Explorando el Arte Barroco: Arquitectura, Escultura y Pintura
El Barroco: Elegancia, Grandiosidad y Movimiento
El Barroco, época que busca ante todo la elegancia, persigue efectos de grandiosidad. Se basa en la simetría y la proporción, pero sobre todo en el movimiento y el contraste. Prefiere la línea curva a la recta, siendo un arte artificioso y teatral en contraposición a lo natural.
Arquitectura Barroca: Estructura y Composición
Frente al ordenamiento armónico, calculado y tranquilo del edificio renacentista, el barroco busca el movimiento y la belleza del conjunto.
Movimiento
Se descartan los esquemas simples, sustituyéndolos por otros basados en:
- Plantas elípticas o derivadas de complicados trazos geométricos, que suponen la unión de lo centralizado con lo longitudinal.
- Predominio de las líneas curvas y mixtas, y de las superficies ondulantes: interiores, fachadas, elementos sustentantes (columna salomónica), frontones partidos, vanos ovalados, volutas y aletas que unen mediante líneas curvas puntos del edificio situados a distinta altura, etc.
Todo ello contribuye a dar sensación de masas en movimiento y tiende a producir la sensación de que el espacio real se amplía.
La Luz
Adquiere un nuevo papel en la percepción total del edificio al disolver en juegos de sombras las formas arquitectónicas, que no aparecen netamente delimitadas. Se consigue este efecto mediante la contraposición de pronunciados salientes y bruscas entradas, prescindiendo de los paramentos continuos.
Decoración y Efectismo
Los elementos arquitectónicos se enriquecen y complican buscando el efectismo: orden colosal, columna torsa; arcos elípticos, ovales y mixtilíneos; volutas y cartelas, frontones partidos.
Las fachadas se integran en el conjunto urbano y cumplen la función de resaltar el edificio para atraer la atención. Dejan de ser planas y se articulan con alternancia de curvas, vanos y nichos, entablamentos y frontones mezclados o quebrados, luces y sombras, columnas y otros elementos decorativos que producen impresión de variedad y movimiento.
Los edificios típicos de la arquitectura barroca siguen siendo la iglesia y el palacio.
El Barroco Italiano: Gian Lorenzo Bernini
Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), hijo de un escultor florentino instalado en Nápoles, fue arquitecto, escultor y pintor. Protegido por los papas, contribuyó poderosamente a dar a Roma su aspecto barroco y triunfal. Fue nombrado arquitecto oficial de San Pedro del Vaticano, donde realizó sus conocidísimos baldaquino y columnata. En sus iglesias prefiere plantas elípticas, como en Sant’Andrea al Quirinale; un juego de superficies cóncavas y convexas relaciona exterior e interior. Entre sus construcciones civiles destaca la fachada del Palacio Barberini. Llamado a Francia, realizó un proyecto de ampliación del Palacio del Louvre que no fue aceptado.
Escultura de Bernini
Su obra es muy variada: de tema mitológico (El rapto de Proserpina por Plutón, Apolo y Dafne), retratos (Busto de Luis XIV), religiosas, sepulturas de varios papas en San Pedro del Vaticano… Las fuentes que diseña para numerosas plazas de Roma contribuirán a darle a la ciudad su carácter barroco. En su etapa de madurez realiza unas obras religiosas excepcionales, El éxtasis de Santa Teresa y la Beata Ludovica Albertoni. Las concibe para formar parte de espacios interiores y dentro de un marco en el que se combinan y funden arquitectura, escultura y pintura, seleccionando materiales de distintas calidades y colores. Añade además una iluminación específica para cada caso en relación con la iconografía y el mensaje que quiere transmitir, consiguiendo ambientes escenográficos capaces de sorprender al espectador, que queda incluido como un elemento más del conjunto.
Escultura Barroca: Escenografía y Expresividad
El escultor barroco busca relacionar la obra con el marco en el que se sitúa y con el espectador que la contempla, en un esfuerzo característicamente escenográfico. La belleza se sitúa ante todo en la expresividad dramática. Por ello se representan los sentimientos y emociones de los personajes, con frecuencia de forma grandilocuente y afectada. El movimiento es de capital importancia en este sentido. Se persiguen complejos efectos lumínicos: los claroscuros matizan y difuminan volúmenes y colores de los materiales empleados.
La temática religiosa varía entre:
- Países católicos: asuntos que representan el triunfo de la fe y de la iglesia, nuevos dogmas como la Inmaculada Concepción de María, santos recientemente canonizados.
- Países protestantes: carecen de escultura monumental religiosa.
La Imaginería Española
La escultura barroca española se centra en la talla de imágenes religiosas. Órdenes religiosas, parroquias, y los propios fieles organizados en gremios y cofradías encargan a los talleres numerosas obras: retablos, imágenes exentas, y pasos procesionales. Son obras básicamente populares, que atienden tanto a la ortodoxia tridentina como a los gustos y modas del conjunto de la población. El material empleado es generalmente madera, de pino o nogal, decorada con la técnica del estofado, aunque comenzará a abandonarse el oro para lograr un mayor realismo.
Los escultores españoles aún trabajan en el marco gremial, donde el maestro da las directrices y los oficiales ejecutan la mayor parte del encargo. Por ello, las escuelas son fácilmente definibles. Las tres principales son:
- Escuela castellana, de gran espectacularidad. Es muy expresiva y realista, y utiliza como modelos tipos populares. El principal escultor es Gregorio Fernández.
- Escuela andaluza, con focos en Sevilla y Granada. Más sosegada y amable, busca una belleza más formalista. Destacan Martínez Montañés, Alonso Cano y Pedro de Mena.
- Escuela levantina. Del siglo XVIII, se resume en la obra de Salzillo (Murcia). Las figuras tienden al realismo, especialmente los pasos procesionales, tanto en el estudio anatómico del cuerpo humano como en los detalles (ojos y lágrimas de cristal, auténticos cabellos en vírgenes y cristos, pestañas, coronas de espinas). Incluso se utilizan paños reales para vestir a las imágenes, en los que únicamente se trabajan cara y manos al detalle, mientras que el resto de la escultura se modela toscamente.
Pintura Barroca: Características Generales
Las técnicas más empleadas son el fresco para la pintura mural, y el óleo sobre lienzo (en ocasiones de enormes dimensiones). Se abandona casi por completo la pintura sobre tabla.
Naturalismo
Se pinta cuanto se ve, lo feo y lo bonito, lo agradable y lo desagradable, y hasta lo repugnante. En los países protestantes abundarán las escenas de la vida cotidiana.
Luz, Color y Movimiento
Las grandes conquistas de la pintura barroca son la luz, el movimiento y el color:
- La luz se condensa, llegando en ocasiones a expresar todo el valor del cuadro. Desaparece el sfumato para dar paso al claroscuro, una sucesión de planos luminosos y planos sombreados.
- El color, tomado de la escuela veneciana, contribuye a la consecución de la forma. Liso y uniforme al principio, terminó siendo suelto y desenfadado. Adquiere su pleno valor y se emancipa del dibujo, pasando este a un segundo plano.
- El movimiento se expresa mediante composiciones asimétricas (nada en la naturaleza es simétrico) y dentro de la asimetría la composición diagonal es sin duda la más usada. Los escorzos muy violentos, y de uso muy frecuente, favorecen la sensación de movimiento.
Se abandona el rigor de la perspectiva matemática y el pulido acabado para llegar a la visualización de un espacio abierto sin límites precisos, en el que color, luz y efectos atmosféricos fingen la profundidad en la realidad bidimensional del cuadro.
Las composiciones oscilan desde el efectismo exagerado y los escorzos violentos, hasta las diagonales que buscan la expresión de un movimiento que afecte al espectador, o, por el contrario, el exceso de quietud y austeridad que con otro registro emotivo vincula con la trascendencia.
Temática
Temática religiosa: de gran importancia en los países católicos, con los siguientes temas:
- Los momentos más relevantes de la vida de Cristo.
- La Virgen, con iconografías tradicionales o novedosas (la Inmaculada Concepción).
- Los santos, sus experiencias, éxtasis o martirios, como ejemplos de comportamiento.
- Figuras alegóricas que representan los sacramentos (en especial la penitencia y la eucaristía), u otras realidades (virtudes como la fe o la caridad, la iglesia, etc.).
- La vanitas mundi, inanidad de la gloria y riquezas terrenales, en oposición a las celestiales. Supone la representación de la muerte, macabra o solemne, racional o dramática.
Temática profana:
- Tendencias:
- El naturalismo
- El clasicismo
Pintores Barrocos Destacados
Caravaggio: El Tenebrismo
Mixelangelo Merisi, Caravaggio (1571-1610). Es un artista formado en el siglo XVI, por lo que mantiene algunos aspectos de composición y dibujo de la pintura renacentista. Y a pesar de ello es el iniciador del barroco, y el creador del tenebrismo que consiste en el empleo de una luz dirigida que incide sobre la composición creando fuertes contrastes de zonas iluminadas y oscuras, destacando figuras y objetos sobre los fondos en penumbra. De esta forma se impone al espectador lo que se quiere resaltar. Asimismo presenta un exagerado realismo que hizo que en ocasiones sus obras fueran rechazadas por algunos clientes.
Caravaggio, que poseía un carácter brusco e irascible que le lleva a la cárcel en ocasiones, tuvo que huir de Roma perseguido por la justicia tras un asesinato. Se establece en Nápoles donde un grupo de seguidores, entre ellos Ribera, aprenderán a desdeñar los viejos modelos clásicos. En la primera etapa sus obras presentan composiciones muy sencillas, con escaso número de personajes y tan solo un esbozo del tenebrismo. Domina la temática mitológica y de género. Destacan: Baco (1591), Los tramposos (1596) y Cesto de fruta (1597). En torno a 1600 recibe sus primeros grandes encargos religiosos y desarrolla plenamente su estilo en obras como La vocación de San Mateo, La crucifixión de San Pedro, El entierro de Cristo (1604) o la controvertida, en su tiempo, Muerte de la Virgen (1605). Durante sus últimos 4 años tras su huida de Roma realizó obras como David con la cabeza de Goliat (1609).
Rubens: El Barroco Flamenco
Peter Paul Rubens (1577-1640). Educado por los jesuitas, su estancia en Italia durante 8 años le da a conocer la obra de Tiziano y Caravaggio. Consigue una gran fama, múltiples encargos e incluso misiones diplomáticas para el archiduque Alberto de Austria, lo que le permite visitar toda Europa. En España conoce a Velázquez y recrea y copia obras de las importantes colecciones reales. Su fama le proporciona múltiples encargos, que realiza con la ayuda de su taller, en el que, como maestro, dibuja, perfila y da los últimos retoques a las obras.
Su estilo se caracteriza por una pincelada amplia, de gran riqueza colorista, con colores cálidos, luminosos y alegres; predominan las líneas curvas, las composiciones en diagonal y el dinamismo. Son característicos los desnudos femeninos ampulosos, sensuales y llenos de vida. A pesar de la profunda y estudiada elaboración de sus obras, de gran imaginación, su técnica es suelta. En su obra de tema religioso busca una renovación iconográfica que dote a las imágenes de mayor valor emocional, como en La adoración de los Reyes, La lanzada o el sobrecogedor Descendimiento de la catedral de Amberes. En la pintura mitológica gusta de escenas con gran número de personajes y composiciones complejas, llenas de sensualidad y gracia. Destacan obras como El rapto de las hijas de Leucipo o El juicio de Paris. Realiza numerosos retratos, también de sí mismo y de sus sucesivas esposas. Las alegorías son muy valoradas por las gentes barrocas; como ejemplo se puede citar el Triunfo de la Iglesia sobre la Furia, la Discordia y el Odio.
Van Dyck: El Retratista Elegante
Antoon van Dyck (1599-1641). Discípulo de Rubens, su estilo evoluciona a partir del de su maestro, adquiriendo una gran personalidad. Desarrolla buena parte de su carrera en Inglaterra donde se convierte en el retratista más afamado. Destaca su retrato del rey Carlos I de cazador, y el de Sir Endymion Porter. En este último se autorretrata, lo que indica el reconocimiento social que alcanzan los pintores.
Rembrandt: La Luz Interior
Rembrandt van Rijn (1606-1669). Hijo de un molinero, pronto adquirirá gran reputación como pintor de temas bíblicos y retratista. En sus últimos años perdió parte de su prestigio al considerársele pasado de moda, y llegó a pasar estrecheces al arruinarse por su mala administración.
Su estilo está basado en la autonomía de la luz, en el claroscuro ambiental y en la creación de un espacio fantástico e irreal. Destaca particularmente el tratamiento que hace de la luz. La luz no es natural, no es el elemento que nos ofrece una visión clara y racional de las cosas, las personas y los objetos. El espacio no es un espacio racional, perspectivo, sino que viene definido por la luz que surge de los propios objetos o personajes, de los que emana esa cualidad luminosa que les confiere su verdadera existencia subjetiva. Rembrandt no se limita a representar lo que ve, sino que todo está animado de una profunda interioridad.
Rembrandt es uno de los pocos pintores de su país que aún siguen representando temas religiosos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, como La vuelta del hijo pródigo, obra excepcional de sus últimos años. En ellos sus modelos son populares, situados en un marco arquitectónico anticlasico, y la composición, en general, está desprovista de cualquier elemento de solemnidad retórica. Sus retratos son intimistas y muestran su maestría para la penetración psicológica y para la captación de la espiritualidad del retratado. Realiza numerosos retratos colectivos, muy solicitados por la sociedad holandesa de la época, como la Lección de anatomía del Dr. Tulp y el conocido equivocadamente como La ronda nocturna. A través de sus muy numerosos autorretratos realiza una auténtica labor de introspección.
El Barroco Español: Ribera y Velázquez
Durante los siglos XVII y XVIII existe una enorme demanda tanto de cuadros de altar (sobre lienzo), como de la decoración al fresco del interior de los templos. Ello explica el gran número de pintores de los que conservamos innumerables obras. Predominará, por tanto, la pintura religiosa, siendo más escasa que en otros países la de otros temas.
José de Ribera, El Españoleto
José de Ribera, Españoleto (1591-1652). Nacido en Játiva, no se conoce casi nada de su vida hasta que se establece en Nápoles en 1616, donde permanecerá hasta su muerte. Influido por Caravaggio, lleva su realismo e iluminación hasta sus últimas consecuencias. Su naturalismo es muy intenso, pintando con minuciosidad piel y arrugas de sus personajes, las diferentes texturas… A partir de 1630 su paleta se aclara, realizando obras más luminosas, aunque bajo los mismos principios. Muchas de sus obras destacan por su intenso dramatismo. Entre otras se pueden citar el Martirio de San Felipe y El sueño de Jacob, ambos en el Museo del Prado, y el profundo y humano Patizambo, en el Louvre.
Diego Velázquez
Diego Velázquez (1599-1660). Es una de las cumbres de la pintura universal, y se diferencia por su biografía y por su obra de los demás pintores españoles de la época. Nacido y formado en Sevilla con Francisco Pacheco, sus primeras composiciones son sencillas y marcadamente tenebristas. Concede gran importancia a la naturaleza muerta y a la individualización de los personajes como en Vieja friendo huevos. A partir de 1623 se traslada a Madrid llamado por el Conde Duque de Olivares. Nombrado pintor del rey, del que realizará numerosos retratos oficiales a lo largo de su vida, desempeñará distintos cargos en la corte. Ahora su paleta se aclara y desaparece el tenebrismo anterior, como se observa en Los borrachos, en la que desmitifica el viejo tema mitológico del triunfo de Baco. Durante 2 años (1629-1631) viaja por Italia y estudia las obras de los grandes maestros renacentistas y barrocos. Allí pinta La fragua de Vulcano, en la que de nuevo un tema mitológico es presentado casi como un cuadro costumbrista. A su vuelta pinta su más importante obra religiosa, el Cristo de San Plácido.
El Conde Duque de Olivares, al que pinta en un memorable Retrato ecuestre, le encarga dirigir la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, que acaba de construirse en Madrid para Felipe IV. Velázquez diseñará un complejo programa iconográfico en alabanza de la monarquía y del reino y buscará la colaboración de los más afamados pintores. Él mismo realizará los Retratos de los personajes reales y Las lanzas. Hacia 1638 realiza una serie de 8 Bufones captados con gran verismo, a la vez que con enorme respeto por su dignidad, como se refleja en El niño de Vallecas. Entre 1649 y 1651 realiza su segundo viaje a Italia con la misión de adquirir obras para las colecciones reales. Allí pinta su Venus del espejo y el Retrato del Papa Inocencio X, así como sus dos bellísimas Vistas de Villa Médicis. A su regreso se inicia la última etapa, de auténtica culminación, de su obra. En ella destacan Las Meninas (una escena de la corte) y Las Hilanderas (un cuadro mitológico), en los que se puede advertir una reflexión sobre el sentido y valor del arte y del artista.