi, a las madres de algunos niños observados por nosotros.

El sujeto, en nuestro caso, sería el recién nacido, y como hemos dicho anteriormente, el recién nacido viene al mundo en un estado de indiferenciación, incapaz de ninguna acción psíquica. Ambos irán apareciendo progresivamente en el transcurso del primer año, hacia el final del cual tendrá lugar el establecimiento del objeto definitivo de la libido.

Las cosas se mantienen idénticas a sí mismas en el espacio y en el tiempo y están descritas por coordenadas en el tiempo y en el espacio. demuestran que el mundo exterior está excluido de la percepción del recién nacido por un umbral de percepción en extremo elevado, el cual continúa protegiendo al niño en las primeras semanas, o incluso los primeros meses, contra las percepciones que proceden de lo que le rodea. Durante este período se puede afirmar que no existe el mundo exterior para el recién nacido, ya que toda percepción en esta época ocurre en función del sistema interoceptor; las respuestas que el niño manifiesta tienen lugar en función de la percepción de necesidades que le son comunicadas por este sistema. Los estímulos procedentes del exterior solo se perciben cuando traspasan el umbral de percepción previo e irrumpen en la quietud del recién nacido, que reacciona a ellos con desagrado. He de confesar, incluso, que tengo poca fe en el traumatismo del nacimiento como fenómeno de angustia, concepto del que se ha abusado mucho.

Hacia el octavo día, el niño responde a señales. Cuando, por ejemplo, después del octavo día se saca a un

FIG. Si a la hora de la mamada se acerca un adulto al niño, que llora porque tiene hambre, el bebé se calma y abre

16

SPITZ.—2 cambio en su comportamiento: los niños más avanzados en su desarrollo dejaran de inquietarse, y a veces harán con la boca el gesto de chupar; otros intentarán extender los brazos hacia el biberón; pero no sonreirán.

dedos ofrecen al niño todos los estímulos táctiles para el aprendizaje de la prensión y de la orientación táctil; cómo su cuerpo y sus movimientos le dan las experiencias necesarias del equilibrio; casi no hace falta añadir que su voz proporciona al niño los estímulos auditivos necesarios para la formación del lenguaje.

La vocalización del niño, que al principio sirve como descarga de impulsos, va transformándose poco a poco en un juego en el que repite los sonidos que él mismo ha producido.