El Grito de Munch y La Noche Estrellada de Van Gogh
El Grito de Munch
El cuadro que vamos a comentar es El grito, del pintor Munch.
Presentación
El cuadro representa una figura humana que grita sobre un puente. Al fondo aparecen otras dos figuras humanas que siguen su paseo, dando la espalda al protagonista y sin percatarse del sufrimiento de éste. Munch recogió en su cuadro un paisaje verdadero situado a las afueras de la ciudad de Oslo en el que pueden verse un fiordo al fondo, unos barcos y un puente.
Características Técnicas y Artísticas
Es un cuadro que mezcla la técnica del óleo y la del temple. En el dibujo las diagonales de la valla marcan una fuerte perspectiva, resaltada también por el menor tamaño de las figuras más lejanas. Las diagonales contrastan con las verticales (los hombres del fondo, los barrotes), y todas las líneas rectas contrastan con las curvas del personaje principal, del cielo y del mar. Las líneas dividen al cuadro en tres partes principales que serán definidas por el color: la de la izquierda de la valla donde predominan los tonos naranjas, la parte superior con el cielo de tonos naranjas, y entre ellas el mar en el que predomina el azul, pero dentro del que podemos distinguir otros dos conjuntos (amarillo, negro) trazados con curvas muy marcadas. Lo que define el cuadro es el color. Los colores son irreales (las tonalidades de rojo, azul y negro; y, especialmente, el cielo crepuscular con su combinación de rojos y naranjas. El cielo y el suelo del puente se forman con trazos de colores más cálidos, anaranjados y amarillos, que aportan una sensación de violento apasionamiento. La persona que grita, las dos figuras del fondo y el paisaje terrenal aparecen representados con colores fríos, verdes, azules y negros, que nos transmiten una sensación de angustia.
Estilo al que pertenece
El cuadro nos llama la atención por su fuerza y movimiento conseguido por las curvas, los colores fuertes e irreales, el contraste entre las curvas y las rectas, y entre los cálidos tonos naranjas y los fríos azules. No es un paisaje realista sino que el autor deforma la realidad por medio del color y del dinamismo que producen las curvas. Todo ello sirve para expresar los sentimientos y las vivencias interiores del artista, que suelen ser de angustia, dolor. Estas características son las del Expresionismo, movimiento artístico cuyo objetivo principal es expresar los sentimientos y las vivencias interiores del artista. Este cuadro es obra del pintor noruego Eduard Munch, fue pintado en 1893 y se considera que es el primer cuadro expresionista. Tuvo una vida con muchos problemas, en esta obra refleja esa angustia vital, prueba de ello es que hasta 1910 hizo diversas versiones del mismo.
Contexto Histórico
El Expresionismo es un movimiento artístico que suele manifestar la angustia del artista. Hubo un claro precedente del mismo en las Pinturas negras de Goya de comienzos del siglo XIX y en la obra de Van Gogh, de finales del mismo; pero este cuadro fue el inicio claro del expresionismo que se desarrolló, sobre todo en Alemania, como vanguardia artística a partir 1900, fue una reacción contra lo que quedaba de realismo en los impresionistas. Se suele afirmar que el expresionismo refleja la angustia de una época. Pero para hacer una valoración sociológica más adecuada tenemos que tener en cuenta que la angustia es algo personal por lo que no sería adecuado relacionarla con toda la época en la que el artista desarrolla su obra. No hay que olvidar que en cada época se dan distintas respuestas artísticas ante una misma situación social. En una época se hacen cuadros optimistas y pesimistas, aunque sí que es cierto que en pueden predominar las pesimistas si los problemas son abundantes. Por ejemplo, la escena del cuadro se desarrolla en las afueras de la ciudad de Oslo, en uno de los lugares favoritos de la burguesía local. Es un lugar optimista e idílico que el artista convirtió en una pesadilla. Como movimiento de vanguardia el expresionismo perduró hasta 1933, cuando el régimen nazi subió al poder y lo prohibió tras declarar el arte vanguardista como «arte degenerado»; pero como tendencia artística perduró en muchos artistas tras la Segunda Guerra Mundial. En 1961 el cuadro El grito se populariza al ser utilizada como portada en la revista Times para su número sobre trastornos de ansiedad y complejos de culpa. Posteriormente pasa a ser un icono (imagen) cultural, siendo reproducido en posters, llaveros, tazas, etc. Paradójicamente, una obra increíblemente emocional y expresiva, que propone una introspección del hombre moderno, su vacío, luchas internas y existencialismo, es transformada en algo masivo y producto del merchandising, algo quizás típico de una sociedad que no se cuestiona demasiado a sí misma, sólo consume.
La Noche Estrellada, Van Gogh
Tema nocturno auténticamente puro. Hay que preguntarse qué ocurriría en la atormentada alma del artista para que sintiera la necesidad de refugiarse en la infinita negrura de la noche. El cielo es el auténtico protagonista y ocupa casi todo este óleo sobre lienzo. Lo más destacado de su composición es el predominio (en el campo, cielo, incluso en los agitados cipreses) de las curvas que generan agitación, y la existencia de contrastes: en primer lugar entre las curvas citadas y la parte del pueblo donde predominan las formas geométricas en las casas y sus luces; en segundo lugar, entre la horizontalidad predominante y las verticales de los cipreses de la izquierda y la torre de la iglesia que llevan nuestra vista hacia arriba. Van Gogh no pinta un cielo negro, sino que lo embellece y le da un color azul donde destacan las estrellas y la luna blancas y amarillas. El cielo está pintado con pinceladas gruesas y agitadas, que contrastan con la serenidad y quietud que realmente habría. Las estrellas y la luna son presa de una intensa agitación, se diría que sus remolinos violentos anuncian un inminente cataclismo cósmico. Los cipreses, en primer plano, se elevan al cielo como si se tratase de las llamas oscuras de una tierra en la que ya ha comenzado el fuego de un desastre apocalíptico. El paisaje que vemos no es un pueblo real, sino una recreación del propio artista que busca transmitir sus impresiones personales en el momento de pintarlo. Van Gogh ha abandonado el deseo de los impresionistas de plasmar la realidad del natural por lo que es un postimpresionista que realiza una pintura llena de simbolismo y expresión. Si los impresionistas buscaban captar lo fugaz y la luz, los postimpresionistas buscan captar aspectos más permanentes como el volumen (el caso más claro es el de Cézanne) o la expresividad (Van Gogh). Los postimpresionistas, al superar la obligación de copiar con precisión las formas y los colores de la naturaleza, abrieron un mundo de posibilidades que los pintores posteriores exploraron en profundidad. Van Gogh, como busca expresar los sentimientos que le producen los objetos, es precursor del expresionismo, y como utilizaba colores violentos y arbitrarios (no reales), es precursor del fauvismo, estilo artístico provocativo basado en el primitivismo.