Tipos de Incendios

Para que un fuego se desarrolle tienen que concurrir tres factores: que haya un material combustible, oxígeno y una fuente de ignición. Así, cuando se quiera extinguir un fuego se puede eliminar uno de estos tres componentes.

El incendio pasa por cuatro etapas:

  1. Etapa incipiente (pre-flashover): el fuego está muy limitado, sin llama, con poco humo y con una baja temperatura, pudiendo extinguirse fácilmente con un extintor de mano. Puede durar de horas a días.
  2. Etapa latente: aún no hay llama pero sí una cantidad de humo considerable. Tiene una duración variable.
  3. Etapa de libre combustión (flashover): hay llama, una elevación de temperatura considerable y ya es difícil luchar contra el incendio. Esta etapa se puede desarrollar en cuestión de minutos.
  4. Etapa de calor (post-flashover): el fuego está totalmente desarrollado y es prácticamente imposible apagarlo hasta que desaparezcan los elementos combustibles.

Hay que intentar detectar y extinguir el incendio en las dos primeras etapas, pues en las dos últimas es prácticamente imposible.

Las fuentes de incendio pueden ser muy variadas: el propio calor en presencia de elementos combustibles, cualquier tipo de llama, una chispa, el almacenamiento incorrecto de elementos combustibles, filtraciones de gas; pudiendo ser también fuentes ajenas al museo, exteriores, como un rayo.

Es necesaria la supervisión y revisión de las posibles causas. Las causas de fuego más frecuentes en las instalaciones patrimoniales son el incendio provocado, el incendio debido a obras y el incendio debido a fallos eléctricos.

En general, la vulnerabilidad de las instituciones depende del contenido, siendo algunas colecciones más vulnerables que otras, como el armamento o los elementos conservados en alcohol. En estos casos se recomienda que se junten en una misma sala y se informe a los bomberos. Los materiales más vulnerables son los orgánicos muy secos, en especial en espesores muy finos, mientras que los materiales inorgánicos lo son mucho menos, incluso a veces no son combustibles, de modo que van a sufrir daños considerables pero no se perderán. Así, para preparar algún tipo de prevención será importante conocer el edificio, sus instalaciones y mantener dichas instalaciones, ante lo cual se realizará un plan de actuación. Las instalaciones contra el fuego dependerán de los recursos del museo, recomendándose siempre que sean de la mejor calidad posible.

Las causas de fuego más frecuentes en las instalaciones patrimoniales son el incendio provocado, el incendio debido a obras y el incendio debido a fallos eléctricos. Fuegos provocados debido a la falta de vigilancia, los espacios grandes y diáfanos; fuegos provocados por aparatos que pueden provocar fallos eléctricos; por el tipo de construcción, los materiales, los espacios diáfanos, la presencia de productos combustibles; no hay depósitos importantes de agua cerca, la distancia en cuanto a la accesibilidad de los bomberos, son un sitio idóneo para el vandalismo.

Sistemas de Extinción

En cuanto a la instalación de equipos, debe ser realizada por un especialista con experiencia en el diseño de este tipo de sistemas, ayudado por el personal del museo. Esta es una inversión considerable, por lo que muchas instalaciones están realmente desprotegidas. Los sistemas de protección-prevención cuentan con una parte material, así como con un personal de seguridad encargado de la lucha contra el fuego, pudiendo atajar incendios sin que lleguen a más sin la necesidad de la actuación de los bomberos. Normalmente, la parte material es de dilatación, dando tiempo a que el personal o los bomberos lleguen. A menudo existe una colaboración entre el museo y los bomberos, conociendo estos últimos las instalaciones para evitar dañar las colecciones de manera considerable.

Existen dos tipos de prácticas de seguridad: pasivas y activas. Las primeras tratan de disminuir los daños y se dirigen al control de los materiales del inmueble y las colecciones, así como a la detección (instalación de sistemas de detección de fuegos), en ambos casos con el fin de minimizar los daños. Las segundas, en cambio, se refieren a todos aquellos elementos e instalaciones que van a luchar de forma activa contra el fuego.

Seguridad Pasiva

Combustibilidad, resistencia al fuego y estabilidad ante el fuego. Dentro de las prácticas de seguridad pasiva y en relación con los materiales hay que tener en cuenta tres parámetros:

  1. La combustibilidad: se indica el grado de combustibilidad con unos valores: M0 (incombustibles), M1 (combustibles pero no inflamables), M2 (combustibles de baja combustibilidad), M3 (combustibles de media combustibilidad), M4 (combustibles de alta combustibilidad) y M5.
  2. La resistencia al fuego (RF): la resistencia de un material, con un subíndice que indica el tiempo en minutos que un material impide que el fuego pase a través de él, con una numeración que va de treinta en treinta.
  3. La estabilidad ante el fuego (EF): se asigna a elementos de construcción estructurales, hablando de los minutos que mantiene una estructura su funcionalidad sin colapsarse.

Con el empleo de estos materiales se busca que el fuego no se propague con ellos, de modo que se utilizan para sectorizar y dividir, quedando el incendio retenido. También se puede cortar de manera automática la entrada de aire, de modo que no haya oxígeno, de nuevo por sectores. Otros aspectos a tener en cuenta serán la disposición de elementos como los escalones (un mínimo de tres), la ausencia de impedimentos, la presencia de luces de seguridad…

Detectores de Incendio

En cuanto a la detección de incendios, estos sistemas son fundamentales y se busca que sean precoces, pudiendo ser sencillos, de modo que simplemente informen, o complejos, con un sistema que informa, activa el cierre automático de puertas, etc. En principio existen dos tipos de detectores: térmicos o de humos y gases.

Detectores Térmicos

Los primeros miden la temperatura y detectan, bien la temperatura absoluta de la sala (se programan generalmente entre 57 y 75º C), siendo conocidos como de temperatura fija, bien los cambios de temperatura, sobre todo su velocidad, programándose para que salten con un cambio determinado, conociéndose como velocimétricos o de temperatura diferencial. Todos ellos son sondas térmicas, generalmente situadas en zonas altas pues es donde llega el calor.

Detectores de Humos y Gases

Los detectores de humos y gases son más sensibles y más utilizados, pues el humo y los gases se manifiestan en fases anteriores a la temperatura.

Están pues diseñados para detectar el incendio en sus fases iniciales, siendo muy útiles en cualquier lugar (salvo en zonas de fumadores o con mucho polvo). Lo que hacen estos aparatos es alertar cuando detectan partículas (tanto visibles como invisibles) de la combustión. Estos aparatos pueden ser fotoeléctricos (llevan una rejilla por la que sale un haz luminoso que llega a un detector, de modo que su transmisión se verá afectada por elementos en suspensión en el aire) o ionizadores (ionizan el aire, produciendo cargas positivas o negativas cuya circulación se puede modificar por la presencia de partículas). Mientras que los fotoeléctricos son más efectivos en los fuegos lentos, que producen mucho humo, los ionizadores responden mejor ante fuegos potentes. Existen también detectores de humo fotoiónicos que combinan los dos sistemas. Los más populares son los fotoeléctricos, pues son más útiles en fases iniciales y tienen una mayor capacidad de detección. Por último, también existen unos que detectan por aspiración, siendo los más rápidos pues analizan una cantidad de aire que toman constantemente, aunque son muy caros (suelen estar empotrados, de modo que sólo es visible el tubo de aspiración).